Ť Surge el debate por la agenda empresarial de EU
Une la ronda a grupos que se oponen a sumisión de gobiernos
Ť Acusan a Washington de comportarse como sirviente de empresas
Jim Cason y David Brooks, enviados, Seattle, 29 de noviembre Ť Los delegados de los gobiernos reunidos aquí en la Organización Mundial de Comercio (OMC) tal vez no puedan llegar a un acuerdo dramático sobre una nueva ronda de negociaciones del comercio internacional, pero irónicamente su presencia ha servido de catalizador para unir a una diversidad de opositores de una amplia gama política frecuentemente divididos entre sí, y con ello inaugurado un nuevo debate popular sobre la creciente sumisión de gobiernos a la agenda empresarial en este país.
Esta mañana cientos de trabajadores siderúrgicos estaban sentados en una iglesia codo a codo escuchando a jóvenes activistas ambientalistas y legisladores que condenaban a las empresas que, con el amparo de los acuerdos de libre comercio, destruyen bosques y contaminan al medio ambiente. Para muchos de los trabajadores siderúrgicos --que llegaron a esta ciudad por preocupados por perder sus empleos ya que las empresas se trasladan al extranjero-- este acto era su primera oportunidad de escuchar las preocupaciones de los ambientalistas.
En otra parte de esta ciudad, sindicalistas de los Teamsters se unieron a granjeros que protestaban la creciente concentración de la producción agrícola en manos de las transnacionales en una manifestación frente a un McDonalds, mientras que a unas cuadras activistas estudiantiles marchaban frente a una tienda de ropa Gap para protestar por la explotación de sus trabajadores en el Tercer Mundo.
Para los trabajadores, granjeros, ambientalistas, estudiantes y otros reunidos aquí, el enemigo principal no es la OMC en sí, sino la manera en que los gobiernos ceden el poder a las grandes empresas globales.
"Existe una conciencia generalizada de que se le ha quitado el poder al pueblo", explicó el ex comisionado de Agricultura de Texas, Jim Hightower, uno de los activistas populares más conocidos aquí. "En verdad, esto se trata de la soberanía, sobre si nosotros, el pueblo, vamos a tener la autoridad o si vamos a ceder esa autoridad a las empresas globales".
El texano acusó que el gobierno estadunidense se comporta de manera creciente como sirviente de estas empresas, más que como servidor del pueblo, y sostuvo que las reglas que se negocian en la OMC son precisamente las que permiten esta expansión del poder empresarial. Con este proceso, los partidos políticos se convierten en servidores de esas empresas. "Tenemos un sistema de dos partidos que en realidad es un sistema de un sólo partido, el dinero. Todos los candidatos están de acuerdo con la agenda empresarial y la gente con el dinero son los que establecen esa agenda".
Los granjeros, sindicalistas, estudiantes y ambientalistas que en pocas cosas han estado de acuerdo en torno a propuestas políticas o estrategias de repente reconocen un interés común: la demanda por descarrilar un sistema comercial que consideran sirve sólo para que avancen los intereses de las grandes empresas, y para protestar contra un gobierno que ha cedido el poder a esas empresas.
"Nos oponemos a la OMC con su puerta cerrada y prácticas de las grandes empresas", afirmo Ralph Nader, el defensor del consumidor que fundó la organización nacional Public Citizen.
Esta oposición ha generado nuevas alianzas populares. Ayer, el trabajador siderúrgico Cory McKinley se encontró marchando junto con estudiantes opuestos a esos talleres en el Tercer Mundo, así como también por la defensa de los antiguos bosques de secoya. "Los siderúrgicos unidos de Estados Unidos bligados a la huelga", decía su pancarta, junto con la frase "sindicalizar para debilitar a la OMC".
McKinley comentó a un periódico local que "jamás en un millón de años me hubiera imaginado que estaría marchando con algunas de estas gentes. Antes, mi decir preferido era no hay nada más bonito que un patio hecho de madera secoya".
Pero para McKinley y sus compañeros de trabajo, la batalla contra la OMC podría ser la última. "Si no los detenemos (a la OMC), de ampliarse el libre comercio en esta reunión, ello podría implicar el fin de la industria del acero básico en este país", indicó a La Jornada Bill Klinefelter, el director político del sindicato siderúrgico nacional (USWA).
Según John Hansen, dirigente de la Unión de Granjeros de Nebraska, "estamos encontrando que los granjeros están hoy menos optimistas sobre su futuro que en cualquier momento durante los últimos 30 años".
La amenaza percibida no es menos urgente para los ambientalistas. "La gente se siente amenazada por los efectos de creciente poder de las empresas en este país", comentó la activista ambiental Alicia Littletree en otro acto.
Aunque no hay aun consenso entre los 5 mil delegados de los 129 países que participan en la reunión de la OMC esta semana, su presencia parece haber generado un consenso entre cientos de organizaciones y decenas de miles de activistas en este país. La agenda de la cúpula aparentemente ha creado un movimiento en la base. Eso no estaba previsto como objetivo del programa oficial.