La Jornada domingo 21 de noviembre de 1999

Antonio Gershenson
ƑOtro mal año para Pemex?

Los precios del petróleo están en su punto más alto en años, y al alza. Han rebasado los 22 dólares por barril para el promedio de las exportaciones mexicanas. Sin embargo, la supuesta previsión oficial dice que este precio promedio, para el año 2000, será de 15 dólares y medio. Así se asienta en los Criterios Generales de Política Económica enviados al Congreso y, como consecuencia, en el artículo cuarto de la Ley de Ingresos para ese mismo año.

La semana pasada hablamos aquí del saqueo fiscal contra Petróleos Mexicanos (Pemex), que lo hace pagar incluso más de lo que le quedaba de utilidad antes de impuestos. Ahora se ha entregado al Congreso de la Unión el paquete económico del gobierno federal para el año que viene. Tal y como se había amenazado, el régimen fiscal fijado en la Ley de Ingresos sigue igual. Y si la previsión para 1999 era ridículamente baja, hoy se repite la subestimación.

La implicación más grave es el daño causado a Pemex. Como se dijo en el mencionado artículo anterior, Pemex debe pagar, sobre el ingreso base del petróleo extraído, 78.9 por ciento de su valor de exportación; pero por los ingresos derivados del precio por encima, ahora, de los 15.50 dólares por barril, deberá pagar en total 118.1 por ciento.

Este último tramo, derivado del llamado Aprovechamiento sobre Rendimientos Excedentes, tiene el agravante de que su uso no está previsto en el Presupuesto. Eso abre un margen de uso a discreción, especialmente delicado en un año de elecciones generales. Hoy se usó para pagar deuda y apuntalar al Fobaproa-IPAB. Mañana se puede usar con fines clientelares para obras de relumbrón en áreas en las que se prevea una votación muy reñida.

ƑPor qué es falsa esta previsión oficial del precio promedio del crudo de exportación?

Ahora lo que más determina el rumbo de estos precios es lo que sucede en el campo de los exportadores de crudo. A diferencia de lo que sucedió durante más de 10 años, desde marzo pasado el elemento que primero se considera para explicar los cambios en los precios es el nivel de cumplimiento de los acuerdos, sobre todo dentro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

Este nivel varía según quién haga las estimaciones, pero en general se considera que ha fluctuado alrededor de 90 por ciento, o sea, muy superior a los de años anteriores. A su vez, las causas de fondo de por qué hoy sí se cumplen acuerdos de limitar la producción y antes no, está en los siguientes hechos:

Primero, que la baja inversión durante más de una década de precios bajos generó limitaciones en la capacidad productiva: mientras que la demanda aumentaba, las reservas y la producción declinaban, y las perforaciones no podrían compensarlo.

Segundo, varios productores importantes de fuera de la OPEP ya llegaron al punto en el que su producción ya no puede crecer, por lo menos no de manera sostenida, y en varios casos ya hay una declinación importante. La producción de estos países ya no puede ocupar el lugar de la que reduzcan los de la OPEP y algunos más, México incluido.

Tercero, y sobre la base de esta nueva realidad, en los países exportadores se comprende que no sólo es positivo sino que es posible vender menos crudo a cambio de un mayor ingreso, poniéndose de acuerdo. Para México la diferencia es clara: en septiembre se vendió un 10 por ciento menos, e ingresó más del doble, que en febrero.

Si no se reforma el régimen de Pemex, lo cual implica una reforma fiscal general para procesar adecuadamente el efecto de la reducción de ingresos petroleros al fisco, por lo menos debe fijarse en la Ley de Ingresos un supuesto más realista del precio del petróleo. La tendencia al alza sigue y los pronósticos coinciden en que esto seguirá durante el invierno.

No se trata sólo del frío y de la calefacción, se trata también de la reactivación de la economía mundial, que hace que siga creciendo la demanda de crudo y no sólo que se mantenga reducida la oferta. Si el año 2000 empieza, hablando conservadoramente, con un precio promedio de nuestras ventas petroleras de unos 23 dólares por barril, y como no se puede prever un desplome durante ese año, la baja sería moderada y la posible estabilización no puede andar por debajo de los 18 dólares. Ya promediando el año, una previsión más realista sería de 18.50 dólares por barril, por lo menos. Los tres dólares de diferencia, en términos de ingresos fiscales no controlados por el Congreso, serían de unos 3 mil millones de pesos al mes.

Una vez más, el Congreso tiene la palabra.