La Jornada sábado 30 de octubre de 1999

BALANCE INTERNACIONAL Ť Eduardo Loría / I
La economía mexicana en 1999-2000

Realizar pronósticos en un contexto económico globalizado y altamente volátil es, sin duda, aventurado y muy riesgoso para la reputación de cualquier economista. Sin embargo, es de suma importancia para apoyar la toma de decisiones de los agentes económicos.

A principios del año existía una expectativa francamente pesimista sobre el desenvolvimiento de nuestra economía. Había razones para ello. Por un lado, la resaca de la crisis financiera que abatió a varios países asiáticos y de Sudamérica no sólo afectó la magnitud y el sentido de los movimientos de capitales, sino que también redujo los volúmenes del comercio internacional, con lo que se deprimieron muy sensiblemente los precios mundiales de muchos productos básicos. Uno de ellos fue el petróleo, que cayó de 16.46 dólares a 10.16 (entre 1997 y 1998) en promedio anual para la mezcla de exportación, lo cual afectó severamente el manejo de las finanzas públicas en México y dejó ver con claridad la gran dependencia fiscal respecto a ese bien de exportación. Asimismo, existía la expectativa de un vertiginoso declive del dinamismo de la economía estadunidense y de que se continuarían incrementando sus tasas de interés, lo que afectaría aún más los escenarios internacional y doméstico.

La respuesta de política económica ųaunque dolorosaų técnicamente fue oportuna, en el sentido de que se actuó con ajustes sistemáticos sobre el tipo de cambio, los agregados monetarios y el gasto público. No obstante, ello contribuyó a deteriorar las expectativas, dado que la experiencia histórica de nuestro país sugiere que la devaluación del tipo de cambio es un presagio de tiempos funestos.

Por otro lado, los amplios rezagos sociales y el éxito del TLC sólo para unos cuantos sectores hacían sentir en la esfera de la economía familiar que se avecinaba una nueva crisis económica de grandes proporciones. Por ello, existía gran escepticismo en cuanto a la imposibilidad de alcanzar las metas macroeconómicas establecidas en los Criterios Generales de Política Económica.

Para validar estas expectativas con la situación estructural de la economía nacional, en marzo de este año, aun cuando no había resultados definitivos de los principales indicadores de la economía para 1998, y haciendo uso de Eudoxio: modelo macroeconométrico de la economía mexicana, realicé un primer ejercicio de pronóstico para 1999 y 2000, que se publicó dos meses después.1

Este pronóstico arrojó datos muy distintos, y estimó un crecimiento del PIB de 2.63 y de 3.26 por ciento para esos dos años; inflación de 16 y 13 por ciento; déficit comercial de 8.63 y 8.68 miles de millones de dólares (mmd); déficit fiscal (como proporción del producto) de 1.77 y 1.7 por ciento, y un tipo de cambio nominal promedio anual de 10.65 y 11.6 pesos por dólar.

Como consecuencia de la rápida y sorprendente recuperación de las economías asiáticas y de la preservación del dinamismo de la economía estadunidense, a partir de abril empezaron a mejorar el entorno internacional y las expectativas ya descritas, por lo que el 13 de octubre realicé un segundo ejercicio de pronóstico macroeconómico que recupera estos cambios, y que constituye el objetivo de esta colaboración.

 

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1 Loría, E. La economía mexicana en 1999 y 2000, en este país. Núm. 99, junio, 1999. pp. 18-24.