La Jornada domingo 7 de noviembre de 1999

Marco Rascón
Hoy muere el PRI

NADIE PUEDE IR CONTRA su esencia y su propia tendencia. El dinosaurio no puede convertirse en mariposa y el choque no puede convertirse en una suma de trenes; por esta razón, la contribución del PRI a la evolución política del país, no es cambiando, sino desapareciendo.

Impresiona el nivel de resistencia y cómo se mueve la cola desarticulada del cuerpo y lo que hoy sucederá en las urnas priístas no es el nacimiento del nuevo PRI, sino su liquidación, pues la búsqueda de "democracia interna" resulta tóxico para quien ha maniatado al país con el verticalismo y el absolutismo presidencialista.

ƑOlvidará el país en unas semanas lo que Madrazo, Labastida, Bartlett y Roque se dijeron y acusaron entre ellos? Ƒhabrá unidad plena y dirá Madrazo que nunca dijo nada contra Labastida y Labastida le perdonará que lo haya acusado de lo que era y al revés igual? ƑPodrán hacer de la contienda una suma de trenes?

Lo que en estas semanas hemos visto como la precampaña del PRI tiene como esencia del dinosaurio la cantidad de dinero que se gastaron, que sólo explica la relación del PRI con la oligarquía financiera y económica que son ellos mismos; explica también el origen oscuro y la causa política del crimen de Luis Donaldo Colosio, pues hoy lo único que podemos agradecerles hasta ahora no es que se hayan democratizado, sino que se maten.

La decisión de no regresar a Lomas Taurinas pudiera ser positiva para el país, pues nos aleja de la violencia política, pero eso no salvará al PRI ni permitirá la suma de las partes que ahora con el poder económico y el lastre del pasado, cree en poder hacer que le crezca la cola y volver a reconstituirse como las lagartijas. Ha sido impresionante también como los medios de comunicación, pretendieron darle oxígeno al dinosaurio a lo largo de este tiempo. Sin embargo, de puro oxígeno el moribundo no revivirá sino que prolonga la agonía política de un país que ya no cabe, que se muere y no puede transformarse. El PRI ya sólo son sus siglas y sus colores, que ninguno de ellos puede abandonar. El PRI ya no es nada, pues lo más valioso que tenían, su disciplina y unidad ferrea, ya la perdieron y sin ella ya no son nada.

Es posible que Madrazo, la hija más ambiciosa del Rey Lear, diga que acepta el resultado, pero quienes le apoyaron, a los que puso al límite de la ruptura por tanta cosa dicha, difícilmente. Es posible que Labastida llame a la unidad y unos lo acepten, pero lo que ya no pueden hacer es ganar la elección del 2000, pues está demostrado que en estos meses se ha descubierto que son de lo que se acusaron y que por ello ninguno podrá ganar frente a la tendencia general del país a transformarse. Frente a las urnas, quedará la frivolidad y la comicidad de los cuatro, su lucha por ser famosos y ganar rating. El nuevo PRI quedará simplemente como una aspiración sicoanalítica de querer cambiar, luego de toda una vida de haber sido algo distinto a la que ahora aspiran en forma, pero no en naturaleza, pues al final el nuevo PRI es un recurso para seguir siendo los mismos.

En este sentido, el día de hoy vuelve la presión contra Cuauhtémoc Cárdenas, quien se perfilará ya hacia la Presidencia de la República, coinci-diendo con las aspiraciones del país. La campaña de Cárdenas hacia el 2000 es la reorganización social y política del país, y no puede ser sólo una campaña electoral sino la reconstrucción de fuerzas y de consensos para los próximos seis años.

Una tarea central será iniciar la lucha central para despojarnos de la cultura priísta alojada en la memoria del país y que dejan aún en la administración pública, las formas políticas, las policías, el servilismo y las actitudes cortesanas, la defraudación electoral, el control de los medios de comunicación, la verdad oficial al margen de la razón y la inteligencia. La cultura priísta debe ya de desaparecer y para eso necesitamos partidos y movimientos, una organización del trabajo distinta y la dignificación de las relaciones entre los mexicanos. Es por eso que el día de hoy morirá el PRI, porque ellos mismos lo sepultaron y a partir de ahora, el país entero, el pueblo de México, deberá sentir que no está perdido, sino que encontró el camino para transformarse verdaderamente. *