Astillero Ť Julio Hernández López
Las palabras recientemente pronunciadas por el presidente Zedillo, en La Habana, han provocado reacciones adversas entre quienes consideran que el jefe del sistema político mexicano no debe andar dando lecciones de democracia en el exterior mientras aquí su déficit en la materia es alto. Dicho en menos palabras y con más sentido popular, el Presidente mexicano no debe ser candil de la calle y oscuridad de su casa.
La vocación pedagógica del mandatario mexicano, y sus afanes demostrativos hechos en escenarios internacionales, chocan con la terrible realidad de un país sumido todavía en las elecciones de Estado (la más reciente, la del 7 de noviembre, la de los diez millones de votos, ja, ja, ja), en la represión selectiva (véase simplemente el terrible caso de Acapulco, con toda la estela de sangre derivada de haberle ganado al compadre Figueroa en su corral), en la frivolidad criminal (recuérdese lo acontecido en Chiapas, con el gobernador Albores a quien ayer un grupo de diputados priístas manejados desde el centro colocaron en un jaque que parece obligado mate) y en la injusticia económica derivada de un sistema político decadente (con expresiones tan deplorables como la del primer jubilado del país, el licenciado Gurría).
Mecsicou...
El presidente Zedillo cree fácil decir en el extranjero que no puede haber soberanía completa sin democracia, y que no puede haber naciones soberanas sin hombres y mujeres libres. Tal alegato, hecho en Cuba, luego de que días atrás la canciller mexicana, Rosario Green, se había entrevistado con disidentes del régimen de Fidel Castro, parecería, como bien lo ha dicho el diputado mexicano Porfirio Muñoz Ledo, más propio del gobierno de Estados Unidos que del de México.
Pero, además, coloca al presidente Zedillo, y al régimen político mexicano, en un notable escenario de contradicciones y falsedades. Las premisas manejadas por el jefe del Estado mexicano llevan obligadamente a la conclusión de que nuestra patria no ha sido, ni es, soberana.
Democracia virtual
En México no ha habido, no hay democracia, por más que las excepciones electorales hayan llevado al poder a representantes de partidos no priístas en algunos casos (negociados unos con el panismo; de calculada poca monta otros, con el perredismo; y de futurismo político buscador del desgaste, en la capital del país, con Cárdenas).
El mexicano es un sistema profundamente antidemocrático, que mediante el uso de los recursos públicos, de una tecnología de adulteración electoral largamente probada, y de las complicidades con las cúpulas empresariales y mediáticas, ha llegado a crear apariencias e ilusiones muy bien promocionables en el extranjero.
El dedazo pulgar
Justamente ayer, en ese terreno de la democracia virtual, el Consejo Político Nacional hizo entrega protocolaria de la constancia de mayoría de votos a quien desde muchos meses atrás había sido señalado por el dedo de la Presidencia (el pulgar, por cierto, no el índice, como se hacía antes) como candidato oficial a la sucesión.
El montaje de la representación teatral de la democracia interna del partido todavía mayoritario ha servido para las autoridades mexicanas, como el propio Presidente, y la canciller, para asegurar que en el país entero hay democracia plena, la normalidad democrática ampliamente publicitada por el doctor Zedillo. En realidad, no puede augurar ningún avance democrático el operativo oficial desplegado para hacer candidato a Francisco Labastida (con Felipe Solís Acero, del IFE al PRI; con Carlos Almada y Roberto Wong, de los archivos electorales oficiales a la acción electoral del PRI; con Fernando Gutiérrez Barrios, el policía de la democracia, como lo señaló en alguna ocasión la revista Proceso).
Sentenciado por enredarse con la madeja priísta
Otro escenario donde no hay ni democracia ni respeto a los hombres libres es Chiapas, donde anoche corría con insistencia la versión de que Roberto Albores Guillén estaría por dejar la gubernatura del estado.
Justamente el caso de Albores sirve para demostrar que en México no se castigan la corrupción, el abuso, el desequilibrio mental ni otras linduras parecidas, sino el desatino en las ruletas priístas, el mal cumplimiento de los encargos personales de la cúpula nacional.
En efecto, el gobernador interino de Chiapas estaría con la cabeza bajo la guillotina como parte de arreglos internos del PRI, pues su destitución serviría para que el precandidato negociadamente derrotado, Roberto Madrazo, se diera por bien servido y tuviera pretextos para presentarse en la reunión priísta del sábado 20, en la que rendirá protesta Labastida como candidato designado. Otro de los elementos que podrían llevar a Albores a la tumba política fue el descuido extremo con el que manejó sus relaciones con los diputados locales, con quienes semanas atrás organizó un torneo para ver de entre todos, legisladores y gobernador, cuál sería el más pendejo, torneo en el que, al parecer, ya hubo ganador, y estaban por anunciarlo entre anoche y hoy.
Astillas: El correo electrónico de esta columna tuvo ayer uno de sus días de mayor actividad. El causante del incremento de envíos cibernéticos fue el licenciado José Angel Gurría, a quien Astillero da cumplidas gracias. En algunas ocasiones es posible reproducir algunas partes de los textos recibidos, pero ahora sería injusto seleccionar sólo algunos de los comentarios. Con una intención sintética, puede decirse que el conocimiento de la injusta (aunque fuese legal) jubilación del licenciado Gurría, ha generado una evidente indignación nacional. En ese sentido han fluido los envíos de los lectores: enojo, indignación y, en varios casos, niveles todavía más altos, algunos expresados con gruesas palabrasÉ ¿Dónde pueden quedar los principios, la doctrina, las enseñanzas de personajes como, por ejemplo, Gómez Morín, cuando el candidato presidencial del PAN anda de cachavotos del madracismo? Hasta ahora, el espectáculo de la incongruencia extrema en aras de presuntos triunfos electorales había sido desarrollado con éxito sólo por el perredismo, que haciendo a un lado cualquier pudor ideológico ha llegado en ocasiones a postular a las antítesis de sus documentos básicos como candidatos. Pero ahora Fox, llamando a los madracistas a que lo apoyen, ha llegado a circunstancias graves. Los madracistas no son algo ajeno a Roberto Madrazo, ni constituyen un segmento ciudadano engañado por un líder manipulador. Por el contrario, el madracismo constituye un movimiento del priísmo duro, del experto en fraudes electorales, del acostumbrado al uso de los recursos públicos para las elecciones constitucionales, del deseoso de alcanzar el erario para hacer negocios a semejanza de sus jefes Madrazo, Salinas y Hank. A esos activos militantes del priísmo tradicional es a los que quiere incorporar Fox a su lucha por la Presidencia de México, por el cambio democrático, por la honestidad y la excelencia en el manejo de los asuntos públicosÉ Será importante saber por qué José Narro quedó fuera de la lucha por la rectoría de la Universidad Nacional. Era, en apariencia, el candidato empujado por el dedo pulgar, en un paquete de negociaciones cerradasÉ
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