Ť En el inicio de la ronda, hubo más detractores del libre comercio
Rechaza Moore que la OMC sea supranacional
Rosa Elvira Vargas y Roberto González Amador, enviados, Seattle, 29 de noviembre Ť En el péndulo de aquellos que no encuentran nada que agradecer al libre comercio y sí mucho que reclamarle, y quienes por ubicación laboral e ideología lo defienden, Mike Moore, director de la Organización Mundial de Comercio (OMC), reivindicó al organismo y sus intenciones: la OMC, dijo, no es un gobierno mundial o supranacional; no es una policía global ni un agente de los intereses de las grandes corporaciones.
Al inicio de la todavía impredecible Ronda del Milenio, Moore dio la verdadera perspectiva desde la que el poderoso organismo, aprecia la geopolítifca actual: los países de hoy no se dividen entre Norte y Sur, izquierda y derecha, sino en aquellos que han dado la bienvenida al futuro y aquellos que le tienen miedo.
Y la única disyuntiva válida, apuntó enseguida, es si se deja que en la globalización se imponga la ley de la selva de los poderosos o se logra un sistema de acuerdos y reglas internacionales y ratificados por gobiernos soberanos. La globalización no es una elección política sino un hecho.
Para ilustrar, paradójicamente Moore utiliza las mismas interrogantes que hace la oposición al libre comercio, pero con respuesta que a la medida de sus objetivos ha diseñado la OMC: Ƒcómo dar trabajo a los desempleados o casa a los desposeídos haciendo nuestras economías y sociedades más pobres? Consideren esto: las exportaciones han aportado más de
un cuarto del crecimiento económico de los Estados Unidos en los últimos seis años y han proporcionado 20 millones de nuevos empleos.
Y ese claramente, es el mensaje de Seattle: la mayor amenaza a la seguridad futura y a la estabilidad del planeta está en la pobreza, y conseguir el desarrollo sostenible de los países sólo puede lograrse con mayor inversión y comercio. Lo expuso así Clare Short, secretaria de Estado para el Desarrollo internacional en Gran Bretaña. Abogó entonces por la democracia y la eliminación de la corrupción en los países pobres, pues el autoritarismo y la autarquía, subrayó, han sido probadas y han fracasado porque aumentan la pobreza y empeoran cualquier situación.
Para la funcionaria inglesa, participante en el panel cuyo inicio se demoró cuatro horas --porque esos que no entienden tan grandes bondandes del libre comercio entorpecieron el acceso al Centro de Convenciones-- sólo con más inversión y comercio los pobres podrán tener acceso a los satisfactores. Y está más que probado, pues los datos disponibles muestran que mientras los países ricos han crecido en los últimos 40 años a un ritmo promedio de tres por ciento anual, mientras que las naciones en desarrollo lo han hecho al cuatro por ciento.
Ese impecable análisis la llevó a la conclusión: el aumento del comercio ayuda reducir la pobreza y es fundamental para sacar al prójimo de su postración. Entonces, ese misma visión la llevó a asegurar que el trabajo infantil no es un problema de comercio, sino del desarrollo.
Ese trabajo, explica Short, en todos los países pobres, al igual que ocurría en nuestras naciones cuando eran pobres; sólo 5 por ciento de los niños trabajadores están en el sector de las exportaciones.
Antes de entrar o evidanciar sus diferencias internas, la apertura global o por sectores, liberación de la agricultura y los servicios, etcétera, la OMC ha tenido que dotarse de mayor encanto y abrir la agenda de Seattle a las organizaciones no gubernamentales para que den a conocer sus inquietudes y se hagan escuchar, como explicó esta mañana el enviado de Charlene Barshefsky, la encargada comercial del gobierno de Estados Unidos.
Pero la contraofensiva, al menos discursiva, tanto para aquellos que desfilan por las frías calles de Seattle, como a las que se han inscrito para aprovechar la apertura, ocurrió hoy mismo a cargo del propio Moore, quien señaló de entrada que los planteamientos de los opositores son correctos. Si la gente, especialmente los jóvenes, dicen que el desempleo es alto, es cierto; si los sindicatos quieren mejores salarios y condiciones para los trabajadores, están en su derecho; si los ecologistas dicen que el crecimiento debe ser sustentable y no destruir el balance ecológico del planeta, tienen razón; y cuando los países en desarrollo dicen que ellos no tienen acceso a mercados ni justicia económica, también están absolutamente en lo correcto, convino sin chistar.
Admitió también que en todo el mundo existe hoy ansiedad e incluso ira en la gente que siente que es demasiado el tiempo que deben esperar para obtener los beneficios de la apertura comercial.