* Difícil, ayudar a las generaciones del futuro, dicen
Propone la Cumbre Mundial de Jóvenes humanizar la globalización
* El evento se convirtió en una especie de escuela intensiva
Claudia Herrera Beltrán, enviada, Oaxtepec, Mor., 26 de noviembre * La Cumbre Mundial de Jóvenes, que durante tres días se convirtió en una especie de escuela intensiva para formar 2 mil "multiplicadores" de la cultura de la paz en el nuevo milenio, dio sus primeros frutos antes de lo imaginado. Los colombianos gestaron aquí una marcha por la paz en Colombia que se efectuará en el año 2000, las mujeres organizaron otra para reivindicar en el mundo la equidad de género y los centroamericanos formaron un grupo que pugnará por la resolución de los conflictos en sus países.
"En fin, que ya empezamos a trabajar y no nos paran", decía Gentil Gómez, un activo dirigente estudiantil colombiano, que anoche en la clausura de los trabajos llamó a los jóvenes de los cinco continentes a "que le demos una caricia de ternura a Colombia". Luego surgió la voz de los panameños que reivindicaron el regreso del Canal de Panamá a los latinoamericanos, a la vez que se escuchó la de los saharahuis quienes agradecieron y pidieron la solidaridad con ese pueblo africano que lucha por su independencia.
Pero no fueron los únicos, en la ceremonia de clausura las delegaciones se peleaban por tomar el micrófono y dar mensajes o anuncios, como sucedió con los cubanos que cuando parecía que el evento había concluido, llamaron a repudiar el bloqueo a la isla y se llevaron una sonora ovación, hasta de un par de estadunidenses que se sentaron en las primeras filas.
Cargados de optimismo, sin embargo reconocieron que la tarea es difícil sobre todo para ayudar a las generaciones del futuro que ya están marcadas por la guerra, pues tan sólo en la última década 30 millones de niños han estado en combates, 5 millones refugiados y 28 millones viven en conflicto permanente.
Por ello, numerosos compromisos y pronunciamientos se hicieron en este encuentro juvenil organizado por la Unesco, en el que los muchachos "no sólo vinieron a bailar", como dijo la premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, sino que "vinieron a comprometerse a construir la cultura de la paz", dijo el director del Instituto Mexicano de la Juventud, Luis Ignacio Sánchez Gómez, quien fue el anfitrión de este evento, el último del milenio que reúne a jóvenes provenientes de cinco continentes.
Para empezar, los jóvenes se propusieron "poner las cosas en su lugar". ƑCómo?, se preguntaba una indígena guatemalteca cuando empezó la cumbre. Las respuestas fueron lloviendo en cinco mesas de discusión y después de tres días quedaron plasmadas en una declaración que no dejó tema suelto.
De entrada, dijeron que para que exista paz en los países y en el mundo, primero el ser humano se tiene que revalorar y aprender a ser tolerante, pero no indiferente. Y que los hombres y las mujeres, no tienen la tarea de ser héroes, sino simplemente de contribuir a que sus pequeños entornos (la familia, su comunidad) vivan en armonía.
Preocupados porque la población juvenil es la más afectada por el sida y el consumo de drogas, dijeron que la solución es que "el condón se convierta en el símbolo de esta transformación" y pugnaron porque los derechos sexuales se basen en el derecho a la felicidad y el respeto a la diferencia.
En el terreno político, dijeron que deben participar en la construcción de instituciones más justas, que no estén controladas por los intereses de pequeños grupos y que distribuyan los beneficios de manera equitativa y que sean capaces de responder a los problemas de la gente.
De la globalización no se espantaron. Acostumbrados a ya no pedir teléfono ni dirección, sólo "tú e-mail", propusieron al final de su declaración "humanizar la globalización y usarla para construir la paz".
"Son sueños", comentaba al término de la ceremonia un escéptico dominicano, quien no tardó en ser interpelado por un salvadoreño que repitió una estrofa del Imagine de John Lennon y mejor le pidió su dirección para que se sumara a una red de latinoamericanos comprometidos por la paz, que quizás en ese momento surgió y al cabo de unas horas, cuando los chavos se estaban despidiendo, ya había sumado centenares de integrantes.