En el limbo jurídico, cien pinturas propiedad del Fobaproa


Obras de arte con cargo al erario

Miryam Audiffred y Renato Ravelo * Un centenar de pinturas con un valor superior al millón de dólares fueron adquiridas por banqueros, como decoración de sus oficinas, para luego pasar, con la intervención de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, al discutido Fobaproa. Ahora se hallan en el limbo jurídico de la propiedad, al estar parcialmente prestadas a recintos del Instituto Nacional de Bellas Artes. Lo mismo pasa con la última gráfica que David Alfaro Siqueiros hiciera en Lecumberri, y con la litografía número 100 que Rufino Tamayo donara hace 15 años para apoyar la fundación de esta casa editorial.

Para la diputada Dolores Padierna se trata de la punta del iceberg: ''En Banco Anáhuac, Juan Antonio Zepeda aceptó la compra de cuadros en grandes cantidades, con valores entre 5 mil y 25 mil dólares. En Banpaís se recuperó una cantidad importante, aunque sólo pasaron cuadros de un valor mediano. Las obras se revendieron, se remataron, porque tenían controlados a los contralores'', denuncia la legisladora perredista.

No todo, sin embargo, era obra de arte singular. Entre las mil 837 piezas ''decorativas con valor artístico'' que se ''recuperaron'' (término económico que define lo que se entrega a falta de cash), informa Italy Arvizu, coordinadora de control de obras de arte del Fobaproa, abundan también ejemplos menos ambiciosos en el terreno estético, pero igualmente inspiradores: bodegones y quijotes.

En el asunto de la colección Fobaproa prevalece cierta confusión. Una información previa decía que eran 2 mil 684 piezas, de las que especialistas como Luis Ortiz Macedo y Mariana Pérez Amor, entre otros, seleccionaron 105 obras. Luego aparecieron otras dos y Arvizu corrigió la cifra total. En el jurídico del INBA, Norma Rojas dice que no hay convenios, mientras su director, Gerardo Estrada, sostiene lo contrario y manifiesta que sería un gusto contar con el resguardo permanente de las piezas. Pareciera que como en la discusión nacional del tema, todos prefieren evitarlo.

Cuando se dio la fiebre del dinero por parte de los banqueros, cuenta Padierna, ''qui- sieron convertir los edificios de los bancos en palacios semejantes a los de Nueva York''. Es así que en la Casa de Bolsa Estrategia Bursátil Altavista se encontraron nueve litografías, por un valor de 15 mil dólares cada una, de la inspiración de Siqueiros.

De acuerdo con la Ley Federal de Monumentos, Sitios y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, las obras de Siqueiros tienen la única limitación de no poder venderse a extranjeros.

Gerardo Estrada explica que el resguardo es temporal, en lo que el IPAB (Instituto para la Protección del Ahorro Bancario) determina el destino final de estas obras que, en términos jurídicos, son parte del adeudo público.

El Museo Nacional de Arte cuenta con dos de las más valiosas. Se trata de dos obras de José María Velasco, que algún inspirado banquero (quizá el propio Cabal Peniche, ya que estaban en Banco Unión) consiguió para que formaran parte de su oficina.

El problema, para Padierna, no es el buen gusto del funcionario bancario: ''Tomaban recursos del banco para comprar obras de arte codiciadas, y fue una práctica generalizada para sentirse parte de la plutocracia. No se sabe con exactitud el destino de la gran mayoría de las obras''.