Miguel Concha
Semana Social Nacional
Luego de un receso de más de 70 años, ocasionado principalmente según los historiadores por las circunstancias jurídico-políticas en las que quedó la jerarquía eclesiástica después de la Revolución y del conflicto religioso-político de los años 20, del 25 al 28 de octubre tuvo lugar en la Universidad Intercontinental la primera Semana Social del Nuevo Milenio, organizada por la Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia del Episcopado Mexicano, significativamente bajo el lema ''Una vida digna para todos. Un diálogo necesario''.
Con el objetivo de aplicar a la realidad actual de México los criterios, normas de juicio y orientaciones de la exhortación apostólica de Juan Pablo II sobre ''La Iglesia en América'', esta nueva serie de semanas sociales nacionales tuvo como propósito, formulado en términos religiosos, el de ''favorecer el encuentro con Cristo, camino de conversión, comunión y solidaridad en la realidad concreta del pueblo de México'' que, ''afirmándose como sujeto de su propia historia, participa más y más para consolidar la cultura de la democracia en la justicia social''.
Participaron en un clima incluyente y de diálogo, caracterizado por la acogida, la pluralidad y el respeto, alrededor de 300 representantes laicos y eclesiásticos de los organismos de pastoral social de la mayor parte de las diócesis de la República, así como de organismos religiosos y ciudadanos de inspiración cristiana. Siendo la Semana Social Nacional un espacio indispensable de encuentro y de diálogo, se dijo desde el principio, las mesas de trabajo ųque discutieron entre otras cosas sobre las principales tendencias y desafíos del México contemporáneo para la nueva evangelización, y qué estructuras de desarrollo en lo político, económico, cultural y social se pueden trabajar para que hagan verdaderamente posible la justicia social desde los derechos humanos, la caridad y la pazų fueron consideradas como el corazón del evento, aunque en él también se escucharon brillantes ponencias de ilustres eclesiásticos como monseñor Francois N. Van Thuan, presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz; monseñor Jorge Jiménez, presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y monseñor Theodore Mc. Carrick, presidente del Comité de Relaciones Internacionales de la Conferencia Nacional de Obispos de Estados Unidos.
Al evento fueron también invitados interesantes conferencistas como el P. Jim Concedine, de Nueva Zelanda; el Dr. Elio Gallardo, filósofo y economista chileno radicado en Costa Rica, y el Dr. Alberto Múnera, de la Fundación Social de Colombia, amén de comentaristas como el Dr. Nazario Vivero, asesor de la Conferencia Episcopal de Venezuela y miembro del Pontificio Consejo para los Laicos. Desde luego que no faltaron los ponentes mexicanos, como monseñor Jacinto Guerrero, presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, y monseñor José Trinidad González Rodríguez, obispo auxiliar de Guadalajara, y estuvieron además solidariamente presentes los representantes de Cáritas de Haití y de Cuba.
Las conclusiones de las mesas no son todavía conclusiones de la Conferencia Episcopal de Pastoral Social, y menos del Episcopado Mexicano, sin embargo es interesante dar a conocer que en la mesa del primer día sobre Promoción Humana y Evangelización, se señaló que la globalización económica, bajo el modelo neoliberal, privilegia al capital sobre la persona, genera una distribución inequitativa de la riqueza (lo que provoca) injusticia social y promueve el individualismo como patrón de relación social, causante de la pobreza, la inseguridad, la corrupción, la impunidad y las violaciones continuas a los derechos humanos.
También, la mesa sobre Cultura y Evangelización mencionó la imposición de un modelo educativo dentro del sistema neoliberal fundado en el egocentrismo, la ausencia del sentido ético y la destrucción de la diversidad cultural y de nuestra identidad como sujetos transformadores de la historia; ello es el principal causante de la pérdida de valores humanos y la manipulación de los medios masivos de comunicación, que ocultan y desfiguran la realidad económica, social y política que vivimos. Y al mencionar la dramática situación que padecen los pueblos indios entre los grupos excluidos, se mencionó otra vez en la mesa respectiva que entre las principales causas encontradas pueden mencionarse: el predominio de la globalización del capitalismo liberal, la desigualdad incluso al nivel de acercamiento, la imposición del mestizaje como parámetro y la consiguiente objetivación del indio, la educación no inculturada y la falta de un proyecto de nación incluyente que respete los derechos de los pueblos y su autonomía.