* Advierten líderes que continuarán las protestas
Estadunidenses, los principales opositores a sesiones de la OMC
* El dirigente de la AFL-CIO coincidió en una reunión con Clinton
Jim Cason y David Brooks, enviados, Seattle, 2 de diciembre * La manifestación más grande de oposición a las reuniones de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y a las políticas comerciales de Estados Unidos fueron las de los sindicatos de este país, y ahora la pregunta es --tanto para la cúpula sindical como para el presidente Bill Clinton-- qué ocurrirá después de Seattle.
Las tensiones entre los sindicatos nacionales y la Casa Blanca en torno a las políticas de comercio exterior parecieron disminuir hoy, cuando el secretario general de la central obrera AFL-CIO, John Sweeney, se presentó junto con Clinton en una ceremonia oficial. Sin embargo, líderes sindicales advirtieron que continuarán protestando contra las políticas de la OMC a menos que los delegados reunidos aquí acuerden incluir derechos laborales fundamentales en sus debates para ampliar el libre comercio internacional.
Clinton y sus negociadores en la OMC enfrentan un cálculo político complicado: la cúpula sindical, presionada por sus bases, está condicionando su apoyo a las políticas económicas de la Casa Blanca en torno al asunto de los derechos laborales, pero, por otro lado, el éxito de la reunión de Seattle está amenazado precisamente por el rechazo de otros países al tema.
La encargada de asuntos económicos de la AFL-CIO, Thea Lee, declaró a La Jornada que Sweeney decidió acudir con Clinton hoy, dos días después de una manifestación de protesta de 40 mil trabajadores contra la OMC, porque hubo expresiones de compromiso del gobierno para promover la creación de un grupo de trabajo sobre derechos laborales dentro de la OMC.
Clinton declaró la víspera que su objetivo es que en el largo plazo la OMC permita sanciones comerciales a países que no cumplen con normas laborales internacionales, algo que aparentemente reafirmó en una reunión privada con Sweeney anoche.
''Los comentarios de Clinton fueron bienvenidos'', dijo Lee a este diario. ''Pero hasta que nuestras preocupaciones sean abordadas, no deseamos ver el lanzamiento de una nueva ronda de negociaciones comerciales'', y advirtió que sin algún avance concreto en este tema, los sindicatos regresarán a las calles.
''Si regresamos con las manos vacías año tras año, y ni nos dan una migaja, el mensaje es que los trabajadores no tienen el derecho de participar en estas discusiones'', comentó Lee. ''Si eso ocurre, podría ser que la próxima campaña será para demandar al Congreso a que Estados Unidos se retire de la OMC''.
La funcionaria del AFL-CIO declaró no creer que llegara a eso, y dijo que Sweeney estima que el gobierno de Clinton está trabajando más ahora que en el pasado para promover estas demandas.
Pero hay divisiones fundamentales tanto entre los estadunidenses como a nivel internacional sobre el asunto. Algunos sindicatos aquí que tienen trabajadores en industrias básicas desean que se rechace por completo cualquier intento para ampliar el libre comercio. De hecho, los dirigentes de los sindicatos automotriz y siderúrgico se negaron a presentarse en público con Clinton hoy.
A nivel internacional, no todos los sindicatos en otras partes del mundo están de acuerdo con sus contrapartes aquí, y sospechan de los motivos de algunos de los estadunidenses. La Internacional de Servicios Públicos (asociación de sindicatos en 144 países), está proponiendo que la OMC incorpore el derecho laboral fundamental de la libre asociación y la negociación de contratos colectivos.
''Lo que negocien es definido por ellos, esto no se trata de imponer nada de afuera, más allá del derecho de hacerlo'', dijo Mike Waghorne, secretario general asistente de la Internacional de Servicios Públicos. ''Esto se aplicaría al propio Estados Unidos también''. Además, esta demanda, advierten algunos delegados, podría hacer descarrilar cualquier otro acuerdo en esta reunión mundial.
Por su parte, Lee reconoce que se debe realizar más trabajo con otros dirigentes laborales en otros países y convencerlos de que la demanda por la incorporación de los derechos laborales fundamentales a la OMC no parte de un interés proteccionista. ''Nuestro punto es que no se puede hacer cumplir los derechos laborales en nuestro país sin que éstos sean cumplidos en otros países del mundo, de que se tenga el derecho fundamental de organizar sindicatos. Precisamente por nuestra lucha, nos enfrentamos con empresas que usan la amenaza de trasladarse al extranjero, que usan el mercado global, como una macana para golpear a los trabajadores, y por eso tenemos que apoyar a los que están luchando por sus derechos en otros países''.
La cúpula sindical estadunidense deberá convencer a los sindicatos del Tercer Mundo, como a sus propias bases, con algo más que sólo declaraciones y la presentación de Sweeney con Clinton.
* En las calles continúan las batallas campales entre activistas y guardias
Persiste el rechazo a asuntos laborales y ecológicos
Rosa Elvira Vargas y Roberto González Amador, enviados, Seattle, 2 de diciembre * A medida que el gas lacrimógeno y el red pepper, el estado de excepción y las balas de plástico logran el dominio sobre los manifestantes que todavía hoy tuvieron movilizaciones, los ministros y delegados de Comercio convocados aquí para la Ronda del Milenio retornan a la calma, que quiere decir a la inflexibilidad en sus credos y posturas: nada de abrir la Organización Mundial de Comercio (OMC) a los reclamos laborales y a otras preocupaciones que están en la calle.
En ese escenario, paradójicamente, la búsqueda de espacios para las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) impulsada desde el primer día del encuentro por el gobierno de Bill Clinton a través de su negociadora, Charlene Barshefsky, y luego apuntalada por él mismo a su llegada a Seattle, no sólo carece de eco, sino que incluso tiene el abierto rechazo de una porción importante de los países en desarrollo.
De este modo, y repuestos del ''susto'' que desde el lunes tuvo a decenas de delegados pegados al televisor para seguir la ininterrumpida transmisión de los disturbios callejeros --mientras en las lánguidas plenarias los ministros son apenas escuchados por algunas decenas de asistentes, básicamente los miembros de su delegación--, aquellos que deciden los términos del intercambio comercial para el próximo siglo retoman el aplomo y negocian estrictamente en los términos de su agenda.
Un miembro de la delegación mexicana comentó esta mañana que cuando la representante Barshefsky anunció en reunión cerrada que por la tarde presentaría un primer borrador de la declaración final, y a pregunta expresa admitió que aquella contendrá elementos del tan temido renglón laboral, ''casi se la come viva el representante de Hong Kong'', con el argumento de que ese es un tema que aún no se discute y en el que existen además las mayores divergencias internas.
Para los habitantes de Seattle y del resto del país la noticia sobre la OMC no es otra que las protestas. Su dimensión está medida además en el registro periodístico y en datos tales como que por primera vez en la historia, desde que se tiene memoria, la Guardia Nacional ha salido a las calles de esta ciudad.
De hecho, y salvo esporádicos enlaces desde el Centro de Convención y de Comercio --sede del encuentro de ministros-- para dar algún detalle en apoyo a la información que viene desde la calle o desde la oficina del alcalde Paul Schell, la televisión local mantiene prácticamente ininterrumpida desde el martes su transmisión sólo sobre aquello que ocurre fuera de la reunión.
Además, en sus propios hoteles la orden fue reforzar la vigilancia y (el martes) hasta recluir a los huéspedes en sus habitaciones en previsión de algún incidente mayor. Muchos de los delegados fueron protagonistas de incidentes con los manifestantes, pero es patente su curiosidad por estar al tanto de lo que sucede en las calles.
Delegados y periodistas permanecían ''pegados'' a los televisores que por decenas fueron instalados en el Centro de Convenciones para seguir el desarrollo de los trabajos. Los aparatos están permanentemente sintonizados en las cadenas locales, y es frecuente recibir información de sus reporteros que lloran o tosen sin control, víctimas de los gases lanzados por la policía.
Con la prensa impresa de Seattle ocurre lo mismo. Desde principios de semana, su primera plana y cabezas principales no son otras que aquello que está en las calles. Y sus fotografías --muchísimas en cada edición-- constituyen descarnados testimonios del proceder de la policía descargando sus rifles de balas de plástico o en el arresto de algún joven. Uno de los diarios locales más importantes, el Seattle Post-Intelligencer, da casi toda la primera plana y siete de interiores a las manifestaciones. En cambio, para el desarrollo de los trabajos, apenas destina media plana con dos notas.
Y no obstante todo ello, al final y como van las cosas, parece que no habrá punto de intersección entre quienes muestran preocupaciones legítimas por los efectos del libre comercio y los que se han encargado de negociar sus acuerdos. En todo caso, regresarán a sus lugares de origen hablando de lo que le dio folclore y contratiempos a la Ronda del Milenio.