Ť Estrategia para promocionar al primer ministro
Aumenta la popularidad de Putin con rumores sobre su destitución
Ť Señalan diarios que el relevo ya está decidido por Boris Yeltsin
Ť Gantamirov, pieza clave de Moscú en el conflicto checheno
Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 7 de noviembre Ť Hacer pronósticos con base en rumores es un ejercicio riesgoso e ingrato en cualquier parte del mundo. En Rusia, donde las intrigas palaciegas son componente esencial de la lucha por el poder, lo es doblemente porque la lógica que debe sustentar todo análisis, con frecuencia, no permite entender y, por tanto, anticipar el errático e impulsivo proceder del presidente Boris Yeltsin.
De unos días para acá, como si se hubieran puesto de acuerdo, varios periódicos locales especulan sobre la destitución del primer ministro Vladimir Putin, lo que en principio sería un disparate cuando el candidato del Kremlin para suceder a Yeltsin encabeza la intención de voto con 29 por ciento, muy por encima de cualquier otro aspirante.
Esta vez, los insistentes rumores --este corresponsal se atreve a afirmarlo-- son parte de una bien pensada estrategia de la Oficina de la Presidencia rusa para reforzar la popularidad de Putin, en una segunda etapa de promoción de imagen que busca desvincular de la guerra de Chechenia el éxito inicial.
Lo anterior se desprende de varios hechos que apuntan a que estos rumores, si la lógica no falla en esta ocasión, persiguen exactamente el objetivo contrario al proclamado: 1) los medios usados para difundirlos; 2) los argumentos para hacer creíble el supuesto; y 3) a quién se atribuye la "conspiración" para derribar a Putin.
Los periódicos y canales de televisión que lanzaron los rumores mantienen, a través de sus propietarios, una estrecha relación con el Kremlin y son habitualmente los conductos para instrumentar las campañas de desprestigio de los rivales políticos, así como las ocurrencias de los encargados de aplicar tecnologías sucias desde la Oficina de la Presidencia.
En este caso, se parte de una tesis verosímil: los principales adversarios del Kremlin, el ex primer ministro Evgueni Primakov y el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, están convencidos de que Putin, si triunfa en Chechenia, ganará también las elecciones presidenciales de junio próximo.
Por ello, y aquí los rumores empiezan a perder veracidad, han iniciado contactos confidenciales con políticos occidentales para pedirles que usen toda su influencia sobre Yeltsin, exigiéndole detener la guerra de Chechenia y destituir a Putin.
Incluso se le pone fecha a este escenario. Conforme a las fuentes "dignas de crédito" que cita Nezavisimaya Gazeta, uno de los periódicos que dedicó sus ocho columnas a los rumores, Yeltsin será acorralado por sus homólogos occidentales durante la Cumbre de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, a celebrarse en Estambul del 17 al 19 de noviembre próximos, cederá a esas presiones y anunciará el inicio inmediato de negociaciones con el presidente de Chechenia, Aslan Masjadov.
De ser así, Putin manifestaría su desacuerdo por "la traición a los intereses de Rusia" y, a consecuencia de ello, sería cesado o dimitiría. Según el mismo periódico, el lugar de Putin como jefe de gobierno sería ocupado por Evgueni Primakov, el impulsor de la "conspiración" con occidente.
Otros diarios, como Komsomolskaya Pravda, aseguran que la decisión ya está tomada y que Yeltsin hará el anuncio a comienzos de esta semana. Mencionan como posibles relevos de Putin a Serguei Shoigu, el ministro de Situaciones de Emergencia, Vladimir Rushailo, el del Interior, y hasta al canciller Igor Ivanov.
Palabras más, palabras menos esos son los argumentos de quienes difunden los rumores.
Parece claro que el mensaje tiene un sólo destinatario: los ciudadanos rusos que, en su inmensa mayoría, se quedan con la impresión de que Putin, cuya firmeza en defender los intereses de Rusia irrita y preocupa a occidente, podría ser sacrificado por intereses mezquinos de políticos locales dispuestos a hacer concesiones a cambio del apoyo foráneo.
Que las reacciones internacionales de condena de los excesos en la guerra de Chechenia y del auténtico drama de los casi 200 mil refugiados preocupan al Kremlin no cabe la menor duda.
Por ello, tras el fracaso de su apuesta inicial por el controvertido empresario Malik Saidulaiev, todo parece indicar que Moscú, por fin, ya encontró con quién negociar un arreglo político con Grozny. Y lo encontró en una prisión de alta seguridad rusa.
Prácticamente pasó desapercibido un hecho que, dentro de poco, puede significar un cambio drástico en la guerra de Chechenia: el presidente Yeltsin indultó a Bislan Gantamirov, quien estaba por cumplir la mitad de la condena de seis años por haberse apropiado, siendo alcalde de Grozny, de 35 mil millones de rublos destinados a la reconstrucción de Chechenia, parte de la suma que el gobierno federal transfirió como compensación después del fracaso de la primera guerra rusa contra la independentista república.
Vale la pena resumir la trayectoria de Gantamirov, todo un personaje. Con desmedida vocación de poder y enemigo acérrimo del entonces presidente checheno, Dzhojar Dudaiev, Gantamirov intentó tomar por asalto Grozny, en noviembre de 1994, al frente de unidades paramilitares propias. Con la entrada de las tropas rusas, siete meses más tarde, Gantamirov fue nombrado alcalde de Grozny. Tras los acuerdos de Jasaviurt, en agosto de 1996, que pusieron fin a dieciocho meses de hostilidades, y a diferencia del jefe del gobierno pro ruso, Doku Zavgaiev, que fue premiado con la embajada en Tanzania, Gantamirov fue a dar a la cárcel.
Ahora, de acuerdo con el indulto presidencial, resulta que Gantamirov no se robó el dinero, sino lo utilizó con otros fines: costear el tratamiento médico en Turquía de sus combatientes heridos y adquirir armamento. Un llamado Congreso de la Diáspora Chechena en Moscú lo acaba de recomendar al cargo de primer ministro de Chechenia, de un eventual gobierno paralelo a instalar en el territorio ocupado por el ejército ruso.
A sus 37 años, Gantamirov recibe de Moscú una nueva oportunidad para disputar su anhelado liderazgo de Chechenia, esta vez a Masjadov. Si para ello es indispensable la toma de Grozny, ya puede anticiparse el personaje que va a encabezar las unidades de asalto y, además, la propaganda oficial rusa podrá decir con la conciencia tranquila que, a partir de ese momento, en Chechenia comenzó un levantamiento armado de chechenos contra el gobierno de Masjadov, a priori calificado de ilegítimo.