El día de ayer, la democracia mexicana dio un paso irreversible. No volveremos al método que privilegiaba la decisión de uno sobre la de la mayoría.
Los espacios que la sociedad ha venido ganando, a fuerza de la perseverancia y la decisión de asumir plenamente su responsabilidad, se expresa en todos los campos de la vida nacional, relevantemente el de la política.
No ha sido fácil, hay innegables resistencias que demuestran que lo que se está construyendo es toda una cultura que se abrirá paso gradualmente en la medida que el relevo generacional se consolide y, lo más importante, que se demuestre que la democracia tiene una utilidad demostrable para todos, aun para quienes no participan directamente de la vida pública.
Cuando el Consejo Político Nacional del PRI decidió que la elección de su candidato a la Presidencia de la República fuera abierta, y que en ella participaran todos los ciudadanos que quisieran y no sólo su militancia, lo que se estaba proponiendo era empezar a construir una vía ante la cual se carecía de referentes, no sólo en México, sino a nivel mundial.
Los pocos ejemplos de elecciones primarias que hay en el mundo, y lo complejas que resultan aun en los países que viven la normalidad democrática, obligaban a estar dispuestos a aprender al tiempo que se procuraba evitar que los intereses creados lo utilizaran como una nueva forma de manipular la voluntad mayoritaria.
Hubo innegables avances y, también, resistencias, y quizás el mérito mayor del ejercicio es que ambos quedaron en evidencia. Los primeros, porque el método reposicionó al PRI y lo ubicó en cerca de 50 por ciento de las preferencias electorales; el segundo, porque quienes pretendieron sacar ventaja quedaron a la luz, no sólo de los militantes del PRI sino de la sociedad en su conjunto.
Se presentaron excesos que hubiera sido deseable no tener, pero ello nos enseña que cuando la lucha es por el poder, resulta difícil contar con las instancias pertinentes para controlar las pasiones y las ambiciones. La nueva cultura que se está construyendo seguramente podrá hacer posible lo que ahora resultó infructuoso.
Una cuestión que será motivo de reflexión en el futuro inmediato es sin duda la referida a los recursos financieros. Habiendo tantos rezagos y tantas necesidades derivadas de las emergencias, resulta imprescindible llevar a cabo los procesos democráticos con un uso más eficiente de los recursos.
Así como el paso que ayer se dio es irreversible, tenemos que revisarlo a la luz no sólo de los resultados electorales, sino de sus efectos políticos y sociales. Consecuencia de una voluntad de enorme trascendencia, el PRI tendrá que valorar las experiencias positivas de este proceso, pero a la vez deberá superar las resistencias que ya no tienen lugar y que son grotescas para una sociedad cada vez más exigente, más informada, más dinámica y que demostró, una vez más, su voluntad de ser parte del cambio y no únicamente su espectadora.