Lulú en el puente
Una de las cintas más esperadas de la Muestra es Lulú en el puente, primera incursión directa del escritor estadunidense Paul Auster (La invención de la soledad, Leviatán, Editorial Anagrama) en el terreno de la dirección fílmica. Es cierto que anteriormente había escrito el guión de la estupenda Humo (Smoke, 1995), de Wayne Wang, y colaborado con el mismo director en Blue in the face (1996), también a partir de un guión suyo, pero hoy su involucramiento fílmico es total y el resultado sorprendente. Lulú en el puente no es una continuación de aquellas dos cintas, aunque en ella aparezcan nuevamente Harvey Keitel y Mira Sorvino. No hay tampoco aquí intersección de varias anécdotas, de esas vidas cruzadas en el barrio de Brooklyn, escenario de aquellas películas.
Auster sitúa su nueva historia en Manhattan, el territorio minuciosamente explorado en su Trilogía de Nueva York, y elige como personaje central a un saxofonista venido a menos después de la irrupción de un loco en el bar en que trabaja y de la bala perdida que le perfora un pulmón. El músico desencantado, de ánimo casi suicida, es Izzy Maurer (Harvey Keitel), quien sentencia refiriéndose a su propia muerte como artista: ''La vida es bella sólo si tú haces que lo sea".
A partir de esa anécdota, Auster construye una historia en la que se confunden realidad e invención. Izzy conoce una joven, Celia Burns (Mira Sorvino), de la que se enamora. Hay una piedra mágica que propicia el encuentro y que paradójicamente será la causa de las desventuras que padecerá después la pareja. Hay también una historia paralela, la del rodaje de una nueva versión de La caja de Pandora (1928), la cinta de G.W. Pabst, basada en la obra de Franz Wedekind, y que dirigirá una actriz retirada, Catherine Moore (Vanessa Redgrave). Esta relato secundario es desafortunadamente el punto débil de la cinta de Auster.
No sólo se desperdicia una presencia formidable, la de Vanessa Redgrave, en un homenaje forzado, sino que llega a parecer ocioso el paralelismo entre Mira Sorvino y el mítico personaje de Lulú que interpreta. Por fortuna, la actriz tiene un desempeño notable en su historia con Keitel, y este último una de sus mejores actuaciones, muy alejada por cierto de lo que se siente obligado a interpretar en la cinta franco-vietnamita Tres estaciones, de Tony Bui.
Paul Auster encuentra buenas equivalencias fílmicas para las obsesiones y elementos fantásticos presentes en sus relatos. La piedra mágica se convierte en un notable pivote narrativo, una suerte de nueva caja de Pandora capaz de desatar un drama o una tragedia, un objeto situado en los límites de la realidad y el sueño. En esa realidad, próxima a la alucinación, Izzy Maurer, de frente a su mefistofélico perseguidor, el doctor Van Horn (Willem Dafoe), se ve obligado a revivir su infancia y a redimir sus culpas, como si se tratara de un juicio final anticipado, hasta preguntarse atribulado: Ƒestoy vivo o estoy muerto?
Lulú en el puente despierta el interés por un cineasta independiente muy prometedor y también el deseo de transitar de nuevo, o por primera vez, por sus formidables invenciones literarias.
Ť Carlos Bonfil Ť