* Estudiantes y académicos del Tec fueron partícipes de la saramagia


Saramago: ayer escribía para no morir; hoy, para comprenderme

* La sencillez y la profundidad de sus respuestas se tradujeron en un manantial de parábolas

* ''Si se dirige a las instituciones, al poder y a la prepotencia, la ironía es necesaria y hasta vital''

Mónica Mateos * Denle un tema y moverá corazones. Es el aforismo que José Saramago, el Nobel de Literatura portugués, convierte en una experiencia para recordar toda la vida cuando se le invita a charlar. Ayer, en su primer día de visita a la ciudad de México, sus palabras fueron escuchadas por cientos de jóvenes que saborearon eso que ya se conoce como ''saramagia", es decir, el poder que tiene el escritor para transformar el alma de quien se acerca a conversar con él o con sus libros.

Por la mañana, Saramago se reunió con la comunidad estudiantil y académica del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), en el contexto de la Cátedra Alfonso Reyes que imparte dicha instancia de educación superior.

Un par de preguntas bastaron para desencadenar en el narrador lusitano un manantial de parábolas que desarmaron la solemnidad y rimbombancia con que se pretendió guiar el encuentro.

La sencillez y profundidad de las respuestas de Saramago contrastaron con la petulancia de algunas preguntas. El resultado fue que el público presente se convirtió de pronto en un niño que en las rodillas del abuelo sabio aprende que las cosas esenciales de la vida son las que están más alejadas del oropel.

 

No llorar sobre la ''leche derramada''

 

El autor de Manual de caligrafía y pintura dijo que él no nació para ser escritor, mucho menos un premio Nobel, ''pero lo tengo. ƑY quién nace para ser esto o para aquello? Lo que sí es cierto es que hay millones que nacen para la nada. Y de alguna forma yo nací para la nada, en un pueblo de gente analfabeta, y si mis padres no hubieran decidido irse a Lisboa para intentar vivir un poco mejor, quizá seguiría en el pueblo".

Habló del dolor ''un poquito tonto" que le causa pensar que no cumplió el sueño de su vida: ir a la universidad, pero ''las cosas son como son y no vale la pena llorar sobre la leche derramada".

No obstante, agregó, sus formación la realizó en las bibliotecas públicas y nutriéndose de las experiencias de sus abuelos: ''Sigo siendo el nieto de ese hombre y esa mujer y no quiero perderlos, es decir, no quiero olvidarlos, ni mis orígenes, mis raíces, la casa pobre, el suelo de tierra, la lluvia que entraba, los cerdos al lado. De esa gente que pareciera que no lleva dentro más que la brutalidad de su propia vida, yo aprendí casi todo lo que he escrito o por lo menos quedó el terreno bien preparado para la siembra de todas esas palabras, eso sí.

''Pero no quiero hacer aquí ninguna demagogia, sería fácil decirles 'miren, yo que tuve un origen tan La vejez empieza cuando se pierde la curiosidad, afirma el narrador portuguŽs n Foto: Omar Meneses humilde aquí estoy con la gloria, la fama y el triunfo'. No. Lo importante es que de una manera sensible podemos comunicarnos unos con otros por la palabra, una palabra directa, franca, honrada, clara, que no se disfraza."

 

Mentalidad, sólo una

 

José Saramago hizo una pausa para llamar la atención acerca de una ''diferenciación" que se hizo en la presentación de la actividad:

''Me pareció que aquí hablaron de dos mentalidades distintas, una humanista y otra técnica. No podemos simplificar tanto las cosas.

''Mentalidad sólo hay una, y al recordar a Leonardo da Vinci o a Miguel Angel creo que se puede ser un artista y un inventor.

''No hay ningún motivo para caer en ese prejuicio de que hay dos mentalidades distintas o que hay incompatibilidad. El desarrollo tecnológico ha creado esa fascinación en la que se cree que si uno está ahí no puede estar acá. Pero hay que tener una mirada amplia y no olvidar que la vida no es sólo lo que uno hace sino también lo que los otros están haciendo.

''La vejez empieza cuando se pierde la curiosidad."

-ƑQué nos puede decir de la ironía que hay en su obra? -le preguntaron al escritor.

-Que no nací irónico. Ninguna madre pone en el mundo militares, todas dan a luz civiles. Fui un niño tímido, ensimismado, no es que no fuera simpático, sino que no tenía oportunidad para serlo. Con esto quiero decir que hay que tener mucho cuidado con la ironía dirigida a otras personas, porque es una agresión. Eso lo tengo muy claro.

''Nadie, pero nadie, tiene el derecho de ser irónico con otra persona porque eso es considerarse superior a otro. La ironía es necesaria y hasta vital cuando va dirigida a las instituciones, al poder, a la prepotencia. Pero en una vinculación personal sería como una relación entre colonizador y colonizado.

''Hay dos modos de mirar la realidad: lo superficial y lo profundo. Para conocer las cosas hay que darles la vuelta completamente, porque quizá del otro lado las cosas no sean lo que parecen y eso es la mirada irónica, la que va más allá de las apariencias, la que le dice al rey que va desnudo. Si lo hiciéramos siempre, muchos de los prejuicios que nos impiden pensar se desatarían un poco.''

-ƑUsted pretende hacer filosofía por medio de la literatura? -se le planteó a José Saramago.

-Filósofo es una palabra mayor. Aunque se debería incluir dentro de los derechos humanos el derecho a la filosofía, no para ser un filósofo sino para saciar la necesidad de comprender. Por eso digo que quizá yo soy un ensayista que, como no sabe escribir ensayos, escribe novelas. Pero hay algo más, ante la pregunta fatal de los periodistas que me dicen: ''ƑUsted por qué escribe?", existe la respuesta fácil: ''Para que la gente me quiera", también podría decir que escribo porque no me quiero morir, pero ahora digo que escribo para comprenderme.

''Dentro de nosotros hay una noche negra que no nos deja pensar en que usamos la razón contra la vida y no para defenderla, por eso en Ensayo sobre la ceguera lo que quiero decir es que todos estamos ciegos.

''El ser humano ha creado el arte, pero también inventamos la crueldad, la tortura contra el espíritu y el cuerpo."

 

Gracias por estar en México

 

Al terminar la conversación con los académicos del Tecnológico de Monterrey, Saramago firmó durante 45 minutos cientos de sus libros. Ofreció su sonrisa, su paciencia, un apretón de manos y para los menos tímidos que se lo solicitaron, abrazos y besos que provocaban lágrimas en el lector y emoción en el escritor.

''Gracias por estar en México, lo queremos", le dijo una anciana mientras le acariciaba el brazo. ''Mira cuánto costaba tu libro antes del Nobel", le confesó un chavo, entusiasmado. Los más, se acercaban en silencio, con la admiración reflejada en sus caras y abriendo mucho los ojos para no olvidar ese rostro de hombre bueno.

Y se alejaban de la mesa donde habían recibido el autógrafo, abrazando la novela, sonriendo, paladeando esa historia para algún día contarla al nieto sentado en las rodillas de un abuelo con memoria.

Asimismo, el Nobel de Literatura concluyó la mañana con una emotiva visita a las instalaciones de La Jornada.