Ť La farsa democrática del PRI
Ť Todo está preparado para Silva
La elección del PRI el domingo próximo en el Distrito Federal, al igual que la nacional, es la farsa más ominosa que se pueda contar en la larga lista de trampas y engaños de ese partido hacia la ciudadanía.
Y sin embargo, serán los propios priístas, sus bases, quienes puedan organizar la rebelión en contra de los designios cupulares, para dejar de sentirse lo que siempre han significado para la mayoría de sus dirigentes: la borregada.
Nadie, en conciencia plena, puede negar, dentro o fuera del PRI, la marcha del aparato a favor de Francisco Labastida o de Jesús Silva Herzog, este último apoyado por las fuerzas más oscuras del sistema del partido-gobierno, pepenadores y antorchistas.
Entonces, la historia, cuando menos en la capital, advierte un número de irregularidades, casi todas impunes, a favor de Silva Herzog, que de triunfar daría paso a lo que bien podría llamarse la farsa-democrática.
Pero vamos por partes. Al principio, en el registro de Silva Herzog, los representantes priístas de Azcapotzalco y Tláhuac reconocieron haber recibido apoyo económico para transportarse. Apenas era el inicio.
Después se hizo público cómo José Monroy, quien cobraba en el Comité Directivo del PRI-DF, convocó a todos los consejos delegacionales a una reunión en Milpa Alta en apoyo a Silva Herzog.
La convocatoria aparece firmada por Severino Galván, presidente del consejo de Milpa Alta y también funcionario en el PRI-DF. La invitación fue atendida por la mayoría de los consejeros delegacionales, quienes tendrán parte de la responsabilidad en la elección del domingo.
Más tarde vino el debate. Según las reglas impuestas por el propio partido, los precandidatos deberían retirar la propaganda televisiva y radiofónica. Silva Herzog no lo hizo, y las denuncias al respecto se levantaron, pero no hubo sanciones. La farsa democrática se endurecía.
Además, el cinismo y el poco temor a una sanción se empezaron a manifestar. El 11 de octubre pasado venció la acreditación para los representantes generales de los precandidatos, uno por cada diez mesas receptoras de votos. Así lo había establecido el propio PRI.
Dos días después se reunió la Comisión para el Desarrollo del Proceso Interno en el DF, y sin convocar a los representantes de los precandidatos se amplió el plazo, a través de un acuerdo, impugnado en la sesión de la misma comisión el día 19 de ese mes.
No obstante, el acuerdo se mantuvo, pese a su ilegalidad.
Pero, por si fuera poco, ya en el colmo, en el mismo PRI se afirma que Silva Herzog mantiene una estructura electoral, donde cada responsable delegacional cobra 15 mil pesos mensuales, diez mil por representante distrital, cinco mil por general y, según las denuncias, 250 por cada representante ante la mesa receptora de votos.
El PRI, en su artículo 28 del reglamento del proceso, prohíbe las estructuras remuneradas, en efectivo o en especie. Nuevamente las reglas o las leyes priístas fueron rotas impunemente.
Y después, para señalar venganzas, desde el PRI nacional se hizo circular una encuesta (El Universal, 2-11-99), hasta donde se sabe encargada por José Antonio González Fernández, medición también prohibida.
En fin, todo está listo y preparado para hacer de Silva Herzog el candidato de la farsa democrática del PRI, a menos que las bases se rebelen y dejen de ser la borregada.
La marcha... del rector
Aunque con mucho coraje, en los círculos burgueses de la burocracia universitaria, alimentados por Francisco Barnés de Castro, empieza a sentirse una resignación por la partida inminente del rector actual.
Los grupos de resistencia hacen hasta lo imposible por mantener a Barnés en un lugar donde ya no cabe: la UNAM.
De cualquier forma, los nombres de quién o quiénes podrían sustituirlo, después del domingo 7, saltan de boca en boca y de café en café.
La apuesta por el secretario de Salud Juan Ramón de la Fuente persiste, y se le empiezan a descubrir cualidades no observadas con anterioridad.
Tampoco se ha desechado la idea para llevar a la rectoría a Diego Valadés, representante de la corriente carpizista que pretende volver por el poder en la UNAM.
Y ahora se empieza a mencionar a José Narro (no confundir con el miembro del PT), libre de compromisos, pero bien interiorizado de la problemática universitaria.
Sea quien sea, la cosa es que sea ya.