* Análisis de la antropóloga Araceli Burguete
Prevén menor presencia indígena en la próxima Cámara de Diputados
Víctor Ballinas * La investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) del Sureste, Araceli Burguete Cal y Mayor, advierte que no se prevé que en el 2000 llegue a la Cámara de Diputados un buen número de legisladores indígenas, y ubica que fue en las elecciones federales de 1994 cuando se contó con el mayor número de aquéllos; en 1997 tuvo un descenso, y se pronostica "fuerte descalabro "a la representación indígena en el 2000".
Para los partidos políticos, precisa la investigadora, ha quedado claro que "los indígenas no significan votos, pues tienen muy arraigada la costumbre del no voto, de antipartidos, y hoy en la escena política, en las alianzas electorales, hay otros actores que sí representan votos".
En su análisis Los partidos políticos y pueblos indígenas en México: propuestas y estrategias, presentado en el seminario Indigenismos: reflexiones críticas, Burguete destaca que el periodo 1994-1997 fue la cresta de la ola indígena, y los partidos políticos mostraban inusitado interés por el tema. Estaba muy reciente el alzamiento en Chiapas, del 1o. de enero de 1994.
Sin embargo, luego vino la resaca de 1997, ya que en los primeros seis meses de ese año, "ante un notable quiebre del movimiento indígena y un descenso del perfil del EZLN, los discursos fueron achicándose y después ya nadie se quería acordar de lo que se habían comprometido con los indios en la época de la bonanza etnicista".
La investigadora apunta que en 1996, el PRI en su 17 asamblea, en agosto de ese año, elaboró un documento titulado La nueva relación de la sociedad y el Estado con los pueblos indígenas. En ese documento "el PRI llama a sus bases a una nueva relación, un nuevo pacto social con los indígenas, que se les reconozca. El PRI reclama el derecho constitucional del reconocimiento a la autonomía de los pueblos indígenas; el derecho al territorio; el derecho a contar con su propia forma de elección, supervisión, evaluación y rendición de cuentas a las autoridades; el derecho al desarrollo de sus idiomas", es decir, subraya Burguete, "los acuerdos de San Andrés, prácticamente calcados, ni más ni menos".
Recuerda Burguete que unos meses antes el presidente Zedillo había sostenido (en un memorable acto, en que recibió de manos del Legislativo los resultados de la consulta nacional sobre el tema, promovida y realizada por diputados y senadores) que "era justo el deseo de las etnias para elegir a sus representantes", y admitió que "la autonomía de los pueblos indios, expresadas en la consulta nacional sobre derechos y participación indígenas, no contradice la democracia ni afecta la sobera- nía nacional".
Pero nada pasó. Vino 97, y la bancada indígena se redujo en la Cámara de Diputados, y hoy todavía en las plataformas de los partidos políticos, todos, y en sus documentos de trabajo, las ofertas son muy pobres. "Todos coinciden en el diagnóstico, y casi en las soluciones. Ni PRI ni PAN ni PRD se diferencian, todos hacen ofertas marginales".
Incluso el PRD "no es aliado de los indígenas, no simpatiza con la propuesta de hacer una circunscripción indígena. El partido modificó en 98 sus estatutos y estableció la representación indígena, pero eso no garantiza espacios por sí a las etnias".