La Jornada domingo 28 de noviembre de 1999

Antonio Gershenson
Alternativas a la dependencia total

Los hechos están empezando a imponer una política más equilibrada en cuanto a las relaciones económicas con el exterior, con medidas que el discurso oficial anterior había rechazado. Por un lado, los acuerdos con otros países exportadores de petróleo han contribuido de manera muy importante a que el precio del petróleo se recupere y a que haya subido a más del doble. Con esto, tenemos más ingresos y enviamos al exterior menos petróleo crudo, recurso, no está de más insistir, que no es renovable.

Otro ejemplo es el proceso hacia un acuerdo comercial con Europa. Aunque hay polémica sobre la forma de conducir el proceso y sobre la falta de información oportuna al Senado y al país, parece ser que las principales fuerzas políticas de México coinciden en este acercamiento, después de años en los que la dependencia en relación con Estados Unidos se ha estado agudizando. En un proceso, del que fueron determinantes las políticas seguidas durante las negociaciones del Tratado de Libre Comercio y del macropréstamo de 1995, se abandonó la línea de diversificar mercados y de no vender a un sólo país más de 50 por ciento del crudo, a vender más de 80 por ciento del mismo a Estados Unidos; a depender, para el noroeste del país, del gas importado desde ese mismo país, para la generación de electricidad, para usos industriales y para usos domésticos, y a depender de la importación de refinados, alegando una supuesta falta de recursos para ampliar la capacidad interna de refinación, mientras Pemex invierte en renovar una vieja planta de la Shell en Texas.

En un plano más general, la importación de productos de Europa y de otras regiones es este año más cara, y se llega a pagar más de 40 por ciento del valor de los bienes importados por la carga fiscal total que se impone. Frente a esto, la importación de mercancías procedentes de los países con los que hay tratado de libre comercio tiene ventajas tales que llevan a que la dependencia se vaya ampliando. Es más, muchos de los desarrollos tecnológicos recientes se han dado en Europa, y productos muy útiles que no se producen en el continente americano deben importarse a un alto costo y tienen en México precios muy elevados. Esto frena el progreso del país.

Sin embargo, estas medidas de diversificación de la relación económica con el exterior no se ven correspondidas con las que deberían complementarlas. Siguen los problemas de dependencia excesiva, incluyendo los ejemplos ya mencionados aquí. Tal vez sea el próximo gobierno el que pueda dar congruencia a esta política más equilibrada. Este debe ser uno de los puntos clave en el debate nacional del año 2000 durante las campañas electorales. Es uno de los puntos en los que se debe concretar el planteamiento, hecho desde diferentes partidos, de centrar la campaña en la presentación de propuestas y alternativas de solución a los problemas del país, y no en ataques personales, como los que se han dado durante los procesos de selección de los candidatos de los partidos a puestos de elección popular, y ahora abiertamente en la campaña electoral nacional.

En cuanto a la dependencia energética, la alternativa debe contener, además de las mencionadas, medidas como: ampliación y modernización de la refinería de Salina Cruz, para surtir de combustibles de calidad a la zona del Pacífico y reducir la dependencia de las importaciones; reanudación de la exploración de petróleo y gas en las áreas del Pacífico que tienen posibilidades; construcción de un gasoducto transversal en el norte del país, para que haya gas de origen nacional en las regiones que no lo hay y las importaciones sean complementarias, pero no indispensables; mantener como duales las plantas eléctricas convertidas a gas, para que si éste falta se pueda usar combustóleo, y se debe terminar con la dependencia exclusiva del gas en nuevas plantas, diversificando fuentes de energía y apoyando en especial las fuentes de generación no contaminantes.