Espejo en Estados Unidos
México, D.F. viernes 10 de diciembre de 1999
Búsquedas en La Jornada

Números Anteriores
Primera Plana
Contraportada
Editorial
Opinión
Correo Ilustrado
Política
Economía
Cultura
Sociedad y Justicia
Estados
Capital
Mundo
Deportes
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada de Oriente
Correo electrónico
Editorial

RUSIA: GRUÑIDO NUCLEAR

SOL La inopinada respuesta formulada ayer, en un viaje oficial a Pekín, por el presidente ruso, Boris Yeltsin, a las recientes críticas del mandatario estadunidense, Bill Clinton, por la masacre de civiles que las tropas de Moscú están perpetrando en Chechenia, introdujo un grave e indeseable factor de tensión en el escenario internacional y refleja fielmente el deterioro institucional y diplomático del Estado ruso y el personal del propio Yeltsin.

En efecto, el recordatorio de la condición de potencia nuclear de Rusia, como reacción a señalamientos en materia de derechos humanos --así provengan del antiguo enemigo--, resulta tan inapropiado, anacrónico y grotesco, además de peligroso, que obliga a pensar en un severo descontrol por parte del poder en el Kremlin y en una aguda carencia de percepción del panorama mundial contemporáneo. Pareciera que Yeltsin ignora la compleja evolución del planeta hacia escenarios de globalización e interdependencia --en la que él mismo ha tenido un papel importante-- en los cuales las violaciones de los derechos humanos no pueden ya soslayarse con el pretexto de que se trata de "asuntos internos".

En otro sentido, la exhibición de musculatura atómica pone en evidencia el preocupante agotamiento de prácticamente todos los recursos políticos, económicos, tecnológicos y diplomáticos en las relaciones exteriores de Rusia --los que pudo heredar de la extinta Unión Soviética-- y deja en claro la pérdida de importancia del Kremlin en el terreno internacional. A excepción de un arsenal atómico masivo que mientras más obsoleto se vuelve más peligroso, Moscú se ha quedado sin más instrumentos de negociación y mediación con el exterior que, en el aspecto positivo, la promesa incierta de un mercado vasto, pero potencial y, en el negativo, los enormes riesgos de desestabilización regional que plantea su circunstancia interna. En esta perspectiva, la amenazante expresión de Yeltsin en Pekín puede interpretarse más como un signo de debilidad que como manifestación de fortaleza.

Ciertamente, uno de los telones de fondo de este súbito incremento de la tensión es la conjunción de la arrogancia y la torpeza con que Washington ejerce su papel de ganador de la Guerra Fría, por una parte y, por la otra, del maltrecho orgullo nacional de los rusos ante el manifiesto declive de su país, el cual, al término del siglo, ha vuelto a caber en la desdeñosa descripción que Europa hacía de la Rusia zarista: "mitad imperio, mitad colonia". Lo inquietante, hoy, es que la parte imperial de esta neocolonia financiera blande, efectivamente, misiles nucleares.


La Jornada, Coordinación de Sistemas Francisco Petrarca 118, Col. Chapultepec Morales, delegación Miguel Hidalgo México D.F. C.P. 11570 Teléfono (525) 262-43-00, FAX (525) 262-43-56 y 262-43-54