Miguel León-Portilla
Memoria en peligro
Tanto las personas como las naciones corren riesgo de perder la memoria. Respecto de las primeras ello ocurre en casos como los de la enfermedad de Alzheimer o de cualquier otra forma de amnesia. Las naciones, por su parte, pueden verse afligidas también de distorsiones o pérdidas más o menos graves del recuerdo de su propio pasado.
México, que tiene una historia que se remonta a milenios, como lo muestran entre otras cosas numerosas inscripciones prehispánicas, posee además ricos fondos documentales. Pienso en los más valiosos, que son los que guarda el Archivo General de la Nación. En él hay copiosa documentación que proviene desde el siglo XVI hasta el actual. Esa documentación, cuya pérdida o daño sería irreparable, es hoy memoria de México en peligro.
Las razones de ello son varias. Este nuestro principal archivo, cuya creación como tal se remonta a 1790 en tiempos del virrey Revillagigedo y cuyo origen en el México republicano se debe a don Lucas Alamán en 1823, ha funcionado en varias sedes: el Palacio Nacional, en parte en la llamada ''Casa Amarilla", el Palacio de Comunicaciones y, desde 1982, en lo que fue la antigua cárcel de Lecumberri. Es allí donde, como lo ha hecho saber por todos los medios a su alcance con sentido de responsabilidad, su directora, la maestra Patricia Galeana, donde hoy la memoria de la nación está en muy grave peligro.
Varios factores principales son causa de este peligro. Uno es el hundimiento del edificio, no quise decir ''inmueble", ya que al hundirse, se está moviendo. Esto, a razón de 12 centímetros al año. Así lo han revelado investigaciones hechas por miembros de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, explicando que se debe entre otras varias causas, a la alta comprensibilidad del subsuelo con un nivel freático agresivo. Hay además elevada humedad que puede producir daños de alcances irreparables.
A su vez, expertos de la Facultad de Química de la misma UNAM han mostrado que, entre otras causas, por su ubicación cercana al canal del desagüe, ''los documentos presentan una severa contaminación por diferentes tipos de hongos"; con microclimas que tienen grandes variaciones y una elevada permeación constante a través de la cimentación del edificio. Por su parte, los informes proporcionados por el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares, además de confirmar lo aportado por las otras instituciones, señalan los siguientes factores: inestabilidad térmica, ''imposibilidad de practicar fumigaciones adecuadas por las características de los recintos adaptados, de celdas y crujías, a depósitos documentales".
A estos y otros factores se suman accidentes muy graves, entre ellos una serie de inundaciones con aguas negras ocurridas el 12 de mayo, el 16 de abril y el 28 de julio de 1997, así como otras de aguas pluviales y negras el 21, 22 y 27 de agosto del presente año. Si bien se ha hecho cuanto está al alcance para atender esos y otros siniestros, es un hecho que en su actual sede el Archivo General de la Nación y con él la memoria de México están en peligro.
Patricia Galeana, quien ha dado la voz de alarma una y otra vez, atendiendo a las recomendaciones de las instituciones ya mencionadas que advierten de lo inadecuado de la sede del Archivo, ha propuesto un cambio de ella. Ha realizado además gestiones para lograrlo. Frente a esto se han alzado voces que se oponen al eventual traslado. Expresan que en el posible cambio existe el peligro de que una parte de la documentación pueda extraviarse. También, que será difícil que los investigadores se trasladen a otra sede fuera de la ciudad.
La dirección del Archivo ha respondido a tales objeciones. Por una parte ha puesto a disposición de cuantos lo deseen los informes resultado de las investigaciones en la actual sede. Por otra, ha invitado a conferencias y exposiciones de los especialistas que llevaron a cabo dichos trabajos de investigación. Desgraciadamente en algunos casos la pasión se ha impuesto a la razón. Algunos de los opositores, en vez de buscar información sobre el riesgo que actualmente corre la memoria de México, ya que se ha mostrado ampliamente que no es practicable resolver en su actual sede los problemas que afligen al Archivo Nacional, se mantienen en una postura de simple oposición.
Por mi parte considero que todos y en especial quienes investigan con frecuencia en el Archivo debemos prestar oídos a lo que manifiesta la dirección del mismo y aceptar sus reiteradas invitaciones a informarnos. Para dar un ejemplo de lo que varios han soslayado, ha expresado ella que en la solución que se contempla, no se piensa clausurar el recinto de Lecumberri sino aprovecharlo hasta donde sea posible, para que allí, valiéndose de la más moderna tecnología, haya terminales que permitan la consulta a distancia de la documentación que se deseé. Este es sólo uno de los temas que están abiertos a información y consideración. En vez de una mera oposición, lo que importa es informarse y colaborar en la preservación de la memoria histórica de México.