* De Bolivia a Buenos Aires, para reconstruir la historia
Hijos de desaparecidos durante la dictadura buscan su identidad
* Benito Peña tenía año y medio cuando se llevaron a sus padres
* Consigue algunos datos hurgando en viejas cartas y expedientes
Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 1o. de diciembre * Cuando llegó desde Bolivia a Buenos Aires, hace muy pocos días, para tratar de reconstruir su historia y su identidad, Leonardo Benito Peña pensaba que su madre, Irene Nélida Pena, era paraguaya. Ella esta desaparecida aquí junto a su padre boliviano, Benito Choque Cosme, después de que ambos fueron secuestrados durante la pasada dictadura militar. Ahora sabe, entre otras cosas dolorosas, que en realidad su madre era argentina, posiblemente hija de paraguayos, y que cuando fue secuestrada el 16 de septiembre de 1976, estaba embarazada de dos meses.
Leonardo Benito Peña tenía año y medio cuando se llevaron a sus padres. Había dos hermanos pequeños por parte materna. Los tres niños quedaron con el abuelo, cuyo rostro él cree a veces recordar, "aunque es imposible", dice.
Después de aquel día su abuelo, desesperado ante la vigilancia en la casa, pidió a la familia del padre en Bolivia que vinieran a buscarlo. Una tía lo sacó clandestinamente y vivió todos estos años esperando el regreso de sus padres. "Mi abuela me decía desde niño 'un día va a aparecer tu papá', y yo lo esperaba siempre. Me creaba muchas fantasías, muchos sueños, pero un día me fui acercando a los familiares. Y allí me di cuenta que había muchos como yo que también esperaban, pero que teníamos que hacer algo más: reconstruir lo que había pasado".
Lo dice a La Jornada y sus ojos tienen expresión de niño asombrado y también se humedecen cuando avanza en el relato. Traía algunos datos que fue hurgando en viejas cartas o en los expedientes que laboriosamente reúnen en la Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por la Liberación Nacional (ASOFAMD), cuya presidenta es la histórica dirigente Loyola Guzmán. Con ella llegó aquí para tratar de ir lo más lejos posible en la reconstrucción de la verdad negada.
"Fui a la vieja dirección donde vivía un tío y aún estaba allí. Era hermano de mi madre. Pude reunir algunos datos más. Entré al cuarto donde alguna vez durmió mi padre. Toqué las paredes. Lo imaginé en esos últimos días antes del secuestro, cuando le dio a mi tío varios remedios para repartir entre quienes lo necesitaran. Y aunque lloré mucho, también sentí alivio, porque en Bolivia no podía ni imaginar cómo yo había nacido aquí y cómo era el lugar donde se llevaron a mis padres".
Hora tras horas, Leonardo, que aparenta ser aun más joven, camina, va hacia un lugar, busca el hospital de Clínica donde su padre trabajaba como técnico de laboratorio, y toca también la puerta de una casa donde estuvo la clínica San Cristóbal, pero allí ya no hay nada. Y en estas horas se acaba de encontrar con un primo suyo que buscó obstinadamente.
"Ahora sé que se los llevaron a la cinco de la tarde y que nosotros ųyo era el más pequeñitoų nos quedamos llorando horas y horas con el abuelo. Sé que se los llevaron a Orletti (el campo de concentración que funcionaba en el esquema de la operación Cóndor) y que al parecer eran militantes del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), y seguiré buscando y preguntando. Necesito saber más, cómo eran ellos, qué me hubieran dicho, quizá". Leonardo no está solo en esta búsqueda. A su lado, pequeña, de rostro sufrido pero dulce, Loyola Guzmán, que es algo así como la historia de Bolivia, lo alienta y acompaña. También está Estela Suárez, cuyo hermano Erasmo Suárez Balladares desapareció en Buenos Aires el 19 de abril a las dos de la mañana. "Llegaron muchos hombres de civil, y se identificaron como policías. El estaba con su compañera, Teodora Condori, de Salta y la hija de ella de unos 13 años. Ya en el lugar los violaron a los tres, los torturaron y se fueron con mi hermano envuelto en una sábana, ya tan golpeado que parecía muerto. Tres días después vinieron a buscar a Teodora que estaba malherida y ella se salvó porque al parecer la estaban llevando a Tucumán, no sabe muy bien, está tan aterrorizada que casi no puede o no quiere recordar.
Estuvo en un campo de concentración, pero no sabe muy bien dónde fue, recuerda que había extranjeros. Y como la habían torturado tanto, pensaron que estaba muerta y la arrojaron del tren en un lugar desierto. Era Tucumán, por eso cree que la estaban llevando hacía allí. Milagrosamente sobrevivió, la recogieron unos campesinos del lugar y vivió escondida durante mucho tiempo. Ahora no sale del terror y recordar para ella es vivirlo todo de nuevo", dice Estela.
Ella ha comenzado a reconstruir la historia y sabe que además del secuestro, les robaron todo, y que la niña de 13 años se salvó porque no estaba cuando vinieron a buscar a Teodora. "No puedo aceptar que mi hermano esté muerto, y si usted ve que me detengo a mirar los mendigos, es porque pienso que él podría estar así, abandonado o loco, y que un día de repente lo voy a encontrar. El estaba aquí exiliado porque era perseguido por la gente del general Hugo Bánzer. Cuando éste habló de que podían retornar todos, él fue a La Paz en diciembre de 1976. El 12 de enero de 1977 regresó a Buenos Aires sin imaginar siquiera que el 19 de abril iba a comenzar la tragedia de nuestras vidas. Hay cosas terribles en el relato de su compañera. Incluso recuerda que con la sangre de mi hermano le escribieron algo en la frente. Pero ella no lo vio nunca más desde que lo llevaron. No estaba en el campo de concentración donde ella estuvo. Así que perdimos el rastro."
Choque y Suárez Balladares integran la lista de 44 bolivianos desaparecidos en Argentina Cóndor "Pero sabemos que son muchos más porque tenemos datos de desapariciones en Salta, en el Ingenio Ledesma (Jujuy) y también en Tucumán y Córdoba. Así es que a medida que muchos bolivianos entienden que sus familiares que dejaron de escribir un día, por esos años de la dictadura, pueden estar desaparecidos, llegan a contar la historia y a buscar datos. Así hemos buscando y encontrado documentos. Queremos saber la verdad sobre los desaparecidos en nuestro país y en Argentina. Hemos conocido casos casi increíbles, como de obreros apresados en una reunión en Oruro, que luego aparecen en Chile y en La Paz. Es como un infierno del que parece que no podremos salir".
Loyola muestra un telegrama del Ministerio del Interior de Bolivia que esta bajo un código 306\77 de "Sistema Cóndor", solicitando información a Argentina sobre el paradero de algunos ciudadanos de Bolivia.
"Esto está firmado por el coronel Loaiza, uno de los militares acusados en ese país, como perteneciente al esquema de Cóndor". Loyola Guzmán buscará junto a los familiares, apoyada por los organismos humanitarios de Argentina. Y así ha comenzado a reconstruirse aquí otro capítulo trágico de aquella ronda interminable de la muerte en los años 70.