* La bestia del corazón, su más reciente novela
Quizá escribo para arreglar asuntos conmigo: Herta Müller
Miryam Audiffred * El mundo entero la reconoce como uno de los valores más sólidos de la literatura alemana. No obstante, se sonroja cada vez que alguien la llama escritora. Herta Müller no esconde su amor por las letras y la lectura; sin embargo, es firme cuando señala que "sólo a veces" se identifica con ese término: "No sé qué tanto puedo decir que soy escritora", comenta. "Escribo un libro cada dos o tres años y en medio de ese tiempo me dedico a todo, menos a tomar notas o apuntes. Además, es posible que escribir sea para mí sólo una forma de arreglar las cosas conmigo misma".
Pero esa no es toda la verdad. En repetidas ocasiones ella ha señalado que, cuando escribe, tiene la impresión de estar haciendo algo "aunque sea a posteriori''.
De visita en México para compartir algunos pasajes de su última novela, La bestia del corazón ųtexto que si bien ya ha sido traducido al español aún no llega a Méxicoų, Müller habla de su padre, de su infancia en Rumania, de la dictadura que oprimió a su pueblo y de sus conflictos internos, como si confiara que una velada es suficiente para entregarse totalmente.
Ante quienes se dieron cita en la Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles para escuchar su voz entrecruzarse con el timbre de Jesusa Rodríguez, reconoce que las imágenes vertidas en las páginas de En tierras bajas y El hombre es un gran faisán en el mundo son inventadas y que, tal vez, el riesgo de inventar escenarios es el motivo por el que sigue escribiendo. ''Me da miedo y al mismo tiempo me vuelve adicta".
Nacida en Rumania y residente de Berlín desde 1987, cuando se vio obligada a salir de su país por defender los derechos de la minoría alemana, Müller se ha dedicado a capturar el mundo rural inclemente, cerrado y opresivo con el mismo ahínco con el que refleja la desesperanza cotidiana, las supersticiones y los sueños de distintas comunidades europeas.
Se dice que la viveza de sus imágenes y el ritmo que otorga a sus relatos son la clave para comprender la poesía que se asoma por su prosa. Lo cierto es que la belleza de sus palabras debe ser buscada en su pasado y en los múltiples instantes que desde pequeña la forzaron a observar la muerte, el dolor y la solidaridad.
La sombra de la dictadura
La voz clara y pausada de Jesusa Rodríguez se escapa por las ventanas del Salón Morelos y libera las palabras de Lola. Sin prisa, consume los renglones escritos por uno de los tantos personajes imaginarios que viven en los relatos de Müller.
En este caso, Rodríguez recrea con sus labios la desesperación de una joven víctima del régimen de Ceaucescu y, al hecerlo, despierta el recuerdo de protagonistas anteriores.
La dictadura se ha convertido en la gran constante del trabajo de la rumana. Así, mientras La bestia del corazón retrata las consecuencias de vivir en el absolutismo, El hombre es un gran faisán en el mundo esboza la desintegración de una comunidad germánica asentada en una Rumania rural rodeada por una atmósfera opresiva y de insólita dureza.
No hay duda de la influencia de la dictadura. De hecho, Müller no duda en confesar que es este tema el que la obliga a escribir. "En cuanto se me viene una imagen a la mente me hundo en un periodo ininterrumpido de trabajo".
Además, sería imposible no criticar un régimen totalitario cuando se fue testigo de la persecución de judíos y gitanos. Su propio padre estuvo en favor del fascismo. ''Sé que si lo hubieran llamado a trabajar en un campo de concentración habría ido. Pero los dos tuvimos suerte: él, porque nunca fue requerido para tal función, y yo, porque no hubiera soportado tener un padre así''.
Emigrante los últimos tres años de dictadura, se transformó en extranjera del mundo. Ajena a su tierra y extraña para quienes la cobijaron, aprendió a mirar cada rincón con profundidad.
ƑHa cambiado Rumania desde su salida? "A primera vista podría decirse que tras casi diez años de la caída de Ceaucescu se transformaron muchas cosas pero, aunque haya varios partidos independientes y nuevos medios de comunicación, el servicio secreto continúa... sólo que con otro nombre".
Si es cierto, como dice Müller, que uno no puede regresar a su tierra como si nunca hubiera salido de ella, también lo es asegurar que hay muchas formas de no partir. Los libros son una herramienta para lograrlo y para seguir presente ignorando las etiquetas que el gobierno obliga llevar.