La Jornada domingo 5 de diciembre de 1999

Marco Rascón
Las contradicciones en Seattle

El 14 de septiembre de 1998, William Clinton pronunció en Washington un mensaje a raíz de la crisis financiera brasileña, en que convocaba al Grupo de los 8 a reflexionar sobre la extensión de la pobreza en el sur y sus efectos negativos para el norte, derivados de la aplicación ortodoxa de la integración económica y financiera.

Como buen liberal, expresó en ese discurso preocupación y solidaridad "con sus amigos" del sur, especialmente los gobiernos de México, Argentina y Brasil, a los cuales habría que ayudar, flexibilizando las recetas de la globalización. Entonces el Grupo de los 8 convocó al Grupo de los 22 (en que está incluido México) para que a su vez éstos invitaran al Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial a discutir la tesis de Clinton sobre la necesidad de apoyar las economías emergentes y protegerlas de los vaivenes especulativos, que habían llevado a Rusia, unos meses antes, a una de sus más graves crisis. De esta manera se formó un fondo de protección por 74 mil millones de dólares, para la integración económica en América y el apoyo a programas contra la pobreza extrema. Nació ahí la concepción del "blindaje" económico.

Hoy en Seattle, Clinton y el Grupo de los 8 volvieron a la misma idea, no sin entrar en contradicción con el Grupo de los 22. Estas contradicciones están marcadas por temas como el trabajo y el ambiente, que constituyen un punto sin solución para el neoliberalismo, pues el Grupo de los 8 busca proteger su planta industrial, mientras que para "los emergentes" el negocio es la entrega total, ser el basurero del traspatio y ofrecer mano de obra barata.

ƑPor qué protestó Zedillo en nombre de los 22 países periféricos? Porque el único aspecto dónde es válida la aplicación de la soberanía nacional para el Tercer Mundo es en el "derecho inalienable y soberano" a mantener bajos los salarios, para atraer capitales e inversión productiva. En 1993, una delegación de la AFL-CIO acudió a México para proponer a sus colegas del Congreso del Trabajo un pacto para la igualación salarial y Fidel Velázquez lo rechazó argumentando que la política salarial era un asunto de "soberanía". El motivo de la propuesta obrera estadunidense es que la igualación salarial es la base para proteger sus empleos e impedir la fuga de plantas a México y otros países, atraídos por bajos salarios, prestaciones exiguas y facilidades fiscales.

En la "ronda del milenio" en Seattle, Herminio Blanco y Ernesto Zedillo defienden precisamente ese aspecto no resuelto de la integración, que es la cuestión laboral que México se negó a discutir, pues es la fuerza de trabajo de los connacionales de allá y de acá la única mercancía que el gobierno mexicano no protege ni defiende en el Tratado de Libre Comercio, y se sumaron a esta posición abyecta y esclavista los gobiernos de India, Brasil, Indonesia y Malasia.

Blanco y Zedillo rechazaron la posición de Clinton, que ha defendido la globalización, pero asegurando el proteccionismo y la vieja demanda de la AFL-CIO. Herminio Blanco representó la tesis "nacionalista" de Fidel Velázquez, afirmando con todo descaro que "se debe encontrar una solución a los problemas ambientales y laborales en su propio ámbito (es decir en cada país), no en la OMC. Introducir estos temas en la OMC daría la posibilidad a que intereses proteccionistas destruyan la esencia de la agrupación".

Clinton en Seattle, al proponer la inclusión de los temas laboral y ambiental en la OMC representó a las manifestaciones en la calle de los sectores progresistas. La respuesta mexicana defiende el libre comercio en todo, menos en asuntos laborales y ambientales, pues eso sería una revolución laboral en México, ya que habría que pagar el equivalente a las jornadas laborales en Estados Unidos.

La tesis de Clinton sobre la flexibilización de la globalización es que además de proteger el medio en el norte (aunque se destruya en el sur), hacen de los bajos salarios en México y América Latina, a mediano y largo plazo la causa de la caída de sus exportaciones y por lo tanto fija los límites futuros de la expansión del imperio y el proyecto global.

Fue en este escenario donde la OMC fue asediada por el proteccionismo desde la calle y desde la cima de la cumbre por Clinton y donde se pretendió detener a Fidel Castro, haciendo de Seattle uno de los escenarios más complejos del fin de siglo.

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