Ť Conteo de 20% de casillas; el PAN tiene 40.80% de votos, por 40.08 del Frente
Virtual empate entre Oscar Berger y Alfonso Portillo, en Guatemala
Ť Rebasadas, las expectativas en la afluencia de votantes; acuden a las urnas más de 2 millones
Blanche Petrich, enviada, Guatemala, lunes 8 de noviembre Ť Los candidatos rivales a la presidencia de Guatemala, Oscar Berger, del Partido Avanzada Nacional, y Alfonso Portillo, del Frente Republicano Guatemalteco, tenían esta madrugada un virtual empate con apenas 20 por ciento de las casillas escrutadas. El primero llevaba en el último conteo 40.80 por ciento y el segundo 40.08 por ciento.
El candidato de la izquierdista Alianza Nueva Nacional, Alvaro Colom, iba con un distante 16 por ciento de la votación, lo cual lo coloca muy por encima de las expectativas iniciales.
Al dar a conocer estos resultados preliminares, las autoridades electorales reportaron una asistencia históricamente copiosa a las casillas con un total de 2 millones 200 mil votantes.
La afluencia de electores a las mesas receptoras de votos rebasó las expectativas que las autoridades responsables del proceso tenían para la jornada de hoy. Cuando pasadas las 18:00 horas llegó el momento de cerrar los centros de votación, había aún largas colas de ciudadanos empadronados esperando, en algunos de los locales hubo incluso pequeños amotinamientos.
"Hoy que sí teníamos ganas", exclamó una indignada mujer dando la espalda a los policías que impidieron el paso de varios votantes tardíos. A media cuadra su marido se acercaba a toda carrera blandiendo sus documentos de empadronamiento. Demasiado tarde.
Las multitudes que inesperadamente aparecieron en las casillas sorprendieron a propios y extraños, a los cerca de 600 observadores internacionales que asisten a este proceso e incluso a los contendientes que aspiran a la presidencia y vicepresidencia, a los 113 escaños del parlamento y a los 330 municipios del país.
Antes de que se tuviera algún indicio sobre las tendencias del voto, la noticia era que el tradicional cuadro de abstención electoral, que en los comicios presidenciales anteriores llegó a 63 por ciento del padrón electoral (sin contar el aún amplio margen de ciudadanos no empadronados), había sido abatido. Apenas unos meses antes, en la consulta por las reformas constitucionales para los acuerdos de paz, el voto ausente, según cifras oficiales, fue de 81 por ciento.
Este inusual entusiasmo por las urnas fue comparado por algunos analistas y observadores con la afluencia que se produjo en las elecciones generales de 1985, cuando en la etapa más cruenta del conflicto armado fue electo con grandes expectativas de pacificación el democratacristiano Vinicio Cerezo. Esa vez la abstención en la primera vuelta fue de 30 por ciento y en la segunda subió unos cuantos puntos y llegó hasta 34 por ciento. Aunque la paz tardó aún 11 largos y dolorosos años en llegar.
Ahora, cifras no oficiales recabadas mesa por mesa por algunos periodistas reportaban en algunos casos, poco antes de cerrar las casillas, una asistencia mayor a 50 por ciento. A simple vista, las urnas hechas con bolsas de plástico transparente colocadas debajo de las rendijas se mostraban llenas de papeletas rosas, verdes, azules, amarillas, blancas, según el puesto de elección popular que se tratara.
Desde las siete de la mañana, cuando se abatió la banderilla de salida para la votación, los representantes de casilla de los dos partidos punteros, el Frente Republicano Guatemalteco que postula a Alfonso Portillo, y el Partido de Avanzada Nacional con Oscar Berger, fijaron toda su atención en cómo se administraba la documentación, cómo se registraban los candidatos y finalmente cómo se emitía, desde las casetas, el voto. Más allá de lo que dicen las encuestas finales, que le otorgaron un estrecho margen de ventaja a Portillo, los involucrados en la competencia sabían que la contienda sería una de las más cerradas en la historia del país.
Más relajados, y desde luego con mucho menos capacidad de infraestructura, recursos y personal para cubrir con representantes el ciento por ciento de las mesas, los delegados de Alianza Nueva Nación, que postulan junto con la ex fuerza guerrillera Unión Nacional Revolucionaria Guatemalteca a Alvaro Colom, confiaban en que el celo de los dos rivales del FRG y el PAN no dejarían pasar una sola irregularidad.
De hecho, ya finalizada la jornada y durante el largo compás de espera que se abrió en espera de los resultados del escrutinio, los informes preliminares reportaban un saldo blanco. Cero problemas de consideración. Salvo, por supuesto, incidentes muy propios de los estilos particulares de la política guatemalteca. En ellos los camiones de transporte urbano han sido siempre manzana de la discordia y polvorín de inconformidades.
En esta ocasión, y a diferencia de años anteriores, donde se decretaba la gratuidad del transporte público en día de elecciones, los camioneros cobraron el pasaje. De inmediato los eferregistas acusaron a los panistas ųque gobiernan la capitalų de haber tomado la medida con el objeto de afectar a sus electores. En algunos puntos de la ciudad hubo paros y pleitos aislados por el asunto. Al final de la jornada el alcalde panista simplemente explicó que se había tratado de la defensa, lisa y llana, del derecho de la libre empresa.
En Guatemala la distribución de centros de votación no cubre amplios territorios, como ocurre en México, y el elector tiene que desplazarse lejos de su domicilio en lugar de la mesa que le corresponde. En los municipios solamente se ubican mesas en las cabeceras o si acaso en algunas ciudades y comunidades de importancia, pero para las muchísimas comunidades aisladas el traslado hasta los centros de votación es un esfuerzo que con frecuencia se prefiere no hacer.
En la capital no se facilitan las cosas ya que la mayor parte de los centros de votación se ubican en escuelas de la Zona 1, en el Centro, lo que también implica onerosos y complicados transportes para la gente pobre de la periferia. Aún así este domingo las calles del centro y varias de sus principales arterias, incluidas las carreteras de acceso, se convirtieron en penosas hileras de vehículos semiestacionados. Para muchos guatemaltecos fue el primer indicio de que en esa ocasión las elecciones serían una experiencia diferente.
En la escuela primaria "Emmanuel de la Roca", en el centro, tuvieron que acudir a votar los empadronados de última hora. Con 20 mesas repartidas en los dos pisos del plantel y una marimba ubicada en el patio ųotro rasgo del folclor electoral chapín, no hay fiesta cívica o urna que valga sin las maderas que timbran con voz de mujerų el sitio resultó ser un hormiguero sobrepoblado desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde. Y en medio del tumulto, no faltó el predicador (otra singularidad chapina) anunciando a toda voz el apocalíptico fin del mundo. "Cristo ya viene, cristo ya viene".
Jóvenes de entre 19 y 22 años la mayoría participaban en la primera elección de sus vidas, la primera después de los acuerdos de paz, la cuarta transmisión de poderes entre civiles. Había pocas personas mayores que hubieran ejercido el voto en alguna ocasión en sus vidas. Uno de ellos, ya cerca de los 70 años, ingresó al padrón apenas el año pasado. "Quise salir de dudas y sentir cómo es esto de votar", expresó. Otra mujer, con sus dos hijas, también cruzó papeletas por primera vez en su vida. "Sólo por ver si así cambia nuestra Guatemala. Lo que pase después, ya Dios dirá".
Optimismo con reservas
Desde luego el panorama optimista para quienes se propusieron con campañas específicas abatir el abstencionismo ųuno de los peligros no declarados de la democracia electoral, si se toma en cuenta que el actual presidente Alvaro Arzú, del PAN, fue electo apenas con 36 por ciento de los electores inscritos, pero sólo con 13 por ciento del total de los electores potencialesų, no está totalmente resuelto con el ejemplo de la ciudad capital. Guatemala es un país rural y mayoritariamente indígena, y los mayas suelen darle la espalda a las urnas, no importa las cantidades de dinero que se hubieran vertido a manos llenas en las campañas.
De hecho, las primeras cifras oficiales sobre la afluencia de electores vinieron del segundo departamento en importancia del país, Quetzaltenango, donde a lo más que se logró abatir el voto ausente fue a 51 por ciento. Y es de esperarse que en otras zonas más rurales el porcentaje sea aún mayor.
Por lo pronto, la naturaleza no fue benigna con los electores y los ciudadanos en general en la región de la Alta Verapaz, donde los aguaceros de la temporada desbordaron ríos, provocaron derrumbes y obligaron a evacuar algunas comunidades del municipio de Cobán y Polochic. Desde luego ahí la jornada electoral pasó a un segundo plano, lamentablemente para la izquierdista ANN, que contaba con tener ahí una de sus bases de apoyo más fuertes.