La Jornada domingo 7 de noviembre de 1999

Angeles González Gamio
Las inundaciones

Ahora que numerosos compatriotas padecen el efecto de terribles inundaciones, que han costado vidas y la pérdida del patrimonio de cientos de familias, nos viene a la mente el recuerdo de las que ha sufrido la ciudad de México a lo largo de su historia. Fundada en medio de cinco lagos, estaba destinada a sufrir con frecuencia el embate de las aguas.

Sin embargo, el vital liquido fue manejado con maestría por los mexicas, quienes lograron construir una prodigiosa ciudad con palacios, templos, jardines, zonas habitacionales y grandes mercados. Estos se logró mediante un sofisticado sistema hidráulico que incluía canales, diques, calzadas, acueductos, albarradas, ríos canalizados y chinampas. Ya hemos comentado cómo esta maravilla se fue destruyendo tras la conquista, entre otras, al perforar el abarradon de Nezahualcóyotl, para que pasaran los bergantines con los que Hernán Cortes atacó México Tenochtitlán.

Otro factor negativo fue el cegamiento de acequias para hacerlas calles y las obras que desecaron varias zonas de los alrededores. En conclusión, se rompió el delicado equilibrio que habían logrado los aztecas y la ciudad de México comenzó a padecer terribles inundaciones. Se puede afirmar que desde su nacimiento, la capital de la Nueva España, emprendió una lucha encarnizada para sacar el agua.

Esto no fue fácil, le llevó casi 500 años; el último golpe mortal fue el drenaje profundo, el cual aunque nos duela a los que queremos los ríos en la ciudad, ha evitado las inundaciones, claro que ayudado por la extensa labor de desazolve de las presas, limpieza de barrancas y reubicación de personas que habitaban zonas de alto riesgo, que ha efectuado en los dos últimos años el Gobierno capitalino. Pero el precio que se ha pagado ha sido muy alto; ahora tenemos problemas para abastecernos de agua, hemos sobrexplotado los mantos acuíferos, ocasionando un severo hundimiento que de seguir, algún día sacara a la superficie las líneas del Metro y pone en grave riesgo el valioso patrimonio arquitectónico. Esta sangría subterránea es de todos modos insuficiente, por lo que hay que traer el cristalino liquido desde lugares lejanos del estado de México, a un costo altísimo, causando además, daños a esos territorios que son despojados de ese elemento esencial.

Resulta una verdadera aberración que a la ciudad de México llegan 14 ríos que se canalizan al drenaje profundo, para sacarlos de la ciudad; a esto se añade que la enorme cantidad de agua que llueve cada año, que también se va al drenaje; si se recogiera, prácticamente cubriría las necesidades capitalinas de todo ese ciclo.

ƑCómo revertir esta locura? Afortunadamente hay muchos especialistas que se han preocupado del asunto, lo han estudiado y proponen acciones muy concretas, algunas ya comprobadas. Hace unos meses se reunieron para analizar el problema y comentar sus propuestas, en las que hay una enorme coincidencia. Todos hablan de la necesidad de devolver a la cuenca su carácter lacustre, que, por su situación geográfica, finalmente siempre prevalecerá.

La comprobación de que ello es posible la tenemos en el Proyecto Texcoco, que era una pequeña parte del gran plan que proponía el ingeniero Nabor Carrillo, elaborado con un grupo de ingenieros y científicos. La idea era revivir los lagos en los alrededores, con lo cual se resolverían los tres grandes problemas: evitar las inundaciones, resolver el abastecimiento de agua y detener el hundimiento de la ciudad.

Estos seductores proyectos están detallados en un magnífico libro ųfruto del encuentro mencionadoų titulado La ciudad y sus lagos, que edita Clío, con las colaboraciones de Teodoro González de León, Alberto Kalach, Alejandro Rosas y Gabriel Quadri. Un buen sitio para comentar este asunto es el restaurante L'Heritage, en la avenida 5 de Mayo número 10, que ofrece excelente comida mexicana en un ambiente refinado. Incomparables las "sesadillas", para acompañar el tequilita.

Si el presupuesto es corto, unos pasos más adelante está el Café Popular, de amplia tradición, fundado por chinos que popularizaron los bisquets y el café con leche en vaso. También ofrecen un vasto menú para comer, muy económico.