* El realizador estrena hoy su largometraje La vendedora de rosas


Colombia es un país ''demente'' que no tiene experiencia de civilización, dice Víctor Gaviria

* Se trata de una cinta dura, pero matizada por la vivacidad de los infantes, señala

* ''El llamado de atención no sólo es por los niños de la calle, sino por toda la sociedad''

Mónica Mateos * La vida sin maquillaje, apenas con la luz y la poesía necesarias para transformarse en cine de ficción, es la materia que alimenta el trabajo del cineasta colombiano Víctor Gaviria (Medellín, 1955).

Por eso, los personajes de sus historias no son interpretados por actores profesionales, sino por niños y jóvenes ''sin futuro", protagonistas del drama social que tiene convertido a Colombia en ''un país demente", de acuerdo con las palabras del realizador.

En La vendedora de rosas, cinta que se estrena hoy en México, actúan niños de la calle con todo y su bote de cemento en la mano, mostrando su fragilidad y su dureza sin ensayos, así como una estremecedora capacidad para ''improvisar" frases como: ''Para qué queremos zapatos si no hay casa".

 

Presente total, sin futuro y sin pasado

 

En la película se narran las últimas 24 horas de vida de Mónica, una niña de trece años que aprendió a convivir con la violencia, la pobreza, las drogas y la orfandad en las calles de Medellín. Su historia casi es idéntica a la de Leidy Tabares, la adolescente que fue convertida en actriz de esta cinta y que Gaviria conoció en un internado de monjas.

''Antes de hacer La vendedora de rosas, ya conocía ese mundo, el no futuro, pues realicé varios cortometrajes y documentales en torno del tema hasta filmar, en 1992, mi primera cinta de ficción titulada Rodrigo D, con jóvenes de barrios donde se crearon los sicarios colombianos que tanto le sirvieron al cártel de Medellín. Por tal razón, hay acerca del presente trabajo mucho conocimiento. Y mucho amor a estos jóvenes que viven en un presente total, sin futuro y sin pasado", explica Gaviria.

Agrega que los jóvenes con los que ha convivido hasta un año antes de empezar a rodar, "son un encanto de personas, son los actores de la vida. La vendedora de rosas empezó a gestarse cuando hice un documental acerca de un instituto de apoyo a niñas de la calle. En esos días quería hacer un cuento de Navidad, el de La vendedora de fósforos, de Hans Christian Andersen. Convencí a una niña para participar en el proyecto, fuimos muy amigos durante dos años, luego se perdió y la volví a encontrar cuando ya tenía 16 años, en 1995. Ella no podía ser ya la protagonista, entonces le pedí que me ayudara a buscar a la actriz adecuada. Era una ladrona, le decían La ratona y era tremenda, todo mundo la respetaba y la quería. Me dijo que ya deseaba salirse de la calle porque tenía dos hijos y pensaba en el futuro de ellos si algún día caía en la cárcel.

''Fuimos a un internado y ahí encontré a la protagonista, pecosa, sonriente, de ojos pícaros. En la calle, las chicas que conocimos eran demasiado decodificadas, es decir, no cumplían las citas, a veces no se acordaban quién era yo, no les interesaba hacer una película, no las convencí de que trabajaran conmigo. En el internado encontré niñas que habían sido de la calle, que conocían ese dolor, pero a las que ya les habían dado una disciplina.''

 

Pérdida de tejido social

 

''La vendedora de rosas es una película dura, pero está matizada por la vivacidad de los niños. Hubo una intensa convivencia del equipo de producción con ellos, con la esperanza de conseguir para el espectador la sensación no sólo de los hechos, sino de las personas. Por lo general, hay una tendencia a hacer cine basado en acciones, pero en esta cinta son las acciones las que hablan de unas personas en particular, y eso es lo más importante."

-En ese sentido, Ƒtu película es un llamado de atención ante la indiferencia de algunos sectores respecto del problema de los niños de la calle?

-Sí, es decirles ''oigan, miren, esto no es un problema secundario'', sobre todo en Colombia. Si tú vieras cómo el país se ha descuadernado tanto... no existe la experiencia de advertir problemas como el de los niños de la calle, que constituye una pérdida de tejido social, como dirían los sociólogos. Es una verdad tremenda que anula la esperanza de volver a tener una experiencia de civilización, de ciudad, de cultura y todo lo que ello implica. En Colombia se ha perdido mucho debido a todas las generaciones que han vivido la guerra social y no hay gente más representativa de lo que es el país que estos niños.

''Por ejemplo, se están gestando asesinos, como uno que recientemente se descubrió que mató a 140 niños, y tú lo miras y es una persona que parece común y corriente. Colombia es un país completamente loco, demente, que se ha deteriorado hasta convertirse en un lugar que no tiene experiencia de civilización. El llamado de atención en esta película no es sólo por los niños de la calle, sino por toda la sociedad."

-ƑCómo ha sido el recibimiento de la película en Colombia?

-Ha impactado mucho, a algunos de manera negativa porque dijeron que se habla mal del país y no de lo bueno. En parte tienen razón, pues sucede que tenemos un periodismo muy amarillista que abruma a las personas con las malas noticias sin darles a entender los procesos que hay detrás de los acontecimientos. Estamos saturados de malas noticias y no se comprende que a veces los hechos son infames, pero las personas no. Hay muchos prejuicios, se piensa que la drogadicción es un proceso de deshumanización, pero a veces es casi como un último recurso en la búsqueda de humanidad.

 

Película hecha con sinceridad

 

''La película está hecha con sinceridad. En Europa, sin embargo, no pueden creer que el drama de los niños de la calle exista, les parece que uno exagera. En Latinoamérica, en cambio, a todos nos llega el tema porque en todos los países lo vivimos."

-ƑY qué ha pasado, por ejemplo con Leidy?, me imagino que le cambiaste la vida al convertirla en actriz y llevarla a los festivales de cine de Cannes y de Viña del Mar, donde le concedieron un premio por su actuación.

-Leidy sigue vendiendo rosas en las calles de Medellín. Le dieron una casa y algunas otras cositas; ha viajado mucho, vive con su mamá, pero sigue trabajando, al igual que las otras niñas que aparecen en la cinta, en la calle. Es debido a la indiferencia que se vive en Colombia y que impide que algún productor se salga un poco de su rutina diaria para percatarse de que Leidy puede trabajar en otra cosa. Porque me lo han dicho, me han llamado de canales de televisión para felicitarme por el hallazgo de tan buena actriz y pedirme los datos para localizarla, pero ahí queda todo. No lo vuelven realidad porque ''no tienen tiempo'', se les olvida, caen en la inercia.

(El estreno comercial de La vendedora de rosas se efectuará hoy, a las 20:00 horas, en Cinemex Plaza Loreto. El boleto cuesta 200 pesos porque la función será a beneficio de la asociación civil Ministerios de Amor de México.)