Ť Décimo aniversario de Debate Feminista y noveno de El Hábito
Freud psicoanalizó a todo mundo, en Coyoacán
Arturo Jiménez Ť šY ahora con ustedes, el doctor Sigmund Freud!, quien someterá a psicoanálisis colectivo al público y los participantes (Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, Marta Lamas y Hortensia Moreno) en la celebración por el décimo aniversario de la revista Debate Feminista y el noveno del teatro-bar El Hábito.
La clave, el punto de toque, fue la palabra "ladrillo": un ladrillo semestral mencionado por Monsiváis, un ladrillo entrañable citado por Moreno o un ladrillo-revista colgado en el cuello de Poniatowska para llegar al fondo del mar.
Todo fue analizable por el incisivo explorador del inconsciente, que la noche del sábado se apareció por Coyoacán acompañado de su ayudante y codependiente hija Ana, traductora al alemán del carrasposo español de su padre.
Freud comenzó a tomar notas sobre el Yo, el Ello y el Superyo desde que Hortensia Moreno hizo un recuento de Debate Feminista. Y su bolígrafo ya no tuvo descanso cuando Monsiváis cuestionó qué sentido tenía hacer una revista sobre debate feminista en momentos de huelga en la UNAM y de predominio del neoliberalismo.
Y a partir de ahí dibujó diversas escenas de lo que llamó la "posmilitancia", que todo lo invade. Se considera un triunfo, dijo, que aparezca una pareja gay en una telenovela, pero el sida continúa en aumento; se crítica al PRD públicamente y en corto se habla de las inconsistencias del PRI.
Ahora se cree, señaló, que se huye del desengaño huyendo del engaño y los debates acerca de las problemáticas de la vida cotidiana se han suspendido. Hay un desdén de las mujeres de clase media hacia el feminismo, porque "ya no es lo de hoy", dijo.
Predomina una actitud, advirtió el escritor, que envía al olvido los más importantes y graves temas. Sin embargo, dio algunos ejemplos del éxito de las teorías básicas del feminismo, como la mayor presencia de las mujeres en las escuelas y en la política.
También mencionó la desaparición del lenguaje "modocito" de la mujeres, la igualación creciente de los roles en la familia, la sexualización del habla en las jóvenes y la irrupción en el periodismo. "Ahora las mujeres son todo, menos minimizables".
Debate Feminista, señaló, es un proyecto a mediano y largo plazos, y un propiciador de esas "atmósferas civilizatorias" sin las cuales no hay transición a la democracia. Pero, acotó de nuevo, el gran problema de esa y otras revistas afines radica en los materiales, y habló de la falta de lectores, del diseño, de su seriedad, de su calidad asumida de grueso "ladrillo".
Poniatowska resaltó la discusión impulsada por la revista con temas como la diferencia sexual, el género, la producción cultural y la práctica política. Y ubicó a sus lectores como "interesados en comprender qué pensamos y cómo pensamos las feministas de México y, claro, del mundo".
Luego, contó anécdotas sobre la buena recepción de esa publicación en Estados Unidos, la negativa de Fernando Benítez a cargar el ladrillo y llevarlo a Moscú, y los avatares de ella misma cargando ejemplares por el mundo.
"ƑQué es lo que me encadena a Debate Feminista? A primera vista su buena factura. Es un objeto bello", señaló Poniatowska, y luego mencionó muchos ejemplos de lo que le han dado los contenidos y autores aparecidos en la revista.
Luego vino el asalto de Freud, quien capoteó los lances de Marta Lamas, la mandó al diván varias veces y la conminó a reprimir sus impulsos. "Deduzco que padece una psicosis de diez años por los ladrillos, Ƒno le bastan los de Carlos Fuentes?", diagnosticó a la directora de la revista.
"Nada se puede llamar Debate Feminista sin tener envidia del pene", aclaró Freud a Lamas y le preguntó con qué terapia podría calmarla. Con canciones de Liliana Felipe, respondió la paciente. Y Liliana tocó el piano, cantó y hasta Freud se aventó dos o tres palomazos, luego de ver formas soterradas en el micrófono: "šEs un micro-pene, qué descubrimiento! Es un buen nombre para el clítoris".
Al final el famoso psicoanalista entregó los premios Blue Demond al caricaturista Gonzalo Rocha y a otros, entre ellos la mamá de la actriz y cabeza de El Hábito, Jesusa Rodríguez. Dijo Freud a la señora: me recuerda a alguien con quien tengo un Edipo. Al final, Freud invitó a mover los genitales a ritmo de salsa.