Luis González Souza
México, retaguardia
ƑCUANTO ATRASO Y HASTA CUANDO resistirá México? La casta neoliberal prometió llevarnos al Primer Mundo en la alfombra mágica del TLC. Lo cierto es que México se rezaga de manera tan constante como brutal, y más vale reconocerlo. De haber sido vanguardia en no pocos renglones, hoy deambula en la retaguardia de América Latina. No tanto en el mundo etéreo de la macroeconomía, pero sí en el decisivo y concretísimo terreno de lo social y lo político.
Esa amarga conclusión, y no el dulce ritmo de la batucada, fue lo que hubimos de rumiar en el avión que nos trajo de Brasil, hace una semana, cierto que ese país es, como México, un gigante entre sus pares. Además es cierto que los brasileños también sufren terribles desigualdades, nuestras ciudades perdidas no tienen nada que envidiar a sus favelas. Pero, a diferencia de México, Brasil había caído varias veces en el profundo abismo de las dictaduras militares. De ahí se ha levantado, y hoy cuenta con un horizonte bastante más promisorio que el de México.
La razón última podría ubicarse en ese binomio vital que integran la democracia y la soberanía. Todavía le falta mucho, pero Brasil ya practica una democracia profunda, no sólo electoral. La participación de la sociedad en asuntos clave tiende a hacerse toda una cultura. El detonante fue el presupuesto participativo: la decisión en reuniones comunitarias sobre las prioridades del gasto público y su cabal cumplimiento, año con año. Y esta práctica, iniciada hace una década en el combativo Río Grande do Sul, ahora se extiende a otros estados y a otros rubros igualmente significativos. Así pudimos constatarlo en la Asamblea Legislativa de Minas Gerais al presenciar la aprobación de cientos de propuestas para mejorar el sistema educativo, todas ellas surgidas de otros tantos foros regionales.
Con una población tan participativa, lógicamente la soberanía de Brasil goza de buena salud; no excelente, pero sin duda mejor que la de México. De muestra, este botón: mientras que nuestro (Ƒ) TLC expresamente sirve de "primer escalón" en el proyecto neomonroísta de Estados Unidos (Area de Libre Comercio de las Américas), Brasil tiende a consolidarse como el pivote de una alternativa latinoamericanista: el Mercosur, también integrado por Argentina, Uruguay y Paraguay, y tal vez pronto, Chile, Bolivia y otros.
La pena se convierte en drama al constatar el rezago de México no sólo frente al gigante brasileño. Independientemente de su desenlace, el gobierno de Hugo Chávez ya cimbró al enmohecido sistema político de Venezuela. Y al parecer lo ha hecho por una tercera vía menos cacareada que la europea, pero más incisiva. La República Bolivariana de Chávez se abre paso entre las añejas vías de la violencia (golpes de Estado, insurrecciones) y las truculentas vías del gatopardismo (reforma y alternancias sólo para frustrar los cambios de fondo).
En la propia Argentina, la coalición UCR-Frepaso acabó de poner fin a la larga pesadilla del menemismo. Otro tanto ocurrirá estos días en Uruguay con el muy probable triunfo del Frente Amplio. Y en Chile, la frágil transición a la democracia posiblemente cobrará solidez con el triunfo, en diciembre próximo, de la coalición lidereada por el socialista Ricardo Lagos. Vaya, hasta en el pequeño Ecuador soplan los vientos del cambio. Su gobierno se ha atrevido a suspender, así sea parcialmente, el pago de la deuda externa.
El panorama en México es vergonzantemente distinto. La deuda ya no sólo externa (por el inolvidable Fobaproa), se paga con tanta puntualidad como asfixia nacional. El presupuesto participativo de Brasil aquí todavía es un burladero impositivo. Ni siquiera logramos cuajar coaliciones exitosas en lo electoral. La alternancia, si se da, bien pinta de espada neoliberal más picuda aunque mejor cubierta. Y de hecho, lo que más pinta hoy es la continuación de la misma politiquería cupular y autoritaria que ha sumido a México en un atraso cada vez mayor.
ƑPor qué? ƑHasta cuándo? Al menos hasta que siga sin practicarse la dignidad zapatista del šya basta! en todos los rincones del país. O, si se prefiere, hasta que el rezago de México se descubra por completo como lo que es: una injusticia, una irresponsabilidad, una vergüenza ética, política y socialmente insoportable. *