La Jornada sábado 11 de diciembre de 1999

Jorge Belarmino
El caso, cuestión María Isabel

Es lunes por la noche y uno, el don nadie en que se eligió, cansado, muy cansado. Hace casi una semana se publicó lo que Paco Ignacio Taibo II y yo escribimos sobre María Isabel Valverde. Yo la encontré como por casualidad a través de gente cuyo trabajo estimo mucho, la entrevistamos, leímos la documentación oficial que avalaba, sin dudas, su violación y que sostenía su testimonio sobre un acoso laboral y sexual de años. Así, fieles al estilo, impulsivos, hicimos lo que nos pareció debíamos. Hoy, seis largos días después, como viles ciudadanos no sabemos sino que el sindicato anuncia que va a demandarnos. Nadie ni nada más se ha expresado.

Públicamente digo: que la Dirección General de Trabajo y Previsión Social (DGTPS) de la ciudad asumió, con la misma seriedad que me consta emplea en el montón de casos parecidos que llegan a su área especial de Mujeres y Menores, que la oposición sindical allá abajo, en el Sistema, agradece el gesto, y que las organizaciones civiles de mujeres y la Comisión de Derechos Humanos del DF están indignadas, lo sé por metiche, lo primero, y lo demás porque desde entonces, localizado quién sabe cómo, suena el teléfono cada poco.

Pero de lo que las propias organizaciones y la CDH hacen por el asunto; de los posibles movimientos de la PGJDF, de la posición oficial de los responsables del Metro o del interés de los medios, ni palabra. Tal vez debimos limitarnos a cuchichear el tema entre los amigos.

Eso piensa uno esta noche, cansado, cargando rumores y documentos sin sello oficial que hace un par de años ruedan entre la gente de la prensa y, seguro, dicen los chismes, en más de una esfera del GDF.

Que nos metemos en cuestiones intergremiales, nos acusa el sindicato. Si así fuera, qué de culpable, qué de raro. El derecho a manifestar las ideas es algo de lo poco que se ha ido ganando en este país. Pero ni siquiera es cierto. Afirmar que el comité ejecutivo del Metro, como el del sindicato de trabajadores del DF y otros muchos, o las más poderosas organizaciones del ambulantaje, son el aparato corporativo del PRI y declarados enemigos del Gobierno de la ciudad, es algo que ellos son los primeros en propalar y que no tiene nada de extraño, porque forma parte de la guerra, así, sin eufemismos, que se sigue librando más allá de los mecanismos de la democracia representativa hacia la que decimos empeñarnos en transitar. Ni siquiera nos atrevimos a comentar en la nota la voz pública que se escandaliza porque el GDF no haga nada, según ella, contra los enemigos que lo roen desde dentro. Allá los sindicatos y el PRD, ellos saben su juego.

ƑQué podría preocupar a uno, aparte, desde luego, de la historia de María Isabel, que se vuelve más sólida en cuanto al hostigamiento laboral y sexual que denuncia haber sufrido, cuando a uno le ponen delante los testimonios, que andan de aquí para allá hace tiempo, de otras trabajadoras del Metro que sufrieron o sufren cosas parecidas y alguna llama y cuenta y uno no deja de sobrecogerse, aunque sepa que prácticas de este tipo son de todos los días en todas partes, pero que aquí parecen formar un cuadro sistemático?

Bueno. Podrían preocuparle los casos, que también se manejan profusamente en los medios, sobre supremos actos de omisión de los responsables del STC, sobre la corrupción que parece permear a la administración (se habla de programas de vivienda, de concesiones a proveedores del sistema médico interno, de empresas intermediarias para el mantenimiento y la adquisición de partes y más), sobre el algo más que absurdo despido a un joven ingeniero que en unos meses, aseguran tales y cuales, ahorro 700 millones de pesos controlando ese juego de trampas; sobre irregularidades diversas en las formas de admisión del personal, tres centenares que cobran como técnicos y sirven para otras cosas que no tienen nada que ver con la operación del Sistema...

Eso le preocuparía a uno, le preocupa, pero uno está cansado, entiende la inutilidad de su esfuerzo, se niega a ser convertido en la cabeza visible de una batalla que quién sabe si en realidad se está dando. Porque uno es el don nadie que se ha escogido por otra cosa distinta que evitar las responsabilidades (las de a de veras, las de cualquiera de los millones de llanos mortales sin poder, sin recursos, sin amparo, que tienen que habérselas con las calles todos los días) y arriesga cada que es necesario el trabajo, como ahora. Uno es eso y no más, y no el que tiene en las manos evitar nada.

En cuanto a María Isabel, contra lo que dice el estudio del Ministerio Público encargado de delitos sexuales, y contra sus denuncias, que coinciden con las de otras taquillera, todavía, nos dicen, hay funcionarios que dudan de su historia.

Nos dicen, hay, funcionarios. Uno de alto nivel según esto, que tomó ciertas medidas para que el Metro revisara el caso, después de la burla que, de vuelta los rumores, puros rumores, aseguran hicieron de la trabajadora.

Pero saber, lo que se dice saber, no sabe uno nada. ƑAlguien dirá algo públicamente, a las claras? ƑNo merece la pena? ƑNo es el momento? Por lo pronto, yo me voy a la cama, bien desilusionado, por supuesto.