La Jornada domingo 31 de octubre de 1999

Carlos Bonfil
La noche del asesino

En el verano de 1977, la ciudad de Nueva York padeció una de las peores canículas de su historia. A la lista de muertes causadas por las altas temperaturas se añadían los asesinatos brutales, absurdos, que durante varias semanas cometió David Berkowitz, más conocido como Sam, Calibre 44, por el arma con que ajustició dentro de sus autos a varias parejas de enamorados. La noche del asesino (Summer of Sam), el largometraje más reciente del realizador afroamericano Spike Lee (Haz lo correcto, Fiebre de selva), es la crónica de estos sucesos. Lo interesante es el punto de vista elegido: por un lado, un interés mayor en los comportamientos y reacciones de los habitantes que en la propia rutina del serial killer, y por el otro, la elección de un tono semidocumental, con la presencia del reportero, Jimmy Breslin, del New York Daily News, quien fuera interlocutor privilegiado del asesino y destinatario de las cartas en las que éste narraba sus crímenes y motivaciones. Breslin aparece aquí en un prólogo y en un epílogo en los que resume, como inesperado alter ego del propio cineasta, su relación de amor y odio con la ciudad de Nueva York.

Spike Lee tiene dos breves apariciones como reportero interesado en obtener en el barrio de Brooklyn las opiniones y las "perspectivas más oscuras" de los habitantes afroamericanos, y una de ellas es elocuente: "Si el asesino hubiera sido un negro ajusticiando a blancos, el asunto habría provocado un conflicto racial de grandes proporciones". La entrevistada agradece a Dios que sólo se trate de un psicópata blanco que asesina a otros blancos, con lo que el asunto se limita a la nota roja de los diarios. Esta malicia, teñida de humor negro, es característica del estilo de Spike Lee, y es lo más cercano a las impugnaciones sociales de Haz lo correcto o a la indignación moral que anima a su estupendo documental, de 1997, Four little girls, presentado en la Cineteca en un ciclo dedicado al cineasta.

Lo que puede desconcertar en La noche del asesino a un público poco familiarizado con el cine de Spike Lee es que la expectativa generada por la publicidad ("Más impactante que Seven"), cuando El proyecto de la bruja Blair y El sexto sentido se disputan el primer lugar en el hit parade de la cinta más aterradora, no se cumpla del todo. El interés del cineasta está definitivamente en otra parte. En la violencia machista de su personaje central, Vinny (John Leguizamo), el italoamericano, católico, sentimental, golpeador de mujeres y cursi irredento; en la rebelión exasperada de su cónyuge, Dionna, una Mira Sorvino excelente; en las mutaciones físicas y psicológicas de Ritchie (Adrien Brody), cantante punk, chichifo de mingitorios, stripper en un cabaretucho homosexual, paria absoluto y, como tal, objeto de un intento de un linchamiento colectivo. Spike Lee no relata de modo muy preciso los acontecimientos, ni se demora en la personalidad del asesino, ni tampoco intenta explicar o entender su comportamiento; presenta de modo abrupto algunos de los crímenes, muestra rápidamente los intentos de colaboración de la policía neoyorkina con la mafia para atrapar al asesino, y la escena humorística en la que éste último, en pleno delirio, escucha la voz de un perro negro que le ordena salir a matar.

En La noche del asesino, el director recrea las atmósferas y mitologías de toda una década, los setenta, en un Nueva York agobiado por el calor, la violencia verbal, y la paranoia colectiva. En esas atmósferas abundan las referencias inevitables, Travolta y su Fiebre del sábado por la noche, la música disco y el casi mítico Studio 54, la revolución sexual en la que se presiente e incuba una devastadora pandemia de fin de siglo, y un desprecio racial reactivado por el escepticismo y hartazgo juveniles. La visión pesimista alcanza acentos bíblicos con la pequeña parábola de los hermanos enemigos, Vinny y Ritchie, y con el tema de la amistad traicionada por el prejuicio. Spike Lee presenta también todo un repertorio musical de la década, muy al estilo de Boogie Nights, y un estilo nuevo en la fotografía de Ellen Kuras, quien remplaza aquí a Malik Hassan-Sayeed, responsable del look más llamativo y videoclipero de algunas de sus cintas anteriores. Entre el horror de los crímenes de Sam, vigilante alucinado de la moral y las buenas costumbres, y el ánimo justiciero de un grupo de jóvenes practicantes del linchamiento moral y físico, apenas existen diferencias. Esta intolerancia compartida es el tema central de La noche del criminal, una de las cintas más perturbadoras de Spike Lee.