Orlando Delgado
El rescate: la historia interminable

Un capítulo más del rescate bancario se abrió con la decisión de los 3 mil 862 accionistas de Bancrecer que reconocieron las pérdidas del banco y aplicaron el capital contable para pagarlas. Esto, en términos llanos, significa que aceptaron que su inversión en el banco se pierda, antes que aportar lo necesario para poder mantener el banco funcionando bajo su mando. El IPAB, asumió el control, aportando 102 mil 200 millones de pesos, que se destinarán a constituir las reservas necesarias.

La determinación del costo de la intervención del IPAB la hizo el Deutsche Bank, que consideró: ``el rescate de la entidad es la opción más conveniente y menos costosa'', por lo que hay que ``sanearla y capitalizarla para su venta''. Este ``rescate'', anunciado desde hace 16 meses, incrementó su costo de una manera escandalosa: en el primer momento, en mayo de 1998, el propio Fobaproa lo estimó en 55 mil millones de pesos; un año después, el auditor Mackey informó que se requerirían 96 mil 350 millones; hace 15 días, el accionista mayoritario de Bancrecer y presidente del Consejo de Administración --quien seguramente conoce bien la situación del banco-- informó que, cuando mucho, se llegaría a 95 mil millones. Finalmente, este 3 de noviembre la cifra definitiva resultó en 102 mil 200 millones de pesos.

¿Cómo es posible que un banco pierda, en casi un año y medio, 57 mil millones de pesos? ¿Dónde está la Comisión Nacional Bancaria? ¿Por qué la intervención disfrazada, hecha evidente con el nombramiento de Francisco González, quien hace más de un año había sido nombrado director general, como administrador cautelar no pudo evitar un ritmo mensual de pérdidas del orden de los 3 mil 100 millones? La respuesta oficial a estas preguntas, es que la discusión generada por la iniciativa presidencial de convertir en deuda pública los pagarés Fobaproa y la demora en la creación del IPAB, impidieron realizar oportunamente el ``rescate'', lo que elevó su costo.

Sin embargo, la realidad es que el banco perdió 100 millones de pesos diarios y la autoridad no hizo absolutamente nada, salvo nombrar al director general que, como se ve, hizo lo mismo que sus verdaderos patrones: nada. El capítulo que se ha abierto con esta operación tiene filones verdaderamente sorprendentes; tan es así que el director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) ``demandó al gobierno explicar y transparentar los términos en los que rescató a Bancrecer''. Transparentar significa hacer del conocimiento de la opinión pública los estados financieros, que las autoridades financieras, Hacienda y la Bancaria conocen; esa información revelaría, entre otras cosas, el monto de la captación del público y de la captación iterbancaria, así como los costos con los que se fondeó el banco, evidenciando lo obvio: el margen financiero ha sido crecientemente negativo, lo que incrementado a los gastos de administración, explica las pérdidas.

Cualquiera entiende que si un banco pierde todos los días en la operación básica, es indispensable tomar medidas drásticas del tipo de cerrar sucursales, reajustar personal, reducir el sueldo de los funcionarios y, si con esto no se eliminan las pérdidas, cerrar la institución. En lugar de hacer esto, la autoridad --que conocía perfectamente el banco y tenía presencia dentro-- se hizo a un lado, dejándole la responsabilidad al IPAB, institución que se tardó meses en reaccionar.

De esta manera, la responsabilidad en el incremento del costo del ``rescate'', es, en primer lugar, de la Comisión Nacional Bancaria y de la Secretaría de Hacienda; en segundo lugar, por supuesto, del IPAB, de su director general y de sus vocales. Esta responsabilidad no es retórica, implica miles de millones de pesos que tendrán que ser pagados por los contribuyentes; ciertamente, el Congreso de la Unión debería ocuparse de esto para impedir que se consume un nuevo atraco, pero la actual correlación de fuerzas y la actitud panista no lo permiten.

Así las cosas, luego de concretarse la operación de Bancrecer, las declaraciones de Fox son notables: ``el IPAB es para construir una nueva banca, un nuevo sistema financiero, pues un país no puede vivir sin banca y sin banqueros; no puede operar sin un sistema financiero, las familias no pueden ahorrar...'' Por eso, según, él, Acción Nacional, antes que perder votos por el asunto del Fobaproa, los ganará ``porque el rescate financiero y la creación del IPAB fueron su propuesta''; la extraordinaria actuación de este organismo ``protector del ahorro'' para lograr que los contribuyentes pagáramos lo menos posible, seguramente no sólo no le conseguirá votos, sino que se los restará: al tiempo.