José Steinsleger
Los tecnócratas
La "ciencia del gobierno de las sociedades" permite cálculos y previsiones exactas en todos los niveles. Lo cual no deja de ser atractivo:
Intelectual uno: "Mire usted. En la encuesta del viernes pasado, a eso de las tres de la tarde, el candidato fulano estaba 2.62 puntos por encima del candidato mengano".
Intelectual dos: "A poco. Eso quiere decir que superó la barrera de los 2.49 puntos".
Intelectual tres: "ƑHacía calor o frío?"
Intelectual uno: "Aunque es una tendencia, claro está".
Intelectual dos: "Pero dígame... Ƒno faltan seis meses para las elecciones?"
Intelectual uno: "En efecto, pero la democracia nos exige estar vigilantes. Más y más democracia. Esto es lo que importa".
Armado con sus computadoras y hojas de cálculo, los tecnócratas acreditan la idea de que los pensadores discuten las ciencias del hombre, pero sólo a ellos corresponde practicarlas. Sin embargo, les es imposible sobrepasar el empirismo más soso. Dicen que las ideologías ya no existen pero también dicen, contradiciéndose, que la política es el reino de la incompetencia, de la corrupción y del "desinterés de las masas por la res publica".
ƑCómo salir del embrollo? Según ellos, por medio de la "profesionalización de la política". ƑQué entienden por esto? La sustitución de la política por una suerte de koiné tecnológica destinada a estandarizar las ideas y el pensamiento en los laberintos del decision making.
Pilares de esta opción supuestamente "moderna", serían la preeminencia de la "eficiencia" y la "competencia" política. O sea la misma práctica soñada por Platón y Hegel cuando hablaban de los "guardianes-magistrados", personajes cuya misión consiste en luchar por un Estado puro, imponiendo la competencia suprema como último acto de poder.
En la sociedad moderna, y a diferencia del técnico, la función del tecnócrata es la de reforzar el poder que ejercen los poseedores. Porque no sólo basta tener tierras, fábricas o títulos sino también la competencia para mantener la irracionalidad que sólo beneficia a los privilegiados. El técnico, que tiene conceptos, advierte sobre las consecuencias sociales de esta irracionalidad. El tecnócrata, que no los tiene, la justifica.
Socialmente, los tecnócratas se comportan como dignos herederos de la cábala pitagórica: seres para quienes la riqueza de la diversidad individual y colectiva de las personas carecen de importancia. La terminología ética del cambio les tiene sin cuidado. Y de la "modernización" sólo les interesa cómo encontrar argumentos que justifiquen la concentración de la riqueza en pocas manos (a lo que llaman "crecimiento") y el trazado de un futuro hipotético donde "cientificamente" desaparezca la injusticia social.
ƑCuál fue la lectura de técnicos y tecnócratas con motivo de las protestas en la ciudad de Seattle, durante la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC)? Los técnicos analizaron sus causas: la auténtica barbarie es el "progreso" entendido como desarrollo continuo, lineal y aritmético.
Los tecnócratas, a más de subestimarlas, se fijaron en los mecanismos de represión y en los equipos que utilizó la policía para neutralizar los desmanes: aprendan señores. La democracia tiene sus límites.
Cuando es bueno, el técnico siempre tratará de constatar si está en la verdad de las cosas, verificando y poniendo en cuestión la ciencia. Pero el tecnócrata, que se considera técnico de una ciencia que no existe, siempre estará en la mentira, prefiriendo hablar de una ciencia que ignora y le permite, con el generoso apoyo de los auspiciantes, salir en la tele y lucir el gorro plateado de las ideas