Luis Javier Garrido
El fantasma

La situación límite a la que la intemperancia oficial llevó el conflicto en la UNAM a lo largo de 1999 dejó como secuela una serie de obstáculos que ahora aparecen como un valladar frente a la disposición del CGH de llegar a un acuerdo que permita levantar la huelga.

1. El diálogo entre el CGH y la representación del rector en el Palacio de Minería (29 y 31 de noviembre, y 6 y 8 de diciembre) ha sido hasta ahora una sucesiva serie de encuentros y desencuentros, que están todavía marcados por las políticas equivocadas de las autoridades de la UNAM, que fueron incapaces de entender durante siete meses que estaban frente a un movimiento de universitarios y de lo mejor que hay entre éstos, que son los estudiantes, y que se lanzaron contra ellos.

2. El problema fundamental se halla en el hecho de que las nuevas autoridades de la UNAM no acaban de comprender todavía del todo algo muy sencillo: que tienen frente a ellas a un amplio movimiento social encabezado por miles de estudiantes que se lanzaron a la huelga por la decisión del anterior rector de coartarles el derecho constitucional a una educación pública superior gratuita, los que a lo largo de los pasados siete meses no tuvieron otra respuesta que la de ser objeto de todo tipo de agresiones y de calumnias, y que por lo mismo están profundamente agraviados, al igual que amplios sectores de la sociedad.

3. Las nuevas autoridades pretenden haber optado por el diálogo y estar adoptando una línea política diferente, pero desde que se iniciaron los encuentros en el Palacio de Minería, las viejas formas de hacer política han seguido, sin embargo, presentes en la universidad, y los estudiantes del CGH han estado recibiendo mensajes cruzados. Mientras el rector De la Fuente insiste en que hay una nueva actitud de parte de las autoridades, y el abogado general Moctezuma habló incluso de la disposición de éstas a un congreso resolutivo (8 de diciembre), las voces de la intransigencia no se han detenido: los medios de comunicación no han cesado la campaña de desprestigio contra el movimiento estudiantil, como ha sido significativo en el caso de Radio UNAM, las amenazas penales no se han detenido y varios miembros de la delegación de rectoría a lo largo de las sesiones siguen dando muestras no sólo de ineptitud, sino de una gran intransigencia.

4. El principal error del rector De la Fuente ha sido enviar una delegación integrada por algunos de los burócratas más intolerantes de la universidad, integrantes de facciones de interés y vinculados a la administración de Barnés, que han actuado en las sesiones de trabajo como verdaderos ``emisarios del pasado''. Al margen de que como lo han señalado los estudiantes, legalmente el rector no puede delegar su ``representación'' en miembros del Consejo Universitario, ya que la Ley Orgánica vigente establece el principio de una clara división de atribuciones de las autoridades universitarias, políticamente ha sido poco afortunado el enviar al diálogo de Minería a algunos de los burócratas más descalificados de la UNAM, cuyo discurso primitivo e intransigente no sólo desprestigia a la universidad, sino que crea nuevas tensiones para el entendimiento de las partes.

5. El hecho de que los burócratas universitarios tengan un papel tan preponderante en el diálogo, donde están actuando como una casta privilegiada, defendiendo no el proyecto histórico de la Universidad Nacional, sino sus enormes privilegios particulares, constituye en el difícil escenario un escollo más para alcanzar un acuerdo. Uno de los principales problemas de la UNAM lo constituye, como tanto se ha señalado, esa pesada burocracia que se fue instaurando desde los años 70 durante el rectorado de Soberón, que hizo de la UNAM un espacio de privilegios sin límites y un trampolín político y que, vinculada a la burocracia priísta, con prácticas patrimonialistas consume una tajada importante del presupuesto, en particular, porque nadie ejerce sobre ella control alguno. De ahí que, aunque ahora critique a Barnés y simule estar a favor del diálogo, nadie ignore que gustosa se lanzó con aquél contra los estudiantes y contra la idea del diálogo por lo que éste significa.

6. El encuentro del Palacio de Minería constituye en ese sentido un desafío a la lógica política del grupo gobernante, que en el proceso de reconversión al que ha llevado al ``sistema'' mexicano determinó que el gobierno sólo debe dialogar con las organizaciones ``institucionales'', sean partidos o sindicatos, y no con otras fuerzas de la sociedad, principio que sustentó la política del entonces rector Barnés para pretender negociarlo todo con el PRD. No es de extrañar, por lo mismo, el encono con el que muchos de los cuadros perredistas siguen actuando ahora ante el diálogo, como se ve en el caso de los analistas de ese partido, que continúan descalificando en la prensa al CHG, al igual que lo hacen con todas las fuerzas independientes que se hallan a su izquierda. O, lo que es aún más grave, en las expresiones de provocación de los académicos del PRD incorporados por De la Fuente a la delegación de la rectoría, y que no ocultan su pretensión de reventar el diálogo.

7. ¿No habrán entendido en este escenario los funcionarios de la UNAM que la confiabilidad que podrían tener los mexicanos en las autoridades es inexistente?

8. ¿Y que, por lo mismo, en México hay que hacer grandes esfuerzos con los hechos y no sólo con las palabras para avalar una disposición al cambio?

9. Un fantasma recorre además el Palacio de Minería, y es el del incumplimiento de los acuerdos de San Andrés, y la pérdida casi absoluta de credibilidad del régimen mexicano, en particular en materia de negociaciones. El 16 de febrero de 1996, como se sabe, los enviados oficiales suscribieron con el EZLN en los Altos de Chiapas acuerdos en materia de derechos y cultura indígenas, los cuales fueron desconocidos por Ernesto Zedillo en diciembre, argumentando con plena irresponsabilidad que no había entendido en su momento los alcances de lo que habían suscrito sus representantes, oponiéndose desde entonces a su cumplimiento. Y ese precedente, como es lógico, permea todo el tiempo el diálogo en la UNAM, contribuyendo a que los estudiantes quieran tener garantías claras de lo que se pacte.

10. El diálogo del Palacio de Minería entraña una gran responsabilidad para los estudiantes del CGH, pues está en juego el destino de la UNAM, pero también para las autoridades, porque de su éxito depende el futuro inmediato de un país que, aunque se pretenda negarlo, se halla en una grave crisis.