Esperemos que esto no se convierta en una moda. Una señal de esperanza es el segundo caso, en menos de un año, que un comediante usa al Holocausto de pretexto para manipular la sensibilidad del respetable. El primero es, claro, La vida es bella, de Roberto Benigni, cuyo éxito mundial hace temer la tendencia a imitarlo. Si bien Una señal de esperanza se filmó cuando todavía no ocurría ese éxito, resulta evidente que estamos ante un similar proyecto de vanidad de su estrella, en este caso el ya insufrible Robin Williams (quien además la hizo de productor ejecutivo, en una producción encabezada por su esposa Marsha Garcés).
La cinta es una adaptación de la novela Jacobo el mentiroso, del alemán Jurek Becker (una primera versión cinematográfica fue hecha por Frank Beyer en 1974, y se conoció aquí en un ciclo dedicado al cine de la entonces RDA), cuya acción se sitúa en un ghetto judío de Polonia bajo la ocupación nazi. En esencia, la trama es la misma: corre el año de 1944 y un ex restaurantero llamado Jakob (Williams, por supuesto) escucha sin querer por la radio alemana que el ejército ruso se encuentra en las inmediaciones de la frontera polaca. El hombre usa la noticia para consolar al barbero Kowalski (Bob Balaban) que intentaba suicidarse, y pronto se difunde por todo el ghetto el equívoco de que Jakob posee una radio. Aunque el sabio doctor Kirschbaum (Armin Mueller-Stahl) reconoce la falsedad del asunto, convence al mentiroso de seguir mintiendo pues le ha dado esperanzas de salvación a todos los ciudadanos judíos.
Estamos ante un producto hollywoodense de altas aspiraciones. Para ello, se ha contratado talento europeo, como el director Peter Kassovitz, de origen húngaro y especializado en telefilms franceses (es padre del actor y también realizador Mathieu, que tiene una breve aparición); la fotografía del igualmente húngaro Elémer Ragályi se esmera en reproducir el tono deslavado de la más deprimente cinta polaca, en locaciones de adecuado aspecto centroeuropeo. No importa. El toque de Hollywood está por doquier, sobre todo en una total ausencia de rigor que mina la credibilidad del asunto. Por ejemplo, el no establecer una diferencia entre hablar polaco, alemán o yiddish, pues cada cual habla en inglés con grueso acento. Asimismo, aunque las acciones transcurren en junio -otra noticia radiofónica informa sobre la invasión de Normandía-, el clima es indudablemente invernal para acentuar una atmósfera triste y gris. Tampoco se explica por qué si los demás habitantes han sido forzados a vivir hacinados Jakob tiene el privilegio de ocupar un edificio para él solito.
Bastante más objetables son las caracterizaciones, empezando por la de Williams, quien recurre a su arsenal completo de tics histriónicos. Como si no hubiera sido suficiente la desatada sensiblería de su Patch Adams, nuevamente nos endilga esa mirada dulzona, la sonrisa temblorosa y, lo que es peor, su irrefrenable propensión por meter una rutina cómica a chaleco. Esta vez, cuando Jakob intenta convencer a una niña huérfana de la existencia de su radio, el comediante aprovecha para hacer imitaciones de Hitler, Churchill y otras monerías. El resto del reparto parece haberse contagiado por esa tendencia a la sobreactuación (pocos actores pueden resistirse a la tentación de interpretar a una víctima noble). Debe tratarse de la comunidad judía más caricaturesca desde Violinista en el tejado. Y ni hablemos de los villanos alemanes: sólo falta el comandante nazi de monóculo y fumando con boquilla.
Por casualidad, antes de la función en una sala de Cinemex se proyectó el avance de Los últimos días, el dramático documental de James Moll sobre cinco sobrevivientes húngaros del exterminio nazi. El breve repaso de esas imágenes testimoniales confirmaron qué tan trivial y tramposa es Una señal de esperanza. El Holocausto es un tema demasiado importante como para servir al lucimiento de payasos narcisistas.
UNA SEAL DE ESPERANZA
(Jakob the Liar)
D: Peter Kassovitz/ G: Peter Kassovitz, Didier Decoin, basado en la novela de Jurek Becker/ F. en C: Elémer Ragályi/ M: Eduard Shearmur/ Ed: Claire Simpson/ I: Robin Williams, Alan Arkin, Bob Balaban, Hannah Taylor Gordon, Armin Mueller-Stahl, Liev Schreiber/ P: Marsha Garcés Williams y Steven Haft para Global Entertainment. EU, 1999.