Rafael Alberti aún brilla esplendoroso en el ruedo de una plaza de toros española o mexicana. Brilla en una tarde llena de toros negros a los que canta su poesía en medio del redondel. Los aficionados al cante torero lo contemplamos absortos, sin poderle gritar olé. Tiene belleza y misteriosas ondulaciones como pases naturales en los timbres musicales de su voz. Los remates de sus versos son lo más bello, más hondo y más torero de la poesía lírica.
Alberti torea los versos caminándoles, como buen torero gaditano que es, por el espacio inmenso. Sus versos se encadenan de colores azules, rojos, amarillos que recuerdan su bahía y el camino a la isla de San Fernando. Versos que en las olas de mar inquietas pasan y reposan en el aire sin detenerse. Versos que giran revoleras y forman figuras espléndidas a las que cambia de viaje en su revolera, ¡arrebol de arreboles!
Rafael Alberti, poeta natural dotado de poderes sobrenaturales en la musicalidad, que aprendió en la bahía de Cádiz. En él vibra el espíritu del verdadero pueblo español que es el mismo pueblo de cualquier país. En su verso desgarrado, se expresa el dolor hondo de los miserables. En su cante se escucha el ay desesperado de los desarrapados y los hambrientos del mundo, en la misma forma que el ir y venir de las olas. Alberti es el poeta de la gitanillos, símbolos de lo olvidado, de lo que falta a los que da voz musical. Es el torero gitano que torea las palabras toros, con ese ``desmadejamiento convaleciente'', de los grandes toreros artistas a los que admira tras un ``tragaluz sin vidrio''.
Rafael Alberti, el poeta como tronco de faraón, aprendió de Manuel Torres el cantaor de flamenco, que en el cante jondo, las manos duras de madera, sobre las rodillas, tienen que buscar hasta encontrarlo, el ``tronco negro de faraón''. En su verso que es cante jondo, Alberti buscó y buscó el tronco negro... que brilla esplendoroso en la plaza de toros en sus veladas musicales.
Rafael Alberti sigue y seguirá cantando su arrebol de arreboles, ¡aire que se lleva al aire! ¡Aire que el aire la lleva! Total, la mujer es un caramelo de albaricoque, de frambuesa o de limón, a la que canta; la Telethusa de Gades.
``Diestra en quebrar la delgada
cintura
en repicar los palillos sonoros,
diestra en volar sin dormirse
en el vuelo
en no pesar al piso la tierra.
¡Hondas gargantas dolidas susurran
lentas crepitan murientes!
Cádiz te ciñe, tus olas te abrazan
Tú eres el mar y la espuma
de Cádiz.''