José Cueli
La quijotesca UNAM

A siete meses de que comenzó la huelga en la UNAM, el panorama es devastador. Nuestra máxima casa de estudios trasluce abandono y desolación. Tras las alambradas que ahora cierran lo que antes fueran espacios abiertos y pasillos transitables, sólo se encuentran ``pintas'', pancartas cayéndose, muebles arrinconados, aulas desvencijadas, cristales rotos, basura acumulada. Pareciera que una desbandada en tropel pasó por encima pisoteándola y haciendo escarnio de ella.

Tan maltrecha nos la dejaron que esta dolorosa visión me lleva a recordar el siguiente pasaje del Quijote: Andando el ingenioso hidalgo en busca de aventuras se encontró de pronto y por sorpresa con una manada de reses bravas que eran conducidas por los piqueros, no se sabe si a Valladolid o a Salamanca, para ser lidiadas por un grupo de aristócratas. A pesar de las advertencias, Don Quijote no desvió su camino ni sus intenciones y fue atropellado por las reses, saliendo muy maltrecho del encuentro. Las reses en desbandada no tuvieron piedad y entre patadas y cornadas le dejaron aporreado.

Similar parafraseo encontramos en los hechos acontecidos en la UNAM, en los que con el supuesto proyecto de reformarla, ésta fue atropellada, desvencijada y ultrajada; como Don Quijote, aporreada y pisoteada por una masa devastadora que como los astados de la fábula no se sabía muy bien si iba de sur a norte o de norte a sur, profiriendo insultos a diestra y siniestra, dando derrotes a quien se cruzara en su camino y a final de cuentas como en la fábula, sin saber dónde sería la lidia ni quiénes los lidiadores.

Brutal y doloroso atropello. Siniestro espectáculo, que cual marabunta a su paso detrás sólo deja confusión y devastación. Transgresión llevada al extremo, actuación de la irracionalidad, vocerío discordante en tropel, atropellándolo todo.

Así como la manada de reses que iban a ser lidiadas atropelló a Don Quijote hace cuatros siglos, le rindió y le dejó estropeado junto con emblemas e ideales, asimismo parece haber sido arrasada la UNAM, entre gritos, quejas y mentadas. No han valido años de esfuerzo, reflexión y academia, que han sido pisoteados, como Don Quijote por los astados de los cuales no se sabía la procedencia, el rumbo y el paradero.

Si bien los tiempos, espacios y circunstancias han cambiado, y habría que reflexionar sobre la apertura, la pluralidad y los nuevos lenguajes y simbologías, resulta inegable que los estragos sobre la UNAM figuran el efecto palpable y lastimoso de un tropel, que sin consideración ni respeto alguno ha pisoteado y maltratado nuestras instalaciones y nuestros principios. No es bajo los ``cascos'' de la irracionalidad como puede reconstruirse un nuevo espíritu universitario.

La reconstrucción de la UNAM se nos aparece ahora como una empresa entre quijánica y quijotesca. ¿Habrá que luchar contra molinos de viento y lo que detrás se oculta? ¿Podrán recuperarse los ideales que cabalgaron y mantuvieron en pie, a pesar de reyertas y entuertos a nuestra universidad? ¿Podrá levantarse de nuevo de las brutales arremetidas y conservar lemas, tradición, academia e ideales? ¿Se tendrá la capacidad de atender a la cordura sin abandonar los sueños que alguna vez dieron razón de ser a nuestra máxima casa de estudios?

Resulta difícil responder, pero se antoja soñar, a la manera del personaje cervantino, que en la figura del nuevo rector pudiera encarnarse el ingenioso hidalgo que cabalgando en la grupa de la razón y la mesura pudiera hacer resurgir de tanto destrozo y tanta ruina el espíritu universitario.