Héctor Tamayo
¿Operación cicatriz en la UNAM?

El rector de la prolongada huelga ¡por fin ha renunciado! El retiro de Barnés significa una de-rrota para el sector más duro de la burocracia universitaria. Los rumores de que sólo después del 7 de noviembre podría vislumbrarse el inicio de la solución del conflicto universitario se confirman. El agitado oleaje de la sucesión presidencial exigía el triunfo formal del candidato oficial del PRI, para que el presidente Zedillo se atreviera a emprender una segunda operación cicatriz con el objeto de resolver un problema que él mismo creó, junto con su exsecretario de Gobernación y el rector cesado.

Sin embargo, la operación cicatriz se ejecuta a una velocidad vertiginosa que corre el riesgo, si no de matar al enfermo, cuando menos de provocarle algunos dolorosos rasguños adicionales. En menos de una semana un rector es cesado y otro investido. En ese lapso, la Junta de Gobierno simula una auscultación y nombra ¡por unani-midad! al doctor Juan Ramón de la Fuente como nuevo rector. Como nunca había ocurrido, el círculo cerrado de la alta burocracia universitaria es puesto en evidencia. La Ley Orgánica que el próximo 6 de enero cumplirá 55 años sin que se le haya modificado una sola coma, muestra su plena caducidad y obsolescencia.

El Presidente de la República hace un enroque en el cual los universitarios no cuentan. De frente a las elecciones del año 2000, el gobierno federal y el ``nuevo'' PRI calculan que la situación universitaria les afecta más a ellos que el PRD, al que quisieron desde un principio responsabilizar del problema. El doctor Zedillo nombra a su hasta ahora secretario de Salud, como su nuevo secretario de Estado para la UNAM. El agravio ofende hasta a los más conservadores miembros de la comunidad universitaria.

Pero ¿qué podía esperarse de las iniciativas oficiales respecto a un conflicto artificialmente provocado desde el poder? Lo importante, más allá del problema de hoy, es que durante estos siete meses ha quedado claro que la institución no puede volver a ser lo que era. La universidad requiere cambios radicales, es decir, desde su raíz. Y estos cambios deben ser reflexionados, debatidos y decididos por los universitarios mismos, sin injerencias del gobierno, los partidos, las Iglesias, los grupos empresariales, etcétera. Pero ¿cómo realizar un ejercicio de esta naturaleza si no es a través de un congreso general universitario resolutivo, plural, democrático, representativo de todos los sectores, con reglas claras de elección y formas de tomar decisiones?

El 11 de febrero de 1987, el Consejo Universitario aprobó la suspensión de las reformas acordadas apenas 5 meses antes y la organización de un congreso. Nadie dijo entonces que se tratara de una resolución ilegal. Se prefirieron las tácticas dilatorias que retrasaron 3 años su rea-lización y el veto que las autoridades ejercieron para la aprobación de puntos esenciales. Perdimos entonces una oportunidad para transformar la universidad.

El doctor De la Fuente conoce el conflicto universitario. Sabe bien que el CGH llegó a flexibilizar sus posiciones para sostener sólo 4 de sus demandas, dejando las otras 2 para ser debatidas en un congreso general resolutivo. Sólo la cerrazón del exrector provocó que el organismo estudiantil replanteara los 6 puntos originales. Valdría la pena, entonces, que el nuevo rector considerara las siguientes preguntas: ¿Qué tan complicado resultaría aceptar la derogación del Reglamento General de Pagos arbitraria e ilegalmente aprobado, para discutir en un congreso la gratuidad de la enseñanza en la UNAM? ¿Dejaría de existir el estado de derecho en México -de por sí bastante acotado por el propio gobierno federal- si se suspenden todas las sanciones legales internas y externas contra los estudiantes en huelga?

¿Convendría validar la pantomima de las clases extramuros o bien continuar el semestre 99-II a partir del momento en que fue suspendido por la huelga? ¿Sería inconveniente e ilegal la realización de un congreso que debatiera y decidiera sobre los problemas fundamentales de la UNAM, incluyendo los puntos 5 y 6 del pliego petitorio: Ceneval y pase automático?

La respuesta a estas preguntas dará la medida de la vo-luntad política con que llega a la rectoría el doctor De la Fuente. Lo demás está en nuestras manos, es decir, en la capacidad de organización plural y de elaboración de pro-puestas de quienes realizamos las tareas sustantivas de la universidad: estudiantes, profesores e investigadores.