* Calificó de incongruente el presupuesto al IFE
Hay en México crisis fiscal por la falta de ingresos: Bendesky
* Cada voto costará 450 pesos, el precio de la desconfianza, dice
Mayela Delgadillo * México vive una crisis fiscal ante la falta de fuentes de ingresos que alimenten el gasto (impuestos), aunque las finanzas públicas continúan con el relativo equilibrio, impuesto a priori por el gobierno, aseguró León Bendesky, director de Consultores en Economía Regional e Internacional (CERI).
Durante la reunión trimestral que realiza el Centro de Análisis y Proyecciones Económicas para México (CAPEM), el investigador aseveró que el resultado macroeconómico no es un resultado, es una meta impuesta a priori que se cumple a toda costa y cuadrando cifras. Añadió que son tres los puntos de cuidado para el próximo año: el tipo de cambio, las elecciones y los pasivos del IPAB.
Acerca del poder del gobierno sobre la macroeconomía, puso como ejemplo el déficit fiscal de uno por ciento previsto para el próximo año. Se pretenderá llegar a esta cifra pese a que no hay en el mundo país desarrollado que la alcance.
Indicó que una de las incongruencias más fuertes del presupuesto lo constituyen los 8 mil 400 millones de pesos (0.16 por ciento del PIB) que se otorgarán al Instituto Federal Electoral para el 2000. Debido a que es un año electoral y a que votarán 17 millones de personas ųcomo ha dicho el candidato del PRI, Francisco Labastida--, resulta que cada voto costará al país 450 pesos. Este será el costo de la desconfianza, indicó Bendesky.
Al referirse a las cifras oficiales de las finanzas públicas 1999-2000, el investigador comentó que al parecer la historia empieza después de la crisis, ya que los dos años posteriore a 1994 desaparecen de las referencias y como parámetros económicos.
En relación con la inversión, resulta que mientras en 1999 la privada fue de 6.7 por ciento, para el 2000 ésta crece a 8 por ciento. La pública pasa de -5.7 en el 99, a 0.3 para el nuevo milenio. Esto implica que las empresas tendrán que soportar todo el peso del desarrollo del país, situación que Bendesky pone en duda.
El ahorro interno pasó en 1994 de 14.7 a 20.7 por ciento para 1999; sin embargo, esto se debió a la obligatoriedad de las afores y no por el poder de ahorro de la población. "En esta economía no se tienen opciones, se imponen", comentó.
El que la inflación pase de 12.9 por ciento en 1999 a 10 por ciento para el 2000, en tanto que no hay crecimiento económico en el país, consideró que la cifra se ajustará de manera ficticia, creando tensión en la economía.
Sin fuentes de ingresos que alimenten el gasto no puede haber finanzas públicas sanas --añadió--, ya que lo único que el gobierno está haciendo para lograr un déficit fiscal de uno por ciento del PIB, es aplicar una férrea disciplina fiscal, rigidez de los ingresos tributarios y reducir los márgenes de maniobra de las propias finanzas. La economía no sigue su curso, sino que se adapta a las proyecciones, apuntó.
Por su parte, Antonio Castro Quiroz, director general del CAPEM, expresó que ante la falta de bases gravables que crezcan constantemente, el presupuesto, "llegó a una calle agotada a corto plazo". Agregó que sólo alimentando al presupuesto se podría pensar en incrementar el gasto público.
Su conclusión fue que no se le puede pedir a la macroeconomía lo que no puede dar. "Hay que entender que la macroeconomía no puede resolver los problemas estructurales de la industria ni de la economía en general".
Primero se tendrían que realizar una reforma fiscal e iniciativas que promovieran el crecimiento económico, para que en 20 o 30 años se pudiera pensar en otro esquema en el que el Banco de México no interviniera indirectamente mediante el control de los agregados monetarios, concluyó.
El gobierno cumple con las metas macroeconómicas; después de años se cumple la meta de inflación programada, dijo.