José Agustín Ortiz Pinchetti
Opositores: respuesta a la incitación
La alianza histórica que ha mantenido al PRI desde su fundación pasó con éxito su primera prueba y afrontará la sucesión presidencial en condiciones de vigor. Mantiene su vieja capacidad para controlar a los disidentes y disciplinar repartiendo el "queso" (expresión de Zaid) y garantizar impunidades. No ofrece el futuro. Ofrece la prolongación del pasado. En esencia la vieja ilusión de estabilidad. "Sólo nosotros sabemos gobernar a México". Y hay millones que están dispuestos a creerlo.
Ante una nueva oportunidad histórica la oposición se ve hoy fragmentada. Afronta el riesgo de perder las elecciones mayores del 2 de julio. Algunos analistas ven al PRI con posibilidades de volver a controlar las dos cámaras. Si esto sucede la transición tendría que volver a diferirse cuando menos otro ciclo sexenal.
El PRI haría mal en tomar una actitud triunfalista. Todavía le quedan muchos obstáculos. Las deudas interna y externa han crecido en lugar de reducirse este sexenio. El rescate bancario representa 100 mil millones de dólares. Su peso presupuestal se ha escamoteado pero el próximo año tendrán que pagarse 60 mil millones de pesos, sólo de intereses. No se ha restablecido el poder de compra. En el norte fronterizo prosperan las maquiladoras gracias a la mano de obra excesivamente barata. Pero en el resto del país el crecimiento y la distribución del ingreso empeoran constantemente. Se ha logrado mantener la depreciación del peso pero la debilidad del sistema crediticio es cada vez mayor. Todavía no se explica en forma clara cómo va a contenerse la cíclica fuga especulativa. La economía de México es tan dependiente ya de Estados Unidos que si se desacelera la economía estadunidense se va a provocar una recesión en México. Cualquiera de estos fenómenos reduciría drásticamente las posibilidades del PRI.
Pero la oposición no debe contar con un escenario de desastre, cuando ella podría ser una de las víctimas. El triunfo de la oposición depende de las condiciones de gobernabilidad. La oposición tiene que crecerse al castigo. En lugar de negar el éxito tempranero del PRI debe aceptarlo como un hecho. Y convertirlo en una incitación. Quizás la oposición requería del reposicionamiento exitoso del PRI para inventar respuestas originales y victoriosas. Hoy es prácticamente imposible saber cómo actuará este factor desconocido de estímulo externo sobre los distintos actores. Tendremos que esperar a la prueba de fuego de las campañas y de la elección de julio.
Si el PRI es incapaz de ofrecer un programa de reformas, la oposición debe ofrecer una alternativa. No sólo la consolidación de lo "macroeconómico". ƑCómo van a acabar con la relación entre la política, la corrupción y la ineptitud administrativa? Deben convencernos de que ellos son capaces de una mejor gestión económica. Esperaríamos una campaña ri-gurosa, inteligente, propositiva. No imitar al PRI con un gasto de publicidad suntuario.
El objetivo estratégico de la oposición debería ser impedir la restauración de la hegemonía priísta. Dada la composición de las fuerzas políticas es probable que lo mejor sería que nadie controlara a los dos poderes, de modo que fuera necesaria la negociación para gobernar. Los opositores pudieran llegar a una alianza distinta a la que fracasó en septiembre. Proponer todos ellos un proyecto de reforma del Estado. Exigir otra reforma a las leyes electorales. La debilidad del Cofipe va a impedir que puedan controlarse los gastos de campaña. Es necesario que se prohíba la compra directa por los partidos de los espacios en la televisión y la radio. El IFE debe comprarlos y asignarlos de modo equitativo entre los contendientes. Podría reclamarse la segunda vuelta.
No hay muchos signos de originalidad en la oposición. La posición realista de Manuel Camacho es uno de ellos. La sorpresiva campaña de Andrés Manuel López Obrador con la que ganó la candidatura para el Gobierno del Distrito Federal es otra. En lugar de un dispendio agresivo en propaganda, Andrés utilizó los recursos de la política. El trabajo duro en la base. No vendió su imagen como un detergente. Demostró la austeridad y la congruencia que le conocemos. Incluso mereció un elogio inteligente de Jesús Silva Herzog, su contendiente. El pueblo mexicano tiene hambre y sed de confianza por sus líderes.