* Ataque de la derecha de EU, dice la investigadora


Las críticas al libro de Menchú, para desaparecerlo de aulas: Pratt

* La actuación del NYT en el caso fue oportunista, asegura

Patricia Vega/ I * Sin duda, la guatemalteca Rigoberta Menchú Tum (Chimel, 1959) es la dirigente indígena más famosa del mundo.

En diciembre de 1998 el ambiente intelectual de diversos países se sacudió ante un reportaje del New York Times que ponía en tela de juicio el libro Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia (publicado en México por la Editorial Siglo XXI en 1985), al afirmar que era un conjunto de "mentiras", "invenciones políticas", "distorsiones" y "exageraciones" formuladas con fines políticos para apoyar a las organizaciones revolucionarias -"marxistas" y "terroristas", afirman los críticos más vehementes- a las que Menchú pertenecía en ese entonces. Las afirmaciones periodísticas se apoyaban en los resultados de una investigación de David Stoll, egresado de la Universidad de Stanford, y que también proporcionó al New York Times los contactos necesarios para la realización del citado reportaje.

Ante la andanada de críticas surgidas a raíz de las afirmaciones de Stoll, la guatemalteca ofreció conferencias de prensa tanto en México como en Estados Unidos para responder a las críticas del antropólogo estadunidense, y la Fundación Rigoberta Menchú Tum emitió un comunicado que asentaba que "el testimonio de Rigoberta Menchú tiene el valor de constituir un relato no de un testigo, sino la vivencia de una protagonista y la interpretación de lo que vieron y lloraron sus ojos, lo que oyeron sus oídos y lo que a ellos les contaron. Ningún testimonio puede ser visto como un reportaje periodístico ni como la descripción neutral de una realidad ajena (...) Ninguna de las supuesta inexactitudes, exageraciones u omisiones que se pretenden demostrar en el mencionado texto restan méritos ni debilitan la verdad del testimonio de Menchú".

Los ecos de esa polémica llegaron a nuestro país a través de cables de agencias internacionales y de algunos artículos locales que adoptaban las críticas contra la ganadora del Premio Nobel de la Paz 1992, sin proporcionar ningún contexto que explicara el fondo de la confrontación.

El objetivo de esta amplia entrevista sobre los criterios de verdad aplicables a la literatura testimonial, con la especialista en literatura comparada e investigadora de la Universidad de Stanford, Mary Louise Pratt -quien recientemente terminó una estancia de investigación en la sede Occidente (Guadalajara) del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS)-, es ir al fondo de la lucha ideológica -la "geopolítica de la verdad"- en la que se inscriben los ataques a Rigoberta Menchú, quien desde hace más de 15 años se ha dedicado a denunciar en diversos foros internacionales el genocidio que, a lo largo de 36 años de guerra civil en Guatemala, costó unas 200 mil víctimas, la mayoría de ellas (93 por ciento) indígenas mayas asesinados por el Ejército de ese país, indican las cifras asentadas en el reporte que la Comisión para la Clarificación Histórica -respaldada por la Organización de Naciones Unidas- dio a conocer en febrero de este año.

 

Una lucha ideológica

 

-ƑCuál es la importancia del libro de Rigoberta Menchú en Estados Unidos y por qué se busca desacreditarlo?

-Desde los ochenta, a partir de la administración de Ronald Reagan, se ha armado un debate muy intenso sobre cuál debería ser la agenda y el contenido de la educación cultural en las universidades de Estados Unidos y el libro de Rigoberta ha jugado un papel muy importante en la lucha ideológica que ha tenido lugar durante los últimos 15 años.

"Siendo un poco reduccionista, por el breve espacio del que disponemos en un periódico, te diría que por un lado están menchu-rigoberta-jpg los que opinan que la base de la educación cultural debería ser la tradición occidental europea, frente a otro sector de la academia que sostiene la importancia de diversificar la óptica cultural, sobre todo en un país multiétnico como Estados Unidos; y que por lo tanto es importante integrar en los programas de estudio sobre la cultura y la historia, materiales de las Américas escritos por grupos que tradicionalmente han sido excluidos de la producción de la cultura oficial: las mujeres, los afroamericanos, los chicanos, etcétera.

"El debate prendió fuego debido a que el ideólogo derechista William Bennett -ministro de Educación durante la administración reganista- tomó partido y abogó por una agenda cultural muy tradicionalista, que desplazaba proyectos multiculturales en los que el libro de Rigoberta Menchú había sido adoptado por muchos académicos progresistas que lo incluían en sus cursos para dar otra óptica sobre la historia actual de las Américas", dijo Pratt.

-ƑEra un libro de texto obligatorio?

-No, en un sentido estricto. Pero era un libro que ha sido utilizado en muchos contextos académicos y al que muchos profesores acudían para desarrollar cursos sobre la escritura autobiográfica, sobre historia y cultura latinoamericana, así como sobre formas experimentales de producir textos.

Dirías que el ataque al libro de Rigoberta es un triunfo de la derecha política en Estados Unidos?

-Yo creo que sí. Hace unos años, uno de los primeros ataques frontales al libro fue hecho por un comentarista, explícitamente de derecha, llamado Dinesh D'Souza. Desde entonces la polémica sobre Menchú estaba bastante politizada y no cabe duda que críticos actuales como David Horowitz están plenamente conscientes de la dimensión política del debate.

-ƑSería demasiado afirmar que es una especie de campaña?

-No. Creo que sí hay una campaña para descalificar al libro con el propósito de que éste desaparezca de las listas de lectura y de las aulas. No se puede separar la campaña contra el libro de una campaña contra una persona que además de ser la líder indígena más conocida en el mundo es la única líder de un pueblo indígena que ha llegado a dialogar con otros líderes mundiales.

-El reportaje del New York Times (NYT) Ƒforma parte de esta campaña?

-Yo creo que su actuación ha sido típicamente periodística, en el sentido de que el tema se presenta de manera muy sensacionalista, con el objetivo de vender muchos periódicos. Aunque el NYT no ha tomado una posición ideológica muy fuerte en el debate -como nunca lo debería hacer un periódico- creo que su intervención en este caso fue bastante oportunista y es posible que buscaran el Premio Pullitzer, pero nadie ha dicho nada sobre el asunto.

-ƑEn qué consiste el término geopolítica de la verdad que utilizas para analizar este caso?

-Yo creo que es muy fácil tener una idea ingenua de la verdad y nos urge pensar de una manera mucho más compleja sobre cómo se construyen las verdades desde las estructuras de poder y sobre cuál es el papel de los medios masivos en la determinación de lo que cuenta como verdad y como verdades importantes. En síntesis, la verdad es algo que se construye y se articula a partir de ciertos valores y prioridades.