Astillero Ť Julio Hernández López
Si logra mantener la unidad interna (como lo sugieren las dóciles visitas de los cuatro precandidatos presidenciales a Los Pinos, y sus posteriores discursos conciliadores) el PRI le habrá hecho a los opositores una faena política de antología. Pero, aun en el escenario de las rupturas, lo conseguido por el priísmo en este proceso accidentado podría ser suficiente para garantizarle el triunfo en el 2000 sin gravísimos problemas.
Anótense, antes de acusar a esta columna de súbito fervor priísta, los siguientes hechos concretos que ha logrado el PRI en los meses recientes, y nótense los importantes efectos que para la causa tricolor pueden tener en el futuro inmediato (piedad ruega el columnista a sus sufridos lectores, y les pide que antes de lanzarle pitidos analicen los hechos con frialdad, más allá de las preferencias o los deseos personales):
1) Por principio de cuentas, el PRI logró desplazar del escenario a los partidos contrarios (cuyas designaciones presidenciales carecieron de suspenso, predestinadas a los personajes que todo mundo sabía desde mucho antes que serían los abanderados: Fox en el PAN; Cárdenas en el PRD) y se posicionó como el partido líder.
2) Con su campaña interna, y aprovechando la falta de regulaciones respecto a esos procesos de elección de candidatos, el PRI destinó millones de dólares a su promoción y posicionamiento publicitario, estableciendo desde ahora compromisos con medios que les son afines y garantizando lealtades para el proceso constitucional.
3) Pero, sobre todo, con oportunidad y naturalidad desplegó, afinó y puso en pie de guerra la maquinaria electoral que usará contra sus opositores en julio del 2000. La pelea por distritos que se aplicó en el proceso interno priísta busca, en realidad, no la definición de quién será el candidato presidencial (asunto resuelto desde siempre: Francisco Labastida Ochoa), sino la elaboración temprana de la radiografía nacional para saber dónde actuar frente a la oposición y dónde consolidar las bases priístas.
La elección por distritos ha sido una maniobra para instalar desde ahora el aparato electoral de diagnóstico y operación que buscará hacer ganar al PRI en el 2000, no sólo en las elecciones presidenciales y de senadores, sino sobre todo de diputados federales, que es la zona de riesgo que desean conjurar los estrategas del tricolor para impedir que se repitan los sucesos de la actual Cámara y para garantizar que San Lázaro esté en condiciones de ayudar al futuro presidente (priísta, en estas hipótesis) a transitar con menos sobresaltos el tramo inicial.
Como se puede ver, el PRI ha logrado ganar la atención nacional, concentrar la polémica en los asuntos internos (Madrazo contra Labastida, como espectáculo principal), diseminar por el país el mapachaje institucional, gastar ríos de dinero público y privado sin supervisión ni castigo, hacerse de un discurso democratizador, y presumir de una base electoral tan amplia (según eso, unos 6 millones de personas votarían este domingo 7 de noviembre) que estaría legitimando desde ahora el posterior triunfo labastidista de julio del 2000.
Todo este alegato caerá por tierra si, en lugar de unidad hay división, y en lugar de un proceso aceptablemente limpio hay una guerra de lodo. Por lo pronto, el primer alineado ya es Manuel Bartlett, que sin rubor alguno ha pasado de la crítica ácida a la complacencia socarrona (en privado, los otros dos precandidatos no oficiales aseguran que el ex gobernador poblano ya negoció, y que está haciendo ejercicio todas las mañanas para estar en condiciones no sólo de levantarle la mano a Labastida, sino de cargarlo a él todo entero, de ser necesario). Humberto Roque, por su parte, ha vuelto a mostrar la fraternidad que le une con el presidente Zedillo; sigue criticando, pero menos; digamos que ya va nada más con el vuelo, haciendo algunos desplantes verbales pero sin apretar de verdad. Roberto Madrazo, a su vez, aparece como una versión tricolor de aquella súbita desaceleración que se aplicó a sí mismo Diego Fernández de Cevallos para no ganarle a Ernesto Zedillo. El tabasqueño sigue manoteando, pero no hay nada más allá de la artillería verbal, o al menos eso ha parecido en estos días.
Así es que, si las visitas a Los Pinos para tomar el té resultan como parecen, el PRI podría caminar todavía un tramo de jaloneos y empujones (que sirvan además para no desilusionar al respetable público), pero sin graves consecuencias. No estaría de más considerar la posibilidad de que que un sector del respetable, después de una faena como la mencionada, se manifieste (porque sea villamelón, porque lo influenció y engañó la publicidad televisiva, porque no se dio cuenta de los cuernos rasurados, o por lo que se mande y guste) de manera clara pidiendo el indulto de un toro al que otros aficionados ya daban por muerto.
Astillas: En el sureste ha estallado otro movimiento indígena guerrillero, el Frente Alborista de Conservación del Hueso (FACH). Según declaraciones hechas el viernes, y ampliamente publicitadas en la entidad, indígenas de diversas regiones de Chiapas están organizando acciones de protesta (marchas, manifestaciones) para impedir que el malvado gobierno central les quite a su amado pastor y redentor, el mahatma Roberto Albores Guillén. Encendidos discursos, feroces amenazas han proferido los conjurados. Así es que, en la ciudad de México, quien quiera enterarse que lo haga: el pueblo de Chiapas defenderá a su venerado líder. Faltaba más... El candidato de las buenas conciencias, el cruzado de la derecha ilustrada, el beato de las botas, el santo de la hebilla ancha, ha calificado con pudorosa expresión la propuesta hecha por Humberto Roque para que los futuros funcionarios antinarcóticos pasen por un exámen de adicciones: ``¡Es una mamada!'', dijo con recato y buen gusto don Vicente Fox. La educación y las buenas costumbres nunca se pierden, como se puede ver... Otro orgullo de la política nacional es Miguel Alemán Velasco, quien ha asegurado que en unos seis meses, con los programas de ayuda que él aplica, el estado de Veracruz estará inclusive mejor que como antes de inundarse. Con gobernadores así, ¡qué agradable resulta una desgracia!É Impresionante la lógica de Francisco Labastida mostrada al salir de una reunión nocturna en Los Pinos: el presidente Zedillo no tiene candidato, luego no hay candidato oficial, por tanto Labastida no puede ser un candidato oficial que no existeÉ Son varias las sombras que se esparcen sobre el país, mientras la atención política sigue concentrada en los incidentes de la elección interna priísta y de sus eventuales fracturas. La debilidad del mando institucional, los apetitos futuristas desbordados y las riñas internas, están llevando al país a una situación altamente dolorosa y peligrosa. El caso de la abogada Digna Ochoa, del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, es tan sólo una muestra de la manera como se está creando un ambiente oscuro y tenso.
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