Alberto J. Olvera Rivera
El PAN en los estados: la agenda conservadora
Vicente Fox y el PAN han tratado de construirse una imagen moderna, tolerante y democrática con vistas a las elecciones del 2000. Sin embargo, a cada paso que dan emerge su ideología conservadora profunda. La represión a los barzonistas en Guadalajara, el referéndum sobre los table dance en Monterrey, la campaña antiaborto en la misma ciudad y los exhortos de Fox contra el "viejo jacobinismo" son tan sólo los ejemplos más recientes. Asimismo, la actitud adoptada por el PAN frente a la tragedia de Celaya nos habla de la existencia de un doble estándar que poco ayuda a restablecer los nexos entre moral y política en la vida pública.
El gobernador de Jalisco, Alberto Cárdenas, apoyó la agresión policial contra los manifestantes barzonistas que terminó en la hospitalización de su dirigente, Maximiano Barbosa. Es evidente que hubo brutalidad policiaca, y lo menos que exige la ciudadanía es que los policías involucrados sean castigados. Ese acontecimiento es apenas el último de una larga serie de atentados a los derechos humanos en Jalisco. Recuérdese el caso de la violación de un delincuente por el jefe operativo de la policía tapatía. ƑEs ésa la forma en que el PAN piensa respetar los derechos humanos si gana las elecciones federales?
El referéndum organizado por el presidente municipal de Monterrey, con el supuesto fin de conocer la opinión ciudadana sobre los table dance, demuestra que desde la perspectiva conservadora los ciudadanos no pueden tener la libertad de decidir cómo divertirse. Se trata de una moral tradicional a cuyo amparo pueden establecerse toda clase de prohibiciones a los actos que ella considere inconvenientes. También han quedado de manifiesto los riesgos del mal uso de un mecanismo de participación ciudadana en la vida pública. El referéndum debe ser reglamentado para que tenga validez y represente verdaderamente el sentir ciudadano, sobre todo cuando se va a traducir en medidas inmediatas de política pública. Cuando menos 2 por ciento de los ciudadanos en edad de votar participan en un referéndum, como es el caso, pero lo que se tiene es una pequeña muestra del sentir de un grupo y no un mandato popular. Debe estatuirse que un mínimo de 20 por ciento de los ciudadanos debe participar en un referéndum para que tenga validez, y debe dársele a la parte afectada el derecho de exponer su posición en público.
Por si eso fuera poco, en Nuevo León hay también un fuerte movimiento para incluir en la Constitución local el concepto del derecho a la vida desde la concepción, cuyo efecto práctico es la prohibición total del aborto, aun en condiciones de urgencia médica o de violación. Dejar pasar esa legislación en Nuevo León abriría la puerta a una ofensiva nacional conservadora.
El reclamo de Vicente Fox por una educación religiosa en las escuelas públicas reabre una discusión que se pensaba saldada en México. La propuesta de Fox, junto con la pretendida apropiación del estandarte de la Virgen de Guadalupe, muestra a un líder anclado en las viejas tradiciones conservadoras y no al líder moderno que dice ser.
En Celaya parece haberse olvidado que los funcionarios municipales tuvieron una responsabilidad ineludible en la tragedia del estallido de un gigantesco depósito de cohetes. El PAN tuvo una oportunidad extraordinaria de demostrar que hay coherencia entre su discurso de la responsabilidad pública y su práctica política. Pero Fox decidió proteger al funcionario y de paso al gobernador sustituto de Guanajuato. No se vale tener un doble estándar en la vida pública: uno para los amigos y otro para los enemigos.
El PAN no logrará ganar las elecciones defendiendo una agenda conservadora como la que se perfila en esos procesos regionales y en el discurso de Fox. El atractivo principal del PAN ha sido su rescate de una moralidad pública liberal democrática que, por su propia naturaleza, debe ser tolerante y dejar a los ciudadanos la decisión de lo que es bueno para ellos en su vida personal. La sociedad mexicana no admitirá esos controles, aunque se disfracen de buenas intenciones. Menos admitirá un doble discurso en el que se exige responsabilidad pública a unos gobernantes, pero se cubren las omisiones de otros.