* Propone foros para debatir sobre laicismo
Es necesario que se reconozca el fenómeno religioso: Latapí
* El Estado no toca el tema, pues alentaría "rencores históricos"
Claudia Herrera Beltrán * El tema de la educación laica sigue provocando apasionadas discusiones en México; apenas el sábado anterior el candidato presidencial del PAN, Vicente Fox, se refirió a este principio constitucional en varias ocasiones. Pero pocas veces el debate va más allá de los tradicionales argumentos a favor o en contra.
Pablo Latapí, investigador acucioso de la educación, recientemente publicó un libro en el que, además de analizar el concepto de la laicidad escolar, propone su redefinición, para alcanzar lo que llama una "laicidad abierta" tanto en las convicciones religiosas, morales o ideológicas de los alumnos y de sus familias, como en los valores culturales derivados de las religiones.
El especialista en política educativa y valores en la enseñanza no es muy dado a las entrevistas, pero hace una semana accedió a platicar con La Jornada, preocupado porque considera que la sociedad mexicana no ha profundizado mucho en esta discusión, y el Estado tampoco ha querido "mover el tema", sabiendo que alienta rencores históricos.
La moral regresa a la escuela
Sin embargo, está convencido que la sociedad y el Estado están preparados para deliberar sobre el laicismo, y dice que la reciente reincorporación de la formación ética a la enseñanza secundaria contribuye a ese fin, pues va a confrontar a los maestros sobre cómo educar en torno a valores, para lo que van a necesitar tener muy claro el concepto de laicidad escolar.
Enfático, señala que en su libro La moral regresa a la escuela no propone que se modifique la Constitución ni que se enseñen clases de religión en las escuelas públicas. Entonces, Ƒa qué se refiere con laicidad abierta? Lo resume en dos puntos: modificar los programas de estudios y los libros de texto reconociendo el fenómeno religioso en el país, y que en este proceso intervengan diversos especialistas. Segundo, que en las normales se forme a los maestros para que sean respetuosos de los distintos modos de pensar de sus alumnos, y dejen abierta la posibilidad de interpretación de todas las creencias religiosas que hay en su clase.
Latapí es católico, hace 23 años dejó la Compañía de Jesús y buena parte de su formación académica la tuvo en escuelas religiosas, lo que -dice- le da mayor sensibilidad sobre el tema religioso, pero esto no significa que por ello se oponga a la laicidad escolar. Por el contrario, asegura que eso le da aún más elementos para defender la educación laica. Su interés va en otro sentido: que el Estado mexicano avance hacia un "Estado de libertad religiosa".
Su obra, editada por PyV, el CESU y la UNAM, aborda con amplitud los tópicos de la laicidad del Estado mexicano, así como la laicidad escolar y la formación moral en México.
Entre otros aspectos, hace un recorrido por la evolución histórica de la laicidad escolar. En este siglo, explica que la Constitución de 1917 estableció un concepto "hostil" a la religión en la escuela; después, entre 1934 y 1946, la educación socialista además es "dogmática", al pretender que los alumnos alcancen un concepto racional y exacto del universo. Esta situación termina por los mismos conflictos sociales y escolares que genera, y con el presidente Manuel Avila Camacho se reforma la Carta Magna, suprimiendo las "aberraciones" de la educación socialista, pero manteniendo las restricciones que siguieron vigentes hasta 1992. Con el salinismo, se reforma de nuevo la Constitución, permitiendo entre otros aspectos que la enseñanza privada no esté obligada a sujetarse a las disposiciones de laicidad del artículo tercero.
-ƑCuánto ha cambiado el discurso del Estado frente al de las etapas más combativas a la religión?
-Desde los cuarenta se ha ido moderando, pero diría que las autoridades educativas en los últimos sexenios han preferido no mover el tema de la laicidad. Es un asunto de gran potencialidad polémica, que suscita rencores históricos, que todavía tiene capacidad para alentar oposiciones políticas de parte de grupos de extrema derecha, y que el Estado sabiamente ha sabido no exponerlo demasiado.
-Sin embargo, cuando hay alguna declaración contra la laicidad, las autoridades educativas responden de inmediato.
-Es un principio fundamental y tienen que responder. Hay iniciativas de ley de algún partido de reformar este punto, concretamente del PAN, que nunca llegan a ser discutidas siquiera en las comisiones legislativas; se congelan porque se considera políticamente inviable una alteración del principio de la laicidad. Viendo al futuro, la laicidad de la escuela en una sociedad muy plural tiene valores positivos, pero entendida no sólo como la ausencia de toda religión, sino como que esté abierta al respeto de todas las religiones.
-ƑCómo se puede transformar el concepto de laicidad?
-En primer lugar, abrir la laicidad hacia los valores culturales que nos dan identidad y que, en su origen, tuvieron connotaciones religiosas. Hay que entender las referencias religiosas; no digo que hay que preservarlas a toda costa, pero sí que están hasta en el lenguaje, en los valores, y no podemos cerrar los ojos a eso y creer que la educación puede prescindir de nuestra identidad histórica. Al principio puede ser polémico revisar este punto, pero podrían hacerse foros de discusión entre académicos, filósofos de la educación, filósofos de lo religioso, historiadores, sociólogos y educadores para revisar el currículum y los libros de texto, y encontrar fórmulas para expresar una enseñanza conciente de nuestro pasado histórico.
-ƑDe qué manera se podría abordar el fenómeno religioso en los libros de texto?
-Con una mayor apertura cultural. En París, en una conferencia referente al tema del laicismo, una maestra platicó una anécdota que me impresionó mucho. Dijo que había decidido dedicarse a promover la revisión de la laicidad por un incidente que tuvo en su clase en un liceo del Estado. Contó que cuando preguntó quién fue San Agustín hubo gran silencio en la clase, y después tímidamente un estudiante dijo que era una estación del Metro; efectivamente, hay una estación que está junto a la iglesia de San Agustín, en el norte de París. Pero ella reaccionó diciendo que es imposible que en la escuela pública francesa los muchachos salgan de preparatoria sin conocer quién fue uno de los grandes pensadores de nuestra cultura occidental, que fue Agustín de Hipona, nada más por el prejuicio religoso.
-ƑCuáles aspectos relacionados con la religión tendrían que revisarse en México?
-Por ejemplo, el aspecto artístico. El estudio de la arquitectura queda trunco si se quita la arquitectura religiosa de México, no sólo de la Colonia sino la de nuestros días. Lo mismo sucede con la música colonial y poscolonial si se quitan sus expresiones religiosos. Pero también habría que hablar de otras valoraciones, como el sentido de la muerte, el sentido del tiempo, el sentido del prójimo y otros fundamentales en toda cultura.
"En Alemania había un instituto en el que franceses y alemanes revisaban juntos los libros de texto sobre los temas polémicos entre los dos países, en especial la interpretación de las dos guerras mundiales, para llegar a versiones comúnmente aceptadas. Ahora ese instituto ya superó esa etapa y trabaja en encontrar las versiones comunes a toda la Europa unida, para promover la unidad continental. En el país sería una revisión entre diversas maneras de pensar en la propia sociedad mexicana".
-ƑUsted propone que representantes de diversas religiones participen en la elaboración de los programas de estudios o de los libros de texto?
-De todas las maneras de pensar importantes que hay en México. Los estados laicos modernos no prescinden de la religión. Dice muy bien el jurista Raúl González Schmal que el texto constitucional debiera decir laico, y por tanto abierto a todas las interpretaciones del hecho religioso. Eso significa laicidad en positivo. El Estado no puede prescindir de toda doctrina religiosa y lavarse las manos y estar tan tranquilo. Hay que llegar a acuerdos manteniendo la neutralidad respecto de todas las religiones, pero alcanzar acuerdos razonados, congruentes con la identidad histórica del país y que satisfagan a las grandes mayorías.
El otro aspecto que Latapí sugiere revisar es "más complicado": hacer que los maestros adquieran una mayor sensibilidad sobre las distintas posibilidades de creencias de sus alumnos, de tal manera que "en la escuela diríamos todos somos iguales, porque vamos juntos en este destino colectivo y somos hijos de la misma tierra, pero eso no impide que los espíritus religiosos puedan decir: y además somos hijos de Dios y tenemos un destino trascendente. La escuela no se debe meter en esto, pero sí es necesario los maestros sean conscientes de ese hecho y no cercenen esas posibilidades de interpretación declarándolas absurdas o ilegítimas".
-Entonces, Ƒpodría haber asignaturas optativas de religión en las escuelas, como han llegado a proponer algunos sectores?
-Cuando a veces algunas personas proponen que haya clase de religión, a mí me parece que están olvidando que hay 200 mil escuelas en México. En primer lugar, no creo que ninguna iglesia estuviera satisfecha de que cualquier maestro enseñe su religión: van a querer controlar la enseñanza de esos maestros, y eso en el caso de la Iglesia católica implica formar centenares de miles de maestros. Entonces, si a veces la evangelización que la Iglesia católica hace es tan deficitaria en muchas diócesis, porque la formación de catequistas se lleva a cabo de manera muy precaria, con un catecismo muy basado en la memoria y rutinario, Ƒlos católicos como yo queremos ese tipo de evangelización en las escuelas?, no. Queremos una educación religiosa de calidad, que creo es imposible darse en grandes números en las actuales circunstancias.
-ƑEstamos preparados para que se pueda flexibilizar la interpretación de la laicidad?
-Me parece que sí. Las razones son muchas: la secularización progresiva de la sociedad, la democratización, la mayor conciencia de los derechos humanos, etcétera. De parte de la Iglesia católica, una serie de hechos a partir del Concilio Vaticano, que también apuntan hacia allá, aunque eso no significa que no haya obispos que vivan en el preconcilio y que hagan declaraciones fuera de lugar. De parte del Estado mexicano también hay varias razones, entre otras las reformas constitucionales del 92.
-Posiblemente en el pensamiento de los gobernantes actuales está la idea de que si ceden un poco en el tema de la laicidad, los grupos conservadores van a querer más.
-No soy político y no sé dimensionar esos riesgos. Pero a veces uno encuentra que los políticos se mueven en un medio restringido y no se sabe qué conocimientos tienen del fenómeno religioso. Para eso serían estos foros, para llegar a una visión más realista, más honesta de lo que somos.
-Al hacer esta propuesta, Ƒqué tanto pesa el que usted sea católico y que se haya formado en escuelas religiosas?
-Por supuesto, todos estamos condicionados en lo que pensamos. Desde luego que hay condicionamientos personales. Yo le podría decir que también quienes formulan esta pregunta están condicionados, al hacerla, por su propia experiencia y visión de la vida. Trato de estimular un debate que ha estado olvidado y ojalá haya voces alternativas para dialogar.