Octavio Rodríguez Araujo
Enseñanzas de un encuentro

El encuentro ``La izquierda hoy'' se llevó a cabo en la Sala del Consejo de Docencia en el primer piso del viejo edificio Arronte del Centro Histórico de Puebla. El coordinador del encuentro, Enrique Semo, y las autoridades de la Universidad tuvieron el buen tino de poner un circuito de televisión para que todo lo que se dijera en la sesión cerrada pudiera ser de dominio público en la planta baja del edificio, de tal forma que no hubiera expresiones exclusivas para intelectuales (que, por cierto, no todos los asistentes lo eran) y otras para el público y los reporteros de diversos medios.

Una de las características sobresalientes del encuentro fue la libertad de expresión de los participantes (de los que hablaron, pues no todos tomaron la palabra). Sé que suena raro esto de libertad de expresión en un encuentro, pero los que tenemos muchos años participando en reuniones de la izquierda sabemos que antes se hablaba más en términos partidarios o doctrinario-exegéticos y acríticos de temas o personalidades tabúes del pasado o del presente en turno.

Gracias a esta libertad de expresión, las posiciones encontradas, que las hubo, fueron escuchadas con respeto y nadie, salvo algunos participantes sin identidad en el medio, las interpretó como ataques a las estatuas de bronce o a los movimientos sociales y políticos en curso. Y si bien algunos reporteros quisieron en sus notas amarrar navajas entre las diversas posiciones, presentándolas como antagónicas e irreductibles y entre ``buenos'' y ``malos'', la verdad es que el debate era progresivo, es decir hacia adelante y con el ánimo de construir diagnósticos y pronósticos matizados por intervenciones razonables, y no -como a veces ocurre- por monólogos supuestamente reafirmantes de verdades preconcebidas.

Como no se trataba de sacar conclusiones, ni por consenso ni por votación, el debate garantizó que casi nadie intentara imponer ``su verdad'' a los demás, sino algo aparentemente más modesto: entender los errores pasados de la izquierda, analizar los objetivos de ésta en la actualidad, los nuevos actores de cambio, sus diversas estrategias y la perspectiva histórica de las izquierdas partidarias, sociales, armadas e individuales, confrontadas o no. En este marco fueron analizados los partidos políticos, en especial el de la Revolución Democrática (que se ha definido como un partido de izquierda); los movimientos armados, en especial el EZLN; el movimiento estudiantil de la UNAM; las organizaciones de la sociedad, tanto de tipo gremial como las ONG; las estrategias y sus arrastres residuales del pasado (vanguardismo, por ejemplo); la validez de las distintas opciones de cambio al mundo actual, incluyendo el examen de las terceras vías; los cambios en los paradigmas; varias de las distintas concepciones de democracia; las ideologías, su fragmentación y dispersión y las modificaciones que han sufrido; el papel del poder como factor de transformación o no; el gran problema de la articulación de movimientos y las fallas de las supuestas direcciones políticas, cuando las hay; y otros temas, cuestionamientos, proposiciones y matices que largo sería enunciar.

Otras características, inusitadas en los viejos debates de la izquierda tradicional, fueron que nadie se apoderó del micrófono más allá de los tiempos acordados, no hubo propaganda ni retórica y la redundancia se evitó. Este último aspecto era y es típico de las reuniones donde todo mundo se quiere lucir (la necesidad de ser oído o de oírse) aunque repita lo que otros ya dijeron. Aquí no ocurrió. Se intervenía sobre las anteriores participaciones y en general se hacían referencias a ellas con fines de ubicación contextual o de reconocimiento por sus aciertos más que para descalificarlas. Hubo, desde luego, descalificaciones adjetivadas, pero curiosamente no fueron motivo de debate sino tangencialmente y sin referencias personales. Para decirlo de otra manera, no hubo participaciones acaloradas, ni a gritos ni arrebatando la palabra. Respeto, en una palabra, y claras intenciones de oír al otro, algo también muy poco común en reuniones de este tipo.

En síntesis, un nuevo estilo de debate y, no menos importante, la posibilidad de una nueva izquierda como corriente contraria al pensamiento único (de izquierda o de derecha) y a las ``verdades absolutas''.