ARMENIA: ALERTA INTERNACIONAL
El asesinato del primer ministro de Armenia, Vazgen Sarkisian, y de otros siete funcionarios, ocurrido ayer a manos de un comando armado en la sede del Parlamento de la ex república soviética es, además de una acción atroz y repudiable, alarmante para la comunidad internacional.
Ni las corruptelas del gobierno ni las carencias económicas de la población, argumentos esgrimidos por los homicidas, justifican el atentado de ayer en Erevan, el cual constituye un episodio más en una historia nacional de signo trágico.
Por su filiación religiosa cristiana, Armenia, situada en un entorno predominantemente islámico, ha sido uno de los frentes de la confrontación ancestral entre esas dos religiones y entre Oriente y Occidente.
En el contexto de esa diferencia histórica que ha constituido el eje de buena parte de los conflictos en Medio Oriente, Asia Menor y Asia Central, los armenios fueron víctimas del primer genocidio del siglo -perpetrado por los turcos- en el que perdió dos tercios de su población. Ya en esta década, Armenia vivió una cruenta guerra contra Azerbaiyán, su vecino islámico. La disputa por la peculiar conformación cartográfica y demográfica de ambas naciones -hay enclaves azeríes dentro de territorio armenio, y a la inversa- dista de haber quedado resuelta.
Como la generalidad de las repúblicas ex soviéticas -salvo, quizá, las bálticas-, Armenia ha sufrido la debacle política, económica y social desatada a raíz de la disolución de la URSS, y al igual que otros países surgidos de tal desmembramiento, su viabilidad como país independiente no deja de estar en cuestión.
Ahora, el atentado contra la cabeza del gobierno civil podría provocar una desestabilización mayor en una región de por sí convulsionada por un hervidero de nacionalismos -Armenia está situada entre Georgia, Irán, Turquía y Azerbaiyán- y por los saldos de sucesivos derrumbes imperiales, en la cual se desarrollan tensiones o conflictos abiertos.
No muy lejos de Armenia, las tropas rusas bombardean Chechenia, república que busca instaurarse como Estado independiente. Por otro lado, hace unas semanas, las fuerzas armadas de Paquistán tomaron el poder, hecho que preocupó a la comunidad internacional por la posibilidad de que se desatara una guerra en mayor escala entre ese país y la India, y por el uso que el mando castrense pudiera dar a las armas nucleares con las que cuenta Islamabad. A ello hay que agregar que en diversos territorios de la extinta Unión Soviética existe una cantidad indeterminada de armas de destrucción masiva.
En tales circunstancias, parece necesario que la comunidad internacional conciba y proponga estrategias de estabilización política para los países de la zona, antes de que alguno de éstos se deslice hacia circunstancias semejantes al drama yugoslavo.
En lo inmediato, cabe esperar que Armenia se recupere del condenable atentado, logre normalizar su vida política, y pueda neutralizar la manifiesta y peligrosa exasperación ante el poder civil que cundió entre las fuerzas armadas a raíz del magnicidio.
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