n Es buen tema finisecular: Carmen B. López Portillo
Hablar de lo femenino permite incluir tolerancia y otredad
n Para muchos, Sor Juana fue la primera feminista en México
n Del 8 al 12 se realizarán las sextas Jornadas Culturales
Arturo Jiménez n Disertar acerca de lo femenino es hablar de la mujer, pero también de una disposición que la sociedad debe tener ante la otredad, el otro, señala Carmen Beatriz López Portillo, rectora de la Universidad del Claustro de Sor Juana.
''Es un buen tema para cerrar este siglo, porque a partir del discurso de lo femenino podemos hablar de la tolerancia y del derecho a la diferencia", comenta en entrevista luego de anunciar las sextas Jornadas Culturales, tituladas este año Tramas de lo Femenino y que, del 8 al 12 de este mes, incluirán conferencias, mesas redondas, danza, cine, música, exposiciones y, al final, un baile.
El tema de lo femenino, agrega, siempre ha interesado en esa universidad por la presencia misma de Sor Juana Inés de la Cruz, quien para muchos fue la primera feminista, la que comenzó la lucha de la mujer por el derecho al conocimiento, a la palabra y a decidir sobre su propia vida.
''La propuesta es romper el discurso dicotómico de femenino o masculino, bueno o malo, racional o pasional, y tratar de aceptar al ser humano en su totalidad: somos racionales y pasionales, buenos y malos.''
Se trata de ''ver a los hombres y las mujeres como algo natural, no desde la lucha, la oposición o el encontronazo, sino desde el diálogo, el respeto y la tolerancia respecto a la diferencia del otro, el respeto último por lo que el otro es, no por lo que yo le quiera imponer".
La Malinche y la Guadalupana
López Portillo comenta que en las mesas redondas se tocarán temas como los mitos de lo femenino que permean a la sociedad, al estilo de Eva. O en México, de La Malinche y la Virgen de Guadalupe, ''los dos parámetros que nos han permitido pensar lo femenino desde la seductora y perversa que induce al mal, hasta la madre que nos cobija".
Hablar de la mujer, indica, también ha implicado aludir a las minorías: seres humanos que no han tenido los mismos derechos que los demás, como los minusválidos, los ancianos, los homosexuales, las prostitutas, los niños, ''grupos marginados que, de alguna manera, se sirven del discurso feminista para hablar por ellos mismos".
Se debe romper, propone, con las definiciones que encierran y sujetan a la mujer en arquetipos y roles. ''De lo que se trata es de darle al otro la voz para que sea él o ella quien decida qué papel quiere jugar en la sociedad".
Plantea: ''Después de los discursos de la igualdad y del respeto a la diferencia ante lo masculino, ahora se debe tratar de superar esta dialéctica de los sexos y decir: nos corresponde vivir en una sociedad en la cual valen mucho la pena la libertad, la tolerencia y el respeto por el otro. Ahora se debe aprender una convivencia que enriquezca a todos".
Los propios individuos y grupos -no la sociedad o el Estado- son los que decidirán qué quieren ser, señala, y agrega que la constante de las jornadas anteriores (la última fue sobre el mal) ha sido la defensa a ultranza de la libertad, como la de elegir lo que uno quiere y puede ser.
''Por eso la necesidad de un discurso que ya no hable tanto de lo femenino sino en femenino, lo cual ya indica una actitud distinta. Con ello se trata de ir más allá de las definiciones: aceptar la metáfora, la indefinición, la magia, la fantasía, el sueño, el inconsciente y las posibilidades que la vida misma nos da. No definir que la vida tiene que ser de una sola manera sino múltiple y aceptar que, de algún modo, todos somos todo."