Espejo en Estados Unidos
México, D.F. sábado 11 de diciembre de 1999
Búsquedas en La Jornada

Primera Plana
Contraportada
Editorial
Opinión
Correo Ilustrado
Política
Economía
Cultura
Sociedad y Justicia
Estados
Capital
Mundo
Deportes
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada de Oriente
Correo electrónico
Editorial

ƑNUEVOS AIRES EN BUENOS AIRES?

SOL El presidente argentino, Fernando de la Rúa, al asumir su magistratura marcó claramente, con sus críticas, sus diferencias con el mandatario saliente, Carlos Menem.

Ahora bien, aunque De la Rúa es un político de vieja data de la Unión Cívica Radical (un partido liberal con más de 100 años de actuación en la vida política argentina) y, por lo tanto, comparte en lo esencial las ideas fundamentales de su antecesor en la Casa Rosada y, además, pertenece al ala más moderada y conservadora de un partido que es moderado y conservador desde los años treinta, las diferencias entre el presidente radical y el justicialista saliente son algo más que matices y van más allá, también, de los caracteres de ambas personas y de su formación ética y moral.

Es cierto que De la Rúa hace hincapié sobre todo en la lucha contra la corrupción generalizada en el círculo presidencial anterior y en toda su administración y también en la exigencia de la plena vigencia de la ley y de los derechos humanos, pisoteados por Menem y por los asesinos y delincuentes que el ex presidente apañaba. Pero esta preocupación por la vigencia de un estado de derecho y por las virtudes republicanas (lo público no debe ser confundido con el interés privado, las funciones estatales son servicios y no dádivas clientelares, todos, incluso los militares, deben ser formalmente iguales ante la ley) se apoya en una exigencia de moralización de la vida política y del Estado, de eliminación de la arbitrariedad, el robo, la violencia del poder, de democracia. Y estos valores, que sin duda pertenecen a una clase media empobrecida y que clama contra los provocadores, profundizadores y aprovechadores de la crisis, no son sólo característicos de esos sectores en los que se apoya el partido Radical sino que son compartidos también por vastos sectores de los trabajadores, hartos de mentiras, de cinismo, de saqueo.

En este sentido, el nuevo presidente tiene detrás de sí una ola grande social que se está formando y su estatura, colocado sobre la misma, no puede ser medida por el personaje sino por el movimiento social que empezará a exigirle.

En efecto, el nuevo mandatario ha formado un gabinete ministerial con muchas figuras sumamente conservadoras (incluso con ex colaboradores de la dictadura y de Menem, como el responsable nada menos que de la educación pública) pero no ha sido llevado al gobierno para hacer una política igual a la de Menem ni en lo cultural, ni en lo social, ni en lo que respecta a la total sumisión del gobierno anterior a las imposiciones de las grandes compañías trasnacionales y del gobierno de Washington.

En la importancia que le atribuye a la "cuestión moral", en realidad, hay mucho de sincero (el presidente demostró ser un hombre honesto y austero desde el gobierno de la capital argentina) y también mucho de cálculo político.

De la Rúa trata así de no enfrentar de golpe ni de pecho a la poderosa derecha económica nacional e internacional y a los militares y, en cambio, de ganar tiempo y espacio políticos golpeando en el flanco más sensible a la rosca social formada por los charros sindicales menemistas, el aparato estatal ultracorrupto, el gran capital financiero, la derecha militar y paramilitar y el partido Justicialista que Menem quiere volver a dirigir.

Es posible, por lo tanto, que deba enfrentar fuertes resistencias corporativas y mafiosas que buscarán desestabilizarlo cuando todavía no ha alcanzado a organizar una base social sólida.

Sin embargo, la pequeña grieta abierta por la derrota del menemismo podría ensancharse, a pesar de que el nuevo gobierno ha heredado una situación económica pésima, que le deja escaso margen de maniobra para mejorar algo la vida de la gente común.


La Jornada, Coordinación de Sistemas Francisco Petrarca 118, Col. Chapultepec Morales, delegación Miguel Hidalgo México D.F. C.P. 11570 Teléfono (525) 262-43-00, FAX (525) 262-43-56 y 262-43-54