Francisco Labastida, el cachorro de Carlos Salinas y de Ernesto Zedillo, al oponerse al diálogo y a la solución negociada a la huelga en la UNAM ha dado muestras una vez más, como ya lo hizo meses atrás al vetar los acuerdos de San Andrés, que actúa con una gran irresponsabilidad y que en el caso hipotético de llegar a la Presidencia actuaría de espaldas a la sociedad asumiéndose como un policía al servicio de los intereses neoli-berales, que no tienen, por otro lado, motivo alguno para confiar en él.
1. Las políticas del rector Barnés de anteponer los intereses político-electorales de Labastida a los derechos de los universitarios, y alargar el conflicto para buscar una solución de fuerza, no sólo no han creado condiciones para resolver la situación a su favor, sino que están evidenciando al precandidato oficial del PRI y llevándolo a autodescalificarse en sus pretensiones de gobernar al país con una serie de declaraciones aberrantes.
2. ¿O de qué otra manera podrían entender los ciudadanos los torpes intentos de Labastida por descalificar al CGH y pretender una salida represiva que en una esca-lada verbal lo llevaron a decir el sábado 30 que el de los estudiantes es nada menos que un movimiento armado? ¿Puede alguien confiar en un individuo que hace declaraciones tan irresponsables?
3. La ``estrategia'' aprobada en Bucareli la primavera pasada de no negociar a fin de desgastar al movimiento, en vez de permitirles salir fortalecidos del conflicto les está fallando a Labastida y a Barnés. La prolongación de la huelga no ha minado la combatividad estudiantil y sí ha puesto de relieve la prepotencia de un grupo que pretendía privatizar la universidad a espaldas del país, y pone de manifiesto la ausencia de formas de gobierno viables en la institución, pero sobre todo ha terminado por exhibir la subordinación del rector al precandidato oficial haciéndole imposible permanecer más tiempo en el cargo y mostrando a Labastida como lo que es: un inepto represor.
4. El único ``éxito'' del rector ha sido el de lograr manipular el conflicto con fines electorales y dañar la imagen de los cuadros del PRD, tarea para la cual ha tenido una amplia colaboración de los afectados. Los dirigentes perredistas y del gobierno capita-lino cometieron un error histórico desde principios de año al avalar el Plan Barnés antes de que se anunciara y al negociar el conflicto en junio a espaldas de los estudiantes, y hoy lo siguen cometiendo por la desesperación de que no sean sus cuadros los que dirijan el movimiento: sumándose a la campaña de denigración de los estudiantes en huelga, tratando infructuosamente de dividir al CGH, boicoteando las movilizaciones, impulsando un pliego de demandas por debajo del de los estudiantes o negociando en Gobernación una ``reapertura de la UNAM'' (Reforma el 30 de octubre)
5. ¿No hay acaso un alto grado de irresponsabilidad en las declaraciones de autoridades capitalinas y miembros de la dirigencia perredista que pretenden enfrentar a ``la sociedad civil'' con las marchas, o al calificar como actos irresponsables a las movilizaciones del CGH que no son sino el ejercicio de diversos derechos constitucionales?
6. El movimiento estudiantil puede tener en contra a diversos sectores de la población sensibles a la campaña de desinformación del gobierno federal a la que se ha sumado el aparato perredista, pero los seis puntos de su pliego tienen el apoyo de un número cada vez más significativo de universitarios y de importantes grupos sociales, que saben que esas peticiones son justas y viables y que la derogación de las medidas neoliberales y la convocatoria a un congreso constituye la solución más sensata.
7. La marcha de hoy constituye ante la cerrazón oficial no sólo el ejercicio de un derecho indeclinable, sino una defensa tanto del derecho a una educación pública superior gratuita como del de reunión y de manifestación. La marcha se justifica en su recorrido por la negativa de las autoridades a enfrentar el conflicto y por las torpes represiones del 5 de agosto y del 14 de octubre, y se torna en una convocatoria a la sociedad para que obligue al gobierno a negociar. El mismo día que diputados priístas y panistas (y algunos perredistas) avalaron una iniciativa de modificaciones a la Constitución pretendiendo reglamentar el derecho de reunión (21 de octubre), en París, una manifestación de bomberos bloqueó por más de siete horas el boulevard Péripherique y la policía represiva de los CRS no intervino. Eso acontece cuando se respetan los derechos civiles.
8. ¿Cuántas veces reprimió la policía manifestaciones perredistas durante las regencias de Camacho y de Espinosa?
9. El rector y quienes han dirigido la política sobre la UNAM en Los Pinos o en oficinas de Labastida le causaron un gran daño a cientos de miles de familias con sus decisiones erróneas, y con su negativa al diálogo le siguen generando un conflicto al país. De ahí la protesta justificada. Las movilizaciones son motivadas por la intransigencia de quienes están en el poder y por la necesidad de los ciudadanos de presentar una exigencia al gobierno y de hacer una llamada de atención para que todos enfrenten sus responsabilidades, y constituyen uno de los recursos extremos frente a la cerrazón del poder. Ha sido un derecho legítimo que no se podrá coartar por tentaciones autoritarias.
10. La rectoría no ha dado una explicación a la sociedad de por qué se niega a dialogar con los estudiantes del CGH y mantiene a la UNAM cerrada, y es por ello que la marcha, que es una demanda por el diálogo, adquiere relevancia nacional.