Ť Hoy recibe el premio Fernando Benítez en la FIL
El reconocimiento no es para mí, sino para La Jornada: Ravelo
Ť El reportaje marca la diferencia entre la prensa escrita y la electrónica, define Ť El ejercicio de ese género, sujeto al apoyo de directivos Ť No basta con investigar, hay que saber escribir
Arturo García Hernández Ť La obtención del Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 1999 es, para Renato Ravelo (DF, 1965), ''no sólo el reconocimiento a un trabajo personal, sino a un estilo y a una forma de ejercer el periodismo cultural como el que se hace en La Jornada''.
Integrante de la sección cultural de este diario desde hace 10 años, Ravelo obtuvo el galardón con el reportaje Patrimonio arqueológico (una versión del cual se publicó en septiembre en este espacio), un tema motivo de ásperas y prolongadas controversias que ųsubrayaų forman parte del interminable debate sobre la identidad nacional: ''Todos partimos de que el patrimonio arqueológico es importante, aunque en general ignoremos de qué se trata''.
Creado por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 1992, y otorgado año con año por periodistas culturales de distintos medios, el premio Fernando Benítez le será entregado a Renato Ravelo hoy en la capital jalisciense, en el marco de la clausura de la FIL. En entrevista telefónica desde la perla de occidente, el reportero externa aquí algunas consideraciones sobre el premio y la práctica de su oficio periodístico.
ųEl Premio Fernando Benítez es para reportaje, un género, lamentaba alguna vez García Márquez, cada vez más en desuso en la prensa escrita. ƑTienes alguna reflexión sobre el género y su práctica?
ųEs el género periodístico por excelencia, porque involucra a todos los demás géneros. Y es, también, el más fascinante y al mismo tiempo el más difícil de realizar. Pero creo yo que es ahí donde está la ventaja cualitativa de la prensa escrita sobre los medios electrónicos, porque puede profundizar como difícilmente lo podrán hacer el radio o la televisión. El reportaje representa una opción de competitividad ante los medios electrónicos que parece que cada vez influyen más y determinan a los medios impresos.
''Sí, es un género en desuso, porque la investigación es costosa y requiere de apoyo por parte de los directivos de los periódicos. Como fue en este caso, que la propia dirección de La Jornada solicitó la investigación sobre el tema. Entonces, requiere de una voluntad política y editorial por parte de los directivos".
ųTambién genera una inevitable y tal vez necesaria confrontación entre formas de entender y ejercer el periodismo cultural.
ųClaro, pero creo que eso es sano, como lo es toda discusión. Hay, por ejemplo, quienes creen que el periodismo cultural debe centrarse únicamente en reseñar el quehacer de los artistas, y estamos quienes creemos que debe investigar y ampliar su visión a todo el contexto en que éstos realizan su trabajo. Son dos ejemplos. Pero a fin de cuentas creo que son posiciones que deben coexistir, porque son complementarias y tan válida una como la otra.
ųƑEl premio marca un punto de referencia especial, significativo en tu trayectoria como periodista cultural?
--Definitivamente. Pero no es sólo el premio. En realidad yo me sentí renovado en mis conceptos sobre periodismo, desde la misma elaboración del reportaje. En ese sentido hay un antes y un después del reportaje. El premio es algo agradable, la culminación del esfuerzo, un gran abrazo, pero lo fundamental se da con la petición y la oportunidad para hacerlo. De algún modo sigo recogiendo esa hermosa tradición de periodismo que se hace en La Jornada y que se venía haciendo desde Unomásuno, porque era el periodismo que uno leía, el que uno quería hacer.
ųHablando del periodismo que uno leía y quería hacer, menciona a tus modelos, tus grandes ejemplos.
--No es la primera vez que lo digo y ahora lo repito: como ejemplo de periodismo de investigación le debo mucho a Adriana Malvido. Es el modelo que tengo reconocido como influencia directa. Y si no como influencia, sí como posibilidad de aprendizaje, fue fundamental la oportunidad que tuve de asistir a un taller de narración periodística con Gabriel García Márquez. Escucharlo a él y convivir con otros colegas (Elena Gallegos, entre ellos) me viraron hacia una apuesta formal a la que ya había yo renunciado, me renovaron la creencia en que las cosas no sólo pueden estar bien investigadas, sino que deben estar bien escritas.