Ť Participó en el reciente encuentro de escritores de Iberoamérica
La literatura no resuelve, sin embargo nos ayuda a vivir, considera Soledad Puértolas
Ť La señora Berg, novela de su autoría que se convirtió en un éxito editorial en España
Ť Recibir de sus personajes opciones para actuar es uno de los atractivos del narrador, dice
Renato Ravelo Ť La fascinación que produce lo ajeno, lo que no se ha tocado, fue para Soledad Puértolas el motor de su novela La señora Berg, éxito editorial en España, si bien la escritora prefiere no asumirlo como un triunfo: ''En mi generación accedimos a un público mayor, que no tenía la generación anterior. A mis 20 años leía, como todos, literatura francesa y latinoamericana".
Puértolas nació en Zaragoza, allí radicaba en la temporada de clases, con ocho horas diarias de estudio en colegio de monjas. En verano emigraba con su familia, menos su padre, a Pamplona. En ese bagaje incierto y mágico que se conoce como infancia, Puértolas identificó a Zaragoza con el orden y a Pamplona con la confusión, donde el principio de autoridad se diluía porque igual mandaba la abuela, que el tío y la madre.
En el colegio, donde la niña rubia de extracción pobre (''como todos los españoles clase media de la posguerra") destacaba y obtenía todos los reconocimientos literarios, creció una convicción: ''Había que huir de ahí".
Lo curioso de ese regreso a la infancia, comenta, es que Zaragoza es más divertida que Pamplona, que puede ser más conservadora. En su mente, sin embargo, los subterráneos que se generaron fueron los contrarios, hasta plantearle: ''La vida como un misterio que me llenó de estupro".
La niñez, confiesa Puértolas, es caldo de cultivo de su literatura. Mientras escribía La señora Berg debió hacer otra novela, como pago de renta atrasado a ese territorio infantil de los hermanos Grimm y El Quijote: ''Escribí sobre la tristeza del rey Arturo, las doncellas encerradas y el anhelo del Santo Grial como algo inalcanzable".
Puértolas escribía de mañana La señora Berg, con una idea clara de lo que pretendía: ''La adolescencia es la edad de los mitos. En este libro sabía qué tipo de relación iba a tener esa mujer con el joven amigo de su hijo. Tenía que ser el encuentro del sueño de Mario, que era la sublimación de la madre de Pedro, con distintas realidades de la vida".
Silencio de rebeldía
Por la tarde escribía la historia de la Edad Media, para combatir el estrés. En enero de este año, cuando estaba por terminar La señora Berg, murió la madre de Soledad Puértolas: ''Como ama de casa rebelde y desorganizada, a ella le tocó ejercer un silencio de rebeldía, sin voz establecida. Pero en su silencio, por supuesto, hallé mi principal complicidad".
Italo Calvino visita la conversación, primero al tratar de recordar sus cinco propuestas de fin de siglo para el escritor, luego en relación con la novela de caballeros. Calvino escribió sobre esa sensación de grandeza del rey Arturo, en el Barón rampante, cita Puértolas: ''Estaba melancólico y triste, y era un vencedor".
Participó en el encuentro de escritores en Morelia y está a punto de irse sin conocer Oaxaca, donde Calvino escribió Bajo el sol jaguar, relato sobre el sentido del gusto.
El estilo de Puértolas recuerda un poco ese sentido directo de Calvino: ''Empecé a escribir La señora Berg y cuando iba en la página 50 advertí que no había un solo capítulo, y seguí ese impulso. Cuando estaba por terminar la novela murió mi madre, el final no hubiera sido el mismo. Creo que la literatura no resuelve, pero ayuda a vivir".
Publicada por Anagrama, La señora Berg fue precedida por siete novelas; una de ellas, Queda la noche (1989), obtuvo el Premio Planeta. Con su ensayo La vida oculta (1993) ganó el Anagrama de Ensayo.
En ese libro reflexiona a manera de ensayo sobre el oficio de escribir, para llegar a las raíces de esa necesidad que se deriva ''de que tengo la cabeza llena de frases, escribo por eso. Si no las escribiera de verdad puede que me volvería loca".
La mayoría ųdiceų de mis novelas están anunciadas en la primera, El bandido doblemente armado, que trata de una familia en una ciudad pequeña e imaginaria, en la que de repente irrumpe una familia muy exótica. Lenox, se apellidan, porque es una mujer que se ha vuelto a casar con un extranjero. Mario, el narrador de La señora Berg, es uno de los amigos de esa familia. ''Es una historia entre dos amigos y cómo de acuerdo con sus temperamentos (uno es hombre de acción, el otro es reflexivo) evolucionan en la vida".
Amor de adolescencia
Sin embargo, explica Puértolas, sólo en principio sus novelas se anuncian en la de El bandido doblemente armado: ''Nacen ahí pero tienen vidas independientes".
Ese sitio imaginario de lo extraño, de lo ajeno, recuerda la escritora, es como la sensación del niño que mira por los callejones, desde el cristal del auto, en busca de otra vida. Puértolas admite que uno de los atractivos de ser escritor es ''incluso que te den consejos tus personajes, te consuelen, te den opciones para actuar".
En La señora Berg, Mario recuerda a la madre de su amigo Pedro. Amor de adolescencia, lo que ocurre en ese momento previo a que la ilusión y el desengaño terminen por conciliarse, en lo que se conoce como madurez. Mario no sólo evoca las conversaciones que mantuviera con la señora Berg, mientras Pedro o alguno de los otros hermanos no estaba, sino también aquellas que no tuvo.
Berg, elegante y dedicada, admite Mario, termina por ser casi un mito recurrente que lo marca, con lo que Puértolas demuestra que el vacío existe y la ausencia, aun domesticada por la vida cotidiana, puede signar. Admite que hubo señores Berg en su adolescencia y los justifica con aquello de ''Ƒquién no tuvo un pariente, una persona cercana, una maestro que lo deslumbrara?"
La novela génesis, la del bandido, explica, es un homenaje a Philipe Marlowe, aunque sólo en la utilización del apellido Lenox, que el personaje de Raymond Chandler frecuentara en su novela El largo adiós.
Puértolas describe su temor a los viajes: ''Me cuesta trabajo estar fuera de casa. Los viajes me descontrolan. En los trenes y los aviones escribo en una libreta, en cualquier papel que encuentre en el bolso. En los hoteles lo que más sucede es la sensación de que quiero estar en casa".
No obstante, en una servilleta Soledad Puértolas tenía al terminar la entrevista una ubicación aproximada, un mapa improvisado de Oaxaca, en el territorio nacional.