Guillermo Almeyra
Izquierda: la alternativa
El seminario en Florencia de las cabezas visibles de la llamada tercera vía prueba varias cosas. En primer lugar, por supuesto, la confusión que existe sobre esa supuesta "tercera vía" entre la socialdemocracia y el liberalismo pues muchos de los concurrentes forman, sin más, parte de éste. ƑAcaso Clinton y su versión del otro lado del Atlántico, Anthony Blair, tienen una relación incluso lejana con la primera, que tenía como fin declarado superar el capitalismo? En segundo lugar, la absoluta necesidad de definir el vago e histórico concepto de izquierda: Ƒ"izquierda" con respecto a qué? ƑHitler que mantenía abiertas las escuelas sería de izquierda con respecto a Gengis Khan? Por lo menos habría que adjetivar el terminacho y decir, por ejemplo, a costa de confundirlo todo, "la izquierda del imperialismo", "la izquierda de los políticos del capital financiero" o " la izquierda radical" o "anticapitalista". ƑBasta, en efecto, defender la vigencia de la Constitución y un estado de derecho (que excluya, sin embargo, los derechos sociales y la justicia social y tenga una total despreocupación por el medio ambiente) para ser de izquierda? ƑSer izquierdista y demócrata no presupone, por el contrario, preocuparse por el Demos, por el pueblo, y buscar más justicia e igualdad y reducir el peso de las oligarquías, hoy, las financieras que gobiernan, para aumentar la participación popular en las decisiones? En tercer lugar, una vez establecido que existen dos izquierdas (la interior al sistema, que lo acepta como único marco, y quiere ponerle paños tibios y parches y la alternativa, que se opone al mismo) habría que ver también la división en esta izquierda alternativa entre una de resistencia, reacia a la comprensión de las nuevas realidades, y otra de movimiento, de refundación, de cambio de la realidad y de sí misma. Por último, es evidente que hay que restituirle la prioridad a las ideas, al programa, a las propuestas de soluciones por sobre la política de pequeño cabotaje en la que todo consiste en las maniobras de los timoneles.
La definición de quién es quién en la izquierda es, antes que nada, de carácter ético. Quienes están cómodos en un mundo cada vez más inhumano y aceptan como marco único al del capital, que condena a dos terceras partes de la humanidad y las arroja fuera de la civilización, están separados por un abismo ético de quienes no pueden tolerar la opresión, la miseria, la ignorancia, la hambruna aunque personalmente no sean sus víctimas. Después, en este segundo grupo, están los que creen ser los "puros" y se contentan con defender sus libros sagrados sin buscar entender las contradicciones en la formación histórica de los sujetos sociales del cambio, la historicidad de ese proceso y la necesidad de partir del nivel de conciencia de la gente para poder estimular avances. Este grupo tiene todo resuelto. En su opinión, sólo habría que desenmascarar a los "traidores" que impedirían que se concreten las condiciones siempre actuales para la revolución. Ni siquiera se dan cuenta de que la izquierda es absolutamente minoritaria y dentro de ella lo es aún más la izquierda anticapitalista, la cual está lejos de tener claro qué quiere ni qué hacer, y por lo tanto, que ahora no se puede ni hablar de revolución. Pero dentro de la izquierda alternativa, o "izquierda realmente izquierdista" que se opone a la "izquierda ma non troppo realmente existente" a la D'Alema o Blair, entre quienes entienden la necesidad de conquistar terreno, de hacer alianzas, de tender puentes, de hacer política sobre todo con las bases populares de los partidos hipócritas-vaselinosos, están quienes creen que todo esto se debe hacer sobre todo mediante maniobras políticas y acuerdos de vértice y no combinando esa acción con la organización en primera persona de luchas que engendren nuevas relaciones de fuerza y eduquen en la búsqueda de una alternativa. Pero la mundialización ha reducido y desgarrado el tejido social. La base de la ciudadanía, de la soberanía, de la política misma, está en cuestión. Por lo tanto hay que recuperarla creando al mismo tiempo espacios de nueva estatalidad desde abajo, mediante la autogestión. Eso, más que los llamados y acuerdos de cúpula, permitirán cambiar la comprensión y la moral de quienes siguen a los de la "tercera vía" y, al mismo tiempo, crear una izquierda no sectaria, pluralista, programática, autogestiva, no estatalista.